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¿Tiendas físicas, tiendas online o ninguna de las dos?

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Existe un interesantísimo debate sobre si la tecnología y los robots nos “robarán” los trabajos en el futuro.

Por si alguien no se había enterado todavía, acaba de celebrarse el Black Friday y el número de artículos vendidos por internet sigue, parece, batiendo récords. Aun así, mucha gente es todavía reacia a comprar exclusivamente a través de internet muchos productos, fundamentalmente por la imposibilidad de ver, tocar y sentir lo que compran, por no poder disponer de ellos en el momento o por lo engorroso del proceso de devolución: si necesito un traje y unos gemelos para verme guapo esta noche, y no me la quiero jugar, pocas opciones me quedan más allá de ir a la tienda a probarme las cosas. Pero incluso eso está cambiando: la tecnología para solucionar mi problema ya está aquí; es cierto que todavía es lenta, no está al alcance de todos y sigue siendo cara, pero hay mucha gente, con muchos recursos, esforzándose para que la cosa mejore. Y lo están consiguiendo a gran velocidad.

Los probadores virtuales ya existen, aunque estén aún en sus primeros pasos. No van a pasar tantos años hasta que la mayoría se pruebe la ropa, vestidos, trajes, zapatos y sus complementos a través de internet, sin necesidad de ir a la tienda y viendo, en su pantalla, como en el mejor y más objetivo de los espejos, cómo le quedan las cosas.

Tampoco falta tanto para que podamos imprimir en casa, en una impresora 3D -nuestra, compartida o alquilada al del bajo- el diseño que hemos visto  en internet -ya esté creado por nosotros, por un tercero o por una máquina-, de manera rápida y barata.

Supongo que la preocupación por el medio ambiente, que monopoliza estos días el contenido de las noticias en los medios de comunicación, ayudará a que los materiales con los que se imprima esa ropa y esos complementos sean reutilizables, de forma que lo utilizado para el traje de hoy pueda servirme, sin apenas pérdidas de material, para el pantalón y el abrigo que me vaya a querer imprimir mañana; con lo que no tendremos que estar tan pendientes de la materia prima. Puede que incluso mediante una bicicleta estática, y una batería, seamos nosotros, haciendo deporte, quienes generemos la energía necesaria para la impresión.

Y todo ese proceso irá reduciendo costes, tanto en el diseño, como en el acopio de material, la fabricación, el almacenamiento, la distribución y la comercialización, y no harán falta tantas tiendas físicas (si es que necesitásemos alguna). Y con ello se necesitará muchísimo menos personal para vender, para transportar, para vigilar lo transportado, para construir o decorar la tienda… en el textil, y en tantos otros sectores.

Existe un interesantísimo debate sobre si la tecnología y los robots nos “robarán” los trabajos en el futuro. Yo, como ya he dicho muchas veces en esta misma columna, soy “pesimista” en el sentido de que creo que casi todo lo que necesitamos para vivir lo harán por nosotros, casi en exclusiva, las máquinas en el futuro -lo que no quiere decir que tengamos que vivir peor que ahora-; hay otros, sin embargo, que dicen que la tecnología permitirá que aparezcan multitud de trabajos, para el hombre, que hoy no sabemos ni que existen. En cualquier caso, es imprescindible que seamos conscientes y nos vayamos preparando… y que tengamos en cuenta -aprovechando además que ha empezado el Adviento- que lo único que las máquinas no podrán, seguro, hacer por nosotros será aquello que es propio y exclusivamente humano.

El Black Friday ya pasó, pero el 25 es Navidad… y, bueno, los Reyes Magos deben haber iniciado también su camino hasta nosotros desde Oriente. ¡Feliz Navidad a todos!

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