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Amor a la ignorancia económica

Publicado en Libertad Digital

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Según él "los mercados han demostrado que son incapaces de autorregularse". O sus conocimientos de epistemología son escasos o tiene un curioso concepto de lo que es una demostración: del hecho de que los actuales mercados financieros tengan serios problemas deduce que un mercado libre no puede generar sus propias normas protectoras y necesita una tutela exterior.

Pero es que los mercados financieros ni son ni han sido prácticamente nunca ejemplos de libertad: están fuertemente intervenidos, presentan riesgo moral y son sistemáticamente confundidos por señales falaces emitidas por los arbitrarios designios de los banqueros centrales (determinación estatal de los tipos de interés a través de la emisión de moneda de curso legal); pero es más popular repetir tontamente el topicazo de que no están regulados, tan asumido por tantos que lo ignoran casi todo del sector bancario.

Marina amablemente concede que no hay que "eliminar el mercado", pero "no se le puede dejar solo" porque "abandonado a su propio dinamismo se destruiría". "El poder económico, como los demás poderes, no tiene sistemas internos de frenada. Es bulímico. Por eso existen las leyes antimonopolio y de defensa de la competencia, y por esa razón se consideró que el trabajo no se podía considerar como una mercancía más". El mercado incluso podría volverse "suicida" o "asesino" "si no se somete a normas éticas".

Todas estas necedades muestran que Marina no entiende los mercados, que están basados en normas éticas fundamentales como el derecho de propiedad (dos no intercambian si uno no quiere, o principio de no agresión) y el cumplimiento estricto de los contratos libremente pactados (que pueden dar origen a tantas reglas y limitaciones adicionales como los participantes deseen).

Los falaces mitos de la necesidad de intervención sobre los mercados para evitar monopolios y garantizar la competencia se basan en teorías irreales profundamente erróneas que pueden engañar a incautos y neófitos varios pero no a economistas serios; incluir la excepcionalidad del trabajo parece señalar que uno se ha tragado todos los cuentos comunistas y sindicalistas acerca de la explotación del pobre empleado por los desaprensivos empresarios y capitalistas.

Los mercados libres son órdenes espontáneos emergentes que resultan de las interacciones entre múltiples individuos persiguiendo sus objetivos particulares dentro de un marco institucional ético y jurídico. Son órdenes limitados e imperfectos que permiten la coordinación social; no garantizan los aciertos, pero tienden a premiarlos y a castigar los errores. Son órdenes complejos adaptativos muy resistentes si se les deja funcionar, pero son sensibles a los patosos intentos de arrogantes ingenieros sociales de "regularlos" de forma coactiva desde el Gobierno. Curiosamente estos promotores de la regulación jurídica no suelen entrar en detalles acerca de cuáles deben ser los contenidos concretos de esa normativa que pretenden imponer a todos los demás ciudadanos; quizás porque ni siquiera se han molestado en pensarlo un poco en profundidad (ya lo hará algún "experto" o tecnócrata) o porque intuyen que sería posible para algún economista competente mostrar las indeseables consecuencias no intencionadas de sus propuestas; como efectivamente ya habían hecho los economistas de la escuela Austriaca con respecto a todas las intervenciones y regulaciones estatales que han sido las causas fundamentales de esta crisis.

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