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Introducción al pensamiento de Erik von Kuehnelt-Leddihn

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Erik Maria Ritter von Kuehnelt-Leddihn fue un noble nacido en el Imperio Austrohúngaro a principios del siglo XX y catalogado como el hombre más interesante del mundo por William F. Buckley. Era un hombre de los antes, polímata, que escribió tanto ficción como no-ficción, y abarcó todas las áreas de las ciencias sociales. A su vez era políglota. Aprendió de manera fluida 8 idiomas, y hablaba otros 11 de manera informal. Y viajó a más de 75 países. Ferviente católico, llegó a presenciar una vez a Satanás, “tal y como aparecía en los libros primitivos.”

Asociado al National Review, al Acton Institute y al Mises Institute, entre muchos otros, su pensamiento político es muy interesante, y tiene mucho que aportar actualmente. Se definió como arch-liberal y le gustaba el liberalismo original de Lord Acton, Tocqueville y Montalembert, aristócratas conocedores de economía muy influenciados por la Iglesia Católica. No dudó en definirse como un hombre de derecha y defendió la libertad, las jerarquías, la diversidad y la monarquía, siendo un crítico del comunismo, del nazismo, del posmodernismo y de la revolución francesa, que no fueron más que la encarnación de las ideas igualitaristas, democráticas, revolucionarias, nacionalistas, relativistas e identitarias que rechazaba.

«Derecha» e «izquierda»

Como se ha mencionado, en su obra no dudo en definirse como derechista, usando un argumento etimológico que es adecuado recordar:

“En todos los idiomas europeos, la palabra «right» (derecho) está relacionada con «ius» (derecho), «rightly» (correctamente), «rightful» (legítimo). (…) En ruso, «pravo» significa «ley» y «pravda» significa «verdad». (…) Mientras, en italiano, «sinistro» puede significar «izquierdo», «desafortunado» o «calamitoso». (…) En la terminología bíblica, los justos en el Día del Juicio estarán a la derecha y los condenados a la izquierda. Cristo se sienta «ad dexteram Patris» (a la derecha del Padre), como afirma el Credo de Nicea” (1974).

Erik von Kuehnelt-Leddihn

Según su obra, el término “izquierda” no solo se asocia a todo lo malo, sino que a nivel político fueron y siguen siendo los que defendieron una visión completamente distópica de la naturaleza humana, buscando “utopías” igualitarias: una sola lengua, clase social, raza, ideología y Estado. Para ello persiguen a todo aquel que se salga de la media. Como la religión se opone a su visión materialista y totalitaria del mundo, la atacan por dos frentes, aislándola al ámbito privado o creando una religión de Estado.

Ese identitarismo no es más que la explotación de la envidia, pero lucha contra la naturaleza humana: “Los seres humanos son diferentes: tienen diferentes edades, diferentes sexos, varían según su fuerza física, su intelecto, su educación y sus ambiciones. Tienen caracteres diferentes y diferentes tipos de memoria, diferentes disposiciones” (1974). La fórmula moderna del igualitarismo es “un hombre, un voto”. Por el contrario, a Kuehnelt-Leddihn le gustaba la libertad, y afirmó que es incompatible con la igualdad.

Rechazo de la democracia

Quizá lo fundamental de su obra fue el rechazo a la democracia, que es el poder de la multitud, masas ordenadas uniformemente que atacan todo aquel que fuese diferente, “esta tiranía es a la que yo me opongo” (1943). Defendió la familia: “Creo en la familia, en la jerarquía natural dentro de la familia, y en el abismo natural existente entre los sexos. (…) En una jerarquía, el miembro más bajo es funcionalmente tan importante como el más alto” (1943) y la propiedad: “Me gusta que la gente tenga su propia vivienda, sus propios terrenos, sus propios criterios que les empujen a actuar de forma independiente. Temo a la manada: al 51 por ciento que votaron a Hitler y Hugenberg; a la turba estruendosa que apoyó El Terror en Francia” (1943).

La democracia además es relativista. Fue la vox populi la que condenó a Cristo tras preguntar Poncio Pilato “¿qué es la verdad?”. El consenso también es injusto, un genocidio no pasa a ser bueno porque se reduzca a la mitad, los derechos naturales no son negociables. La democracia además es contraria a la libertad, “la represión del 49 por ciento por el 51 por ciento o del 1 por ciento por el 99 por ciento es muy lamentable, pero no es antidemocrática” (1974).

Totalitarismo, irresponsabilidad, demagogia, mentira…

A su vez, Kuehnelt-Leddihn predijo en su obra la expansión del Estado en forma de “seguridad social” o “socialdemocracia” que se había dado durante los dos últimos siglos hasta llegar al totalitarismo burocrático en el que nos encontramos: “Estos anhelos y deseos se traducen en medidas específicas, y así vemos finalmente un totalitarismo burocrático que restringe las libertades personales” (1952).

No solo eso, sino que la democracia fomenta la irresponsabilidad, la demagogia y la mentira. Las personas con peores intenciones lleguen al poder ya que la honestidad no se premia en votos. El personalismo con nombres propios es reemplazado por el uso de la primera persona del plural, que “debido a sus implicaciones colectivistas, es infinitamente más devastador en sus resultados” (1952). En ese modelo las personas pasan a ser una porción matemática de la nación (Auctoritas nihil aliud est nisi numeri et materialium suma), eliminándose toda su personalidad.

Liberalismo y monarquía

Frente a la democracia, defendió el liberalismo, que a nivel político no respondía a quién tiene que gobernar, sino cómo debía gobernar. La respuesta liberal clásica es: “Independientemente de quién gobierne, ya sea un monarca, una élite o una mayoría, el gobierno debe ejercerse de tal manera que cada ciudadano disfrute de la mayor cantidad posible de libertad personal» (1974). Por tanto, es factible aceptar la posibilidad de una monarquía liberal.

Asimismo, su defensa de la monarquía se basó en diferentes argumentos. El principio monárquico es unificador según Santo Tomás, no divisorio. Las familias reales están emparentadas entre sí y son muchas veces extranjeras, lo que evita las ideas nacionalistas y raciales. El monarca es la cabeza política y social por lo que debe gobernar por prestigio, no solo por decreto. Y estuvo en sus tiempos subordinado a la ley (Rex sub-Lege) además de “limitado por poderosos vasallos, la Iglesia, la dieta en la que estaban representadas las clases sociales, y las ciudades libres que tenían grandes privilegios” (1952), entre varios más.

Además, uno de los mitos más extendidos era que los Padres Fundadores de los EEUU eran demócratas. Más bien fueron aristócratas, una forma de gobierno mucho más liberal. Jefferson recordó el carácter aristocrático de EEUU: “la aristocracia natural la considero como el regalo más precioso de la naturaleza, para la instrucción, las responsabilidades y el gobierno de la sociedad”.

Hus y sus discípulos

La primera figura izquierdista fue para Kuehnelt-Leddihn la de Hus. Los seguidores de Hus fueron hostiles hacia las jerarquías y hacia la figura del papa, cuyos sucesores taboritas guiados por Zika defendieron el nacionalismo étnico. Otra figura importante fue Lutero, si bien fue un rigorista que se escandalizó por la perversión moral vista en Roma, su interpretación privada de la Biblia abrió la puerta al relativismo, que unido a su rechazo a la razón y su defensa del Estado omnipotente abrió la puerta al totalitarismo.

Pero la principal revuelta izquierdista fue la Revolución Francesa. Kuehnelt-Leddihn la ejemplificó mediante una biografía del marqués de Sade. Ateo y materialista, fue conocido por sus perversiones sexuales y condenado por torturar a una prostituta, azotar a una niña e ir a orgías. Su ideología ejemplificó lo ocurrido durante el Terror: “Pedantes, verdugos, escribanos, legisladores, escoria tonsurada, ¿qué van a hacer una vez que prevalezcamos?”. Otro hombre que influyó negativamente fue Rousseau, Rousseau creía que aquel que se negase a pagar obediencia a la voluntad general sería responsable de ser impulsado a ello por la fuerza, siendo obligado a ser libre.

Según Kuehnelt-Leddihn, la primera etapa de la Revolución Francesa fue una revuelta aristocrática, pero con la segunda, de la mano de Voltaire, llegó el desastre. Subvirtieron la religión, las convicciones, las tradiciones y las lealtades, empezando el proceso de arriba hacia abajo. La revolución dio a fanáticos la sensación de que no había leyes fijas, reglas eternas, estándares ni autoridades permanentes. Por tanto, la Revolución Francesa fue una revuelta contra el racionalismo de Roma y la verdadera Ilustración. El genocidio de la Vendée ejemplificó lo que iba a ocurrir en el siglo XX con armas de destrucción masiva.

Socialismo: monasticismo secular

Sobre el socialismo añadió que no era más que la vida monástica secular: “La hermandad universal, el altruismo, la ayuda mutua, la justicia social, la caridad omnipresente, la humildad en la igualdad, todas estas nociones tienen raíces cristianas, un trasfondo cristiano” (1974), pero herética: “edenismo”, es decir, buscar el Paraíso en la Tierra olvidando el pecado original. Sobre Mussolini también tuvo palabras, y recordó su admiración a Hus cuando estudiaba en Austria.

Pero, su tesis más conocida es sobre el nacionalsocialismo. Se centró en que aquel movimiento popular no podría haberse llevado a cabo sin media Alemania no hubiese sido protestante. Por norma general, la diferencia entre católicos y protestantes, excluyendo “contaminaciones”, es que las primeros piensan en absolutos, son antagonistas de las ideologías “completas” y dudan del poder. Lutero, en cambio, creía que había que obedecer al príncipe, aunque pecase gravemente.

Nacional socialismo

Hitler fue la contraparte alemana de la revolución francesa, como él mismo admitió. Fue un identitario, una personificación de las masas, un Gran Hermano. Quería a los alemanes más uniformes, en raza y en pensamiento, a través de la eugenesia y de la deportación. Fue un revolucionario, que atacó a la Iglesia para fomentar el cristianismo positivo, ya que la ética cristiana de la compasión, caridad y misericordia era contraria a su credo. Como él se definió fue un demócrata, y el nacionalsocialismo fue, en palabras de Hitler, “la democracia alemana de la libre elección de un líder”.

Pero ¿y quién votó a los nazis? Kuehnelt-Leddihn presentó dos mapas: el primero de ellos indicaba el porcentaje de voto nazi por región, superando en 1932 el 40% en regiones mayoritariamente protestantes y siendo bastante reducido en las católicas. El segundo, un análisis de los trasvases de votos entre 1928 y 1933. Los centristas católicos y los monárquicos bávaros mantuvieron sus votos, también los nacionalistas reaccionarios, y los votos socialdemócratas pasaron a los comunistas. Los liberales demócratas y relativistas, en cambio, desaparecieron. Sugirió, por tanto, que fueron las clases medias, agnósticas, dudosas políticamente, moderadas, progresistas e ilustradas las que votaron a los nazis.

Biografía de Mises

Para finalizar su obra escribió una biografía de Mises. Explicó que nació en Lviv, “la pequeña Polonia” del Imperio Austrohúngaro en una amalgama de raíces judías, cultura polaca y marco político y lealtad austriacos. Los polacos, como nación aristocrática, defendían la libertad. Polonia era la nación del liberum veto, donde la oposición de un solo hombre del Sejm anulaba cualquier propuesta legal. Mises culturalmente era un conservador, y donde Kuehnelt-Leddihn y él se conocieron fue junto al archiduque Otto de Habsburgo.

Después de una revisión sobre el entorno cultural y académico de Mises, recalcó que fue un hombre que, “contrario a cualquier titubeo, no buscaba la popularidad, sino la verdad. (…) No era un “tipo común”, sino un caballero de la vieja escuela y, sobre todo, un gran intelectual que había redescubierto verdades permanentes olvidadas y atacado nuevas supersticiones. Nunca se rindió. Luchó hasta su último aliento” (1997).

Finalmente dejo un enlace directo a las obras principales de Erik von Kuehnelt-Leddihn, pero recomiendo profundizar mucho más en este autor

Obras

“Credo of a Reactionary”, The American Mercury 57, 1943.

“The Menace of the Herd”. Milwaukee: The Bruce Publishing Co., 1943.

“Liberty or Equality”. Front Royal, Virginia: Christendom Press, 1952.

“Leftism, From de Sade and Marx to Hitler and Marcuse”. New Rochelle, New York: Arlington House Publishers, 1974.

“The Cultural Background of Ludwig von Mises”, Studies in Classical Liberalism, 1997.

Sobre Erik Kuehnelt-Leddihn, ver también

Diferencias entre guerras ‘monárquicas’ y ‘democráticas’. (Manuel Llamas).

Contra la derecha identitaria. (José Carlos Rodríguez).

La alternativa a la democracia. (Albert Esplugas).

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