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Israel es culpable

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Hablar sin tapujos de este pequeño país situado en la costa Levantina significa meterse en uno de los jardines más laberínticos que puedan imaginarse, y es que, Israel polariza, y mucho. El título incendiario que he escogido ha sido por acordarme de las palabras vociferadas por la joven neonazi, o musa falangista, como la llamó El Español, Isabel Peralta a principios del año pasado. ¿Y qué tendrá que ver el antisemitismo campante y rampante de una joven desnortada pregonando el vetusto libelo de los Sabios de Sion con el tema que nos atañe?1 Su casposo antisemitismo es compartido por sus homólogos en el otro espectro político.

Como he mencionado, este reducido país2 rodeado de una constelación de enemigos es sobre el que recaen las críticas más duras de toda la intelligentsia occidental y buena parte del mainstream ideológico actual3. Quien diría que en una zona donde imperan los emires4, los alatoyás (como la teocracia chií de Irán) o monarquías autoritarias de corte wahabita (como la sunita Arabia Saudita), entre otras formas de gobiernos totalitarios, el blanco de todas las críticas iba a ser hacia la única democracia parlamentaria de carácter liberal. Este pequeño refugio para el pueblo más perseguido de la historia de la humanidad, se ha convertido en la Caja de Pandora de todo lo que ocurre en la región.

Cada vez que hay tensiones políticas, territoriales o religiosas, la maraña de intelectuales que circundan por las facultades y medios de comunicación, no dudan un instante en dictaminar quién es el culpable. Cuando se menciona el “conflicto en Medio Oriente” suele venir a la mente la cuestión israelí-palestina, como si en una zona donde la correlación de fuerzas se dirime por la violencia y la coerción, fuere el único conflicto que ha habido y que hay. Se pasa por alto la guerra civil en Yemen y la confrontación con Arabia Saudita, la guerra civil en Siria que dura desde hace 11 años, u otros históricos como las tensiones del septiembre negro en Jordania (1970), la guerra del Dhofar (1962-1975) en Omán, la situación del pueblo kurdo (localizado entre Turquía, Irán e Irak mayoritariamente), o los catorce siglos de animadversión entre las dos ramas principales del islam (a la que también habría que añadir el jariyismo). Además, a esto hay que sumarle el resurgimiento del Daesh (2014) y todos los grupos terroristas que han aparecido en estos países. Por supuesto que, algunos de ellos, alimentados por la nefasta política exterior que Estados Unidos ha tenido siempre a causa de la rivalidad bipolar con la URSS durante la Guerra Fría, y posteriormente.

Sea como fuere, Israel es el culpable. Da igual que ya desde su independencia, en mayo del 1948, Egipto, Siria, Transjordania, Líbano, el Reino Hachemita de Irak, Arabia Saudita, el Reino de Yemen y la Liga Árabe le declarasen la guerra. A una gente que, vale la pena recordarlo, provenía en muchos casos de los campos de exterminio nazis y que, sin comerlo ni beberlo, tuvieron que enfrentarse a estados y ejércitos muy superiores numérica y armamentísticamente. Todo ello por el restablecimiento del estado judío en el sitio donde estos llevaban habitando, de forma ininterrumpida, desde hacía más de 3 milenios, a pesar de las numerosas guerras y expulsiones ocurridas en la región. Una de las más señaladas fue la I guerra judeo-romana que tuvo lugar en Judea, también conocido como West Bank (1950), y que finalizaron con la entrada de las legiones romanas de Tito y la destrucción de Jerusalén, su capital eterna, lo que conllevó una masiva expulsión judía. Sin embargo, aún quedaron judíos en la región renombrada por Tito bajo el neolatinismo Palaestina.

Delante de todas estas vicisitudes, el retorno de los judíos en masa a su tierra ancestral vino con una respuesta inmediata de repulsa por parte de sus vecinos. El día después de declararse su independencia, uno de sus líderes, Ben-Gurion, sabía que no estaban para celebraciones y que les tocaría defenderse de fuerzas muy superiores a ellos. El 15 de mayo los aviones egipcios surcaban el cielo del nuevo estado y se iniciaba un conato de invasión y bombardeo de Tel Aviv. Se estima que Israel perdió al 1% de su población en dicha guerra, unos 6.000 habitantes (el 6% de su población entre 17-20 años pereció) (Stein, 2009, pág. 66).

Las derrotas del ejército israelí a los ejércitos árabes, en la mayoría de los casos, han sido humillantes, ya desde 1948, pero también en el 1967 con la célebre Guerra de los Seis Días. No es menos cierto que en muchos casos, después de las experiencias y la destacada imposibilidad de hallar paz en dicho conflicto, Israel se ha defendido preventivamente. A mi juicio, el gran problema en la región es de reconocimiento; jamás han aceptado la presencia de dicho estado, cosa que Israel sí hizo y, esto intrínsecamente, significaba la creación de un estado árabe (Resolución 181 de 1947). La situación se fue agravando y ese nulo reconocimiento se hizo más explícito, si cabe, con la Resolución de Jartum (1967), la cual, en su artículo tercero, incluía los célebres “tres no”: no a la paz con Israel, no al reconocimiento de Israel, no a las negociaciones con Israel.

Luego, no importa lo que suceda, tampoco que la Franja de Gaza esté gobernada por un grupo terrorista5 que oprime sistemáticamente a su población y que practica el democidio6, tampoco que Israel se haya mostrado abierto a ceder territorios para lograr la paz (cosa que ha hecho en varias ocasiones), ni que en los países enemigos las mujeres sean meros objetos de sus maridos, que en muchos casos impere la Sharía, y que, para más inri, en una sociedad occidental en donde buena parte de la izquierda arguye y repite ad nauseam que la mujer está sometida por el hombre, se dediquen a atacar y desprestigiar a un país que ya en 1969 tuvo una mujer como primer ministro, Golda Meir (nunca recordada por dichos sectores) y que sin duda, es un ejemplo de tolerancia cívica, religiosa, política, económica y humana.

Los datos no mienten, un 21.1% de su población es árabe (la cual tiene representación en la Knesset), en 2008 un 44.06% de los habitantes habían nacido en Israel, un 26.6% en Europa y la antigua URSS, casi un 15% en África, más de un 10% Asia, y casi un 5% Oceanía7. Además de estas procedencias heterogéneas, los palestinos deben ser la única población en todo el mundo que puede apelar a la Corte Suprema de otro país en caso de necesitarlo, esto sería como si los sirios se pudieran acoger a la corte suprema del Líbano durante la guerra civil. Y a todo lo mencionado es a lo que algunos tildan de país “racista” o incluso, de Apartheid (este argumento lo han repetido hasta la saciedad autores como Ilan Pappé o activistas de primer nivel como Noam Chomsky, el cual, de joven, había estado incluso en los Kibutz israelíes). Más allá de eso, estamos hablando de una zona que tiene ínfimos recursos naturales y que cuando empezaron las Aliot coordinadas (del verbo hebreo subir o ascender, es decir, el retorno judío a su tierra, iniciadas en 1881) era un páramo desértico sin rastro de agua8, y a día de hoy han conseguido que sobre.

Un país líder en Start Ups, de ahí que se le conozca como la Start-up Nation (término popularizado por Dan Senor y Saul Singer), con un mercado interior muy reducido, con un bloqueo sistemático de sus vecinos, con amenazas de bomba constantes, con grupos terroristas asolando sus fronteras como Hezbollah, con una mala prensa que blanquea a las dictaduras de Medio Oriente, con todo esto y mucho más, Israel es un milagro hecho realidad. No solo en términos físicos, sino culturales, el empeño encomiable de supervivencia de dicho pueblo los llevó a recuperar una lengua prácticamente muerta como era el hebreo.

Así pues, sin ánimo de alargarme mucho más, hay una izquierda que vocifera que Israel es culpable, pero que ellos no odian a los judíos a diferencia de la extrema derecha, sino que odian el sionismo9. Dicho concepto es poliédrico y tiene muchas acepciones, eligen escoger la que les interesa: sionismo como sinónimo de racismo. Se parapetan en la Resolución 3379 – no vinculante- de la ONU de 1975, donde se manifestó que se trataba de racismo y, para más inri, se equiparó al régimen sudafricano (casualidades de la vida, cuando se realizaron las votaciones, Sudáfrica se encontraba ausente en el hemiciclo). Todo ello con el aplauso de grandes democracias como: Afganistán, Arabia Saudí, Argelia, Baréin, Catar, Cuba, la URSS, Egipto, entre otras. Finalmente, en 1991, la Resolución 4686, aprobada por 111 miembros, revocaba aquella malintencionada pretensión que buscaba atacar deliberadamente a Israel.

Lo más curioso de todas estas difamaciones es que, en buena medida, no solo provienen del mundo árabe, sino que es una lacra heredada de la Guerra Fría, y especialmente, de la URSS. Esta tuvo un papel decisivo en la creación del estado de Israel, de ahí que el periodista ruso, Leonid Mlečin, pusiera de título para su libro “Por qué Stalin creó Israel”. Esto cambió ya a principios de los 50s y empezó una propaganda acérrima contra el sionismo tachándolo de burgués. Cientos de miles de medios de comunicación soviéticos representaron a los judíos como conspiradores mundiales buscando imponer su dominio global (solo 20 años antes, un tal Adolf Hitler vociferaba lo mismo, pero, los extremos no se tocan, eso lo dicen los cuñados); “Hundreds of articles, in magazines and newspapers all over the Soviet Union, portrayed Zionists (i.e. Jews) and Israeli leaders as engaged in a world-wide conspiracy, along the lines of the old Protocols of Zion” (Johnson, 1988, pág. 575).

El hecho que haya calado tan hondo en el imaginario colectivo que el sionismo es racismo y no un movimiento político que buscaba la creación de un estado para el pueblo judío a finales del s.XIX, es decir, en un contexto de auge de los nacionalismos y de antisemitismo acuciante en Europa, constituye un buen ejemplo de neolengua. Como postuló Goronwy Rees, la asociación internacional del sionismo con el racismo hubiera sido aplaudida con entusiasmo en los mítines nacionalsocialistas en Nuremberg durante los años 30s10.

Así pues, substituyamos “Israel es el culpable” por “el judío es el culpable”, como vemos, el sujeto cambia, pero el trasfondo es el mismo. De los 195 estados que hay en el mundo, resulta que, el más polémico y el que más molesta es el único que es judío. Eso no quiere decir que en las IDF se hayan cometido excesos deplorables, que en una guerra haya habido crímenes, que haya individuos que sobrepasen cualquier código moral (muchos de ellos juzgados en los tribunales israelíes) y que, en definitiva, sea agradable una situación de tensión permanente. Aun así, hay que tener en cuenta que la mayoría de imágenes que nos llegan del conflicto son precisamente de la Franja de Gaza, de la cual, no sale ninguna información sin la autorización del grupo terrorista que la gobierna manu militari. Son doctos en la creación de contenidos audiovisuales y ya se encargan muchos de sus estólidos en darle difusión en occidente, estoy pensando en Mehdi Hasan que, desde Al Jazeera, es decir, de un canal fundado en Catar y financiado por el gobierno catarí, se dedica a predicar sobre la falta de derechos humanos de los palestinos. Ver para creer.

Finalmente, el mito del palestino lanzando piedras hacia tanques israelíes (la propaganda soviética se encargó de popularizarlo11), es precisamente una forma de apelar a los sentimientos occidentales. Si la tónica dominante hubiera sido la de lanzar piedras, no hubiera hecho falta el desarrollo de la Cúpula de Hierro. Si lanzaran piedras y no se inmolaran indiscriminadamente contra población civil, tampoco harían falta los check-points ni los muros de contención (según Claudio Vercelli, estos han reducido en un 90% los atentados terroristas y los actos de violencia12), si Hamas no colocara sus bases de operaciones en hospitales, colegios, residencias o incluso guarderías, se evitarían muchas muertes de inocentes, como también lo haría el hecho de usar los recursos internacionales para cuidar a su población y no para lanzar cohetes a ciudades israelíes y excavar túneles con los que poder atacar al país vecino. Llegados a este punto hay que remarcar que no todo el que critica a Israel es antisemita, pero todo antisemita ataca a Israel.

Bibliografía

Beller, S. (2007). Antisemitism: A Very Short Introduction. Oxford: Oxford University Press.

Johnson, P. (1988). A History of the Jews. New York: Harper & Row .

Korey, W. (1995). Russian Antisemitism, Pamyat, and the Demonology of Zionism. New York: Routledge.

Pla, J. (2002). Israel, 1957. Barcelona: Destino.

Stein, L. (2009). The making of Modern Israel, 1948-1967. Cambridge: Polity Press.

Twain, M. (2007). The innocents abroad. New York: The modern library.

Vercelli, C. (2020). Storia del conflitto israelo-palestinese. Urbino: Editori Laterza.

1 Los protocolos de los sabios de Sion se publicaron en 1902 y buscaban justificar los pogromos recurrentes que se producían en la Rusia Zarista. Este texto sirvió de inspiración al propio Hitler, el cual, en su libro insignia, no solo los citó, sino que en buena medida muchas de sus premisas estaban en consonancia con los mismos. Uno de los postulados del Protocolo era que los judíos iban a usar el capitalismo y el socialismo para enfrentar al mundo y conquistarlo. Antes de la I Guerra Mundial, el libelo sólo estaba enfocado hacia una audiencia rusa, especialmente por el idioma, pero eso no fue problema para Occidente y la Europa Central a la hora de desarrollar sus propios alegatos antisemitas, por ejemplo, el célebre “Victory of Jewry over Germandom” (1879) de Wilhelm Marr, también tenía la misma pretensión de propagar la idea que vivían bajo una conspiración internacional judía (Beller, 2007, págs. 72-73).

2 De 20.770 km2, es el centésimo cuadragésimo noveno estado en superficie de 195.

3 Esto no quiere decir que por las dimensiones de un país no pueda ser criticado por sus acciones.

4 Arabia Saudita, Baréin, Catar, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Irak, Irán, Jordania, Kuwait, Líbano, Omán, Siria, Yemen, Turquía y Chipre. El concepto de Oriente Medio es confuso, por ende, hay países como Chipre que podrían estar fuera.

5 Y no es que lo diga yo, o Israel, o Estados Unidos, sino que la Unión Europea lo califica de ese modo. Es decir, no se trata de una burda etiqueta, por el contrario, es la definición exacta de lo que es Hamas. El problema, a mi juicio, es que occidente rara vez tiene en cuenta este hecho. Cuando Israel responde a los ataques de dicha organización, muchos se horrorizan. La vara de medir es exigirle a Israel un trato a sus vecinos como si de un estado europeo se tratara (en el sentido físico y geográfico), es decir, un país que lidiase con democracias como: Luxemburgo, Italia, Francia o Portugal, y no con quien realmente debe lidiar: Hamas, Hezbollah, Daesh, Irán, etc. Como no puede ser de otra forma, cuando hay abusos y crímenes injustificados por parte de las IDF, no solo son condenados por la mayoría de la población israelí, sino que existen procesos legales para poner coto a esos actos que ruborizan a cualquier ser humano.

6 Término desarrollado por R.J. Rummel, el cual se refiere a los asesinatos gubernamentales de opositores políticos y otros crimines de este estilo, siempre intencionados.

7 Datos extraídos del gobierno. Israel in Figures Selected Data From the Statistical Abstract of Israel: https://www.cbs.gov.il/he/publications/DocLib/isr_in_n/sr_in_n21e.pdf

8 En 1869, el escritor norteamericano, Mark Twain describió la zona de Palestina de la siguiente manera; “the further we went the hotter the sun got, and the more rocky and bare, repulsive and dreary the landscape became […]. There was hardly a tree or a shrub any where […], a worthless soil, had almost deserted the country” (Twain 2007, 731-732). Otro tanto sucede con el ilustre periodista palafrugellense, Josep Pla, quien a mitad de los años 50 del siglo pasado se preguntaba lo siguiente, “¿Cómo es posible que puedan vivir dos millones de hombres y mujeres en un espacio de tierra que durante dos mil años -y más- ha sido un desierto? (Pla 2002, 22).

9 Una cuestión que podría incurrir en contradicciones de todo tipo, puesto que es paradójico odiar el derecho del pueblo judío al autogobierno.

10 “There were ghosts haunting the Third Committee that day; the ghosts of Hitler and Goebbels and Julius Streicher, grinning with delight, to hear not only Israel, but Jews as such denounced in language which would have provoked hysterical applause at any Nuremberg rally” (Korey, 1995, pág. 31).

11 Véase, por ejemplo, el cartel de la PLO en el decimotercero World Festival of Youth and Students de julio de 1989 celebrado en Pyongyang, y diseñado por Emad Abdel Wahhab.

12 “L’intento dichiarato era quello de impedire l’ingresso di terroristi nello Stato ebraico, obiettivo raggiunto con una secca riduzione del 90% degli atti di violenza (Vercelli, 2020, pág. 205).

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