Skip to content

Brechas

Publicado en Libertad Digital

Compartir

Compartir en facebook
Compartir en linkedin
Compartir en twitter
Compartir en pinterest
Compartir en email

Es habitual considerar al FMI o la OCDE como liberales. Nunca lo han sido, y menos ahora, donde replican y vocean el pensamiento único sin cesar ni titubear. Por ejemplo, se han apuntado ambos al mantra de la desigualdad, para regocijo de los políticos y los mismos medios de comunicación que hasta hace nada los censuraban por su supuesto liberalismo.

Así, la OCDE señaló que "el 1% más rico en España acumula el 8% de todas las rentas", tras lo cual, lógicamente, pidió que subieran los impuestos. Los medios se entusiasmaron hablando de "la brecha social", pero antes de que deplore usted su retórica simplista y populista vea cómo se expresa el circunspecto y neoliberal informe de la OCDE: "El 1% de la cumbre ha capturado una cuota desproporcionada de todo el incremento de rentas de la últimas tres décadas". La solución liberal de esta venerable y seria institución es: “Distribuir mejor”. Léase: intervenir más y cobrar más impuestos sobre (¿no lo adivina usted?) “los que más ganan”.

El FMI, por su parte, coincide en el diagnóstico: hay un grave problema social, la desigualdad, que debe ser corregida mediante una mayor intervención pública y una mayor presión fiscal. Declaró su director para América Latina: "Si no se avanza en la igualdad no es posible mantener el crecimiento". Obviamente, avanzar significa más intervencionismo. 

Recordemos de quién estamos hablando: estos no son bolivarianos ni comunistas, estos son supuestamente los más diestros economistas profesionales formulando recomendaciones responsables para promover el bienestar general.

Pero no, no es eso lo que promueven, ni lo han promovido nunca. En cambio, siempre han promovido las agendas políticas, siempre han buscado y animado cualquier motivo que contribuyese a legitimar la acción e intervención de los políticos, que, por cierto, para eso crearon todas esas instituciones internacionales que rara vez dejan de figurar en otras categorías aparte de estas dos: o son inútiles o son dañinas.

En el caso que nos ocupa el mensaje es engañoso y nocivo. La propia idea de brecha social convoca la urgencia de un cirujano que la suture. Pero la sociedad no está quebrada, y lo último que necesita es perder aún más derechos y libertades a manos del poder, un poder que, precisamente, no ha hecho más que subir los impuestos durante décadas con el argumento de que iba a cerrar todas las brechas y a "distribuir mejor".

Y ahora nos vienen con el cuento de que la culpa es de un malvado 1% de ricos que "acumulan" o "capturan" caudales, vamos, que los roban y nos roban. Ellos son los malos: Amancio Ortega, que jamás le ha quitado a usted ni un duro, ese es el malo; en cambio los buenos son los políticos, que le quitan a usted el dinero a la fuerza, entre otras cosas para pagar nutridas burocracias de la ONU, la OCDE o el FMI, donde miles de burócratas cobran jugosos sueldos ¡libres de impuestos!

Eso sí, deles usted cinco minutos y ya estarán recomendando que le suban los impuestos a usted. Porque no creamos nunca que las recetas para cerrar las brechas estriban en castigar sólo a un puñado de multimillonarios: esto nunca ha sido así, y nunca lo será.

Cuando hablen de la brecha social, recuerde que lo que en realidad anhelan es abrírsela todavía más a usted.

Más artículos

La sátira en ‘El problema de los tres cuerpos’

Tener una amenaza creíble a 400 años de distancia sería el verdadero sueño dorado de un político. Cuatrocientos años de excusa para intervenir las vidas de la gente y decirles cómo tienen que hacer las cosas.