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Caldera, ministro anti-trabajo

Publicado en Libertad Digital

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Parece como si el ministro de Trabajo hiciera todo lo que está en su mano por contener el magnífico ritmo de creación de empleo de nuestra economía.

La última y lamentable prueba de su desprecio hacia los trabajadores que quieren ser productivos es su posición en el debate de la nueva directiva europea sobre tiempo de trabajo. Usted pensará que qué es eso de que los políticos nos digan cuanto tiempo podemos trabajar, pero es que en la construcción de una Unión de Repúblicas Socialistas Europeas, ni las horas de ir al servicio pueden quedar al libre albedrío de los individuos.

La actual directiva de 1993 establece el máximo tiempo de trabajo semanal en 48 horas pero deja abierta la puerta a que el trabajador opte por ampliar el límite en una cláusula conocida como opting-out. Así que, en la práctica, en aquellos lugares de la UE donde los sindicatos no se dedican a hostigar a los trabajadores independientes o allí donde no son omnipotentes, los trabajadores gozan de libertad a la hora de decidir cuántas horas dedicar al trabajo y cuántas al ocio. Caldera, enemigo donde los haya de los acuerdos libres, ha lanzado toda su dialéctica socialista contra los políticos que entienden que debe ser el trabajador el que decida cuántas horas trabajar "argumentando" que "hay que poner fin a una excepción contraria a la salud y la seguridad en el trabajo y al modelo europeo".

Por fortuna, el ministro el gobierno socialista se ha topado con un grupo de políticos –encabezados por el ministro laborista del Reino Unido y seguido por los nuevos miembros de la Europa Central y del Este– que están dispuestos a defender la libertad de los trabajadores en este campo. Rechazan frontalmente la supresión de la cláusula que permite al asalariado superar el límite general de 48 horas. Esta situación puede llegar a poner a cada uno en su sitio; la cerrazón de Caldera ha hecho que Alemania apunte una solución en la que sólo los asalariados que trabajen en los países que se oponen a eliminar la cláusula puedan seguir disfrutando de la libertad de horarios de trabajo.

Es posible que Caldera esté extrapolando su realidad particular al del resto de los españoles. Y es que no me cabe duda de que mientras más limitada sea la jornada laboral del ministro de Trabajo, mejor estarían los trabajadores españoles. Sin embargo, eso no ocurre con la mayoría de los españoles. Las personas que sí realizan trabajos productivos pueden querer hacer un bien al resto de la sociedad trabajando unas horas más y ganándose una renta extra que puede servirle para acceder a bienes o servicios que de otro modo le hubiese sido imposible alcanzar. Pero eso va en contra del modelo autoritario de sociedad que Caldera y sus secuaces intervencionistas tienen reservado para los europeos.

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