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Este pasado mes de octubre volví a la ciudad del Tormes por varios eventos relacionados con la Escuela de Salamanca que se celebraban esos días. Y no puedo evitar, lo primero de todo, recordarles que hace justamente un año el Instituto Juan de Mariana actuó de anfitrión en un memorable encuentro del Mises Institute en el impresionante convento de los dominicos de San Esteban, completado como remate final por la entrega del premio Schlarbaum 2009 a Jesús Huerta de Soto, esta vez en el Colegio Mayor Fonseca, que fue Seminario de Irlandeses.

Ocurre que por estas fechas del otoño suele organizarse periódicamente un simposio del Instituto de Pensamiento Iberoamericano, en la Universidad Pontificia de Salamanca (y en el marco de otro edificio monumental: el antiguo colegio de la Compañía). Este año trataba sobre “El mundo iberoamericano antes y después de las Independencias”. Allí tuve la ocasión de escuchar dos interesantes ponencias: “La ideología de las Independencias”, del profesor Pena, y una reflexión en torno a Suárez y el pensamiento político ilustrado, que expuso el profesor Francisco Baciero, del que ya hemos hablado aquí, insistiendo en la modernidad de los escritos del jesuita granadino.

Miguel Anxo Pena González es un profesor de la Pontificia que publicó el año pasado un libro que les recomiendo: La Escuela de Salamanca. De la monarquía hispánica al Orbe católico. Es un ejemplo más del interés que siguen suscitando aquellos doctores salmantinos, cuyo estudio todavía cuenta con muchas posibilidades en el campo de la economía, el derecho o la política (como venimos insistiendo en estos Comentarios). El texto del profesor Pena afronta varias cuestiones de interés: describir el paradigma de la segunda escolástica y su proyección por España y Europa; analizar el impacto de la Ilustración, con las reformas de los Borbones, continuando un recorrido histórico a lo largo del siglo XIX hasta nuestros días; o detenerse en su posible influencia sobre los movimientos independentistas iberoamericanos (lo que también hemos tratado en esta columna), que fue el tema de su ponencia. Todo ello fundamentado en una consistente y actualizada bibliografía, que puede resultar de gran utilidad a los investigadores.

Y por una afortunada coincidencia, en esas mismas fechas también tuvo lugar la presentación de un texto importante de Francisco de Vitoria, fundador de la Escuela que estamos tratando aquí: sus lecciones sobre las leyes (De Legibus), que ha editado la investigadora italiana Simona Langella (junto a los profesores Barrientos y García Castilllo) en una bonita versión trilingüe, al estilo de los viejos libros renacentistas, que se me antoja como el preludio de la versión del Mutatione Monetae del Padre Mariana que prepara este Instituto en latín, inglés y español.

Hablando de aniversarios, también fue en noviembre del año pasado cuando les contaba la estancia en Madrid de Alejandro Chafuen, Presidente de la Fundación Atlas, que presentó la nueva edición en Ciudadela de su libro sobre las Raíces cristianas de la economía de libre mercado, coincidiendo con el Congreso del CEU “Católicos y vida pública”. Pues bien, en la convocatoria de este año participaba otro autor en el catálogo de esa Editorial: Samuel Gregg (La libertad en la encrucijada); que junto a Thomas Woods (La Iglesia y la economía y Cómo la Iglesia construyó la civilización occidental) ofrecen al lector hispanoparlante una sugerente visión del papel de la religión y la economía en nuestra vieja Europa, que algún tiempo atrás fue cristiana. Esto me recuerda el reciente viaje a España de Benedicto XVI, quien volvió a referirse una vez más a esa cuestión; que dejo aquí presentada para que tal vez la abordemos en otro momento.

Porque quería terminar con un par de líneas sobre la ponencia de Samuel Gregg, Director de Investigación del Acton Institute (el “Acton Institute para el estudio de la religión y la libertad” es un think-tank ecuménico que busca integrar las verdades judeocristianas con los principios del libre mercado). Gregg planteaba una nueva división en la antropología: más que distinción entre “izquierdas-derechas”, habría que hablar de una antropología materialista y de otra capaz de ver más allá de las verdades empíricas. Esta segunda tendría como fundamento una visión trascendente al defender una dimensión superior de la vida humana que presupone la capacidad para conocer la verdad, la belleza y el bien. En ella estarían alineados Aristóteles, Tomás de Aquino o Tomás Moro (y añado yo, nuestros doctores de Salamanca).

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