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365 días de libertad

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En España se ha legalizado la profanación de tumbas siempre y cuando el finado fuera adversario político del actual Ejecutivo.

Ya se va 2019.

La tierra (o en mayúsculas, Tierra, si nos ponemos panteístas) ha completado un ciclo alrededor del Sol. Atrás quedan 365 días en los que hemos descubierto que se puede formar gobierno a golpe de pacto con separatistas y terroristas, independientemente de dónde quede la dignidad y la honradez del Estado (si es que la ha habido). 2019 ha sido el año en que en España se ha legalizado la profanación de tumbas siempre y cuando el finado fuera adversario político del actual Ejecutivo, todo ello por obra y gracia del Boletín Oficial del Estado y del sacrosanto Tribunal Supremo. Como muda espectadora, una Iglesia que debía a la historia y al susodicho que España no fuera Camboya, ha quedado acobardada por la dictadura de lo políticamente correcto. ¿Cuántas obleas y cuantos campanarios quedarían en España de haber ganado, en 1939, los que ahora (como entonces) se dedican a asaltar sepulturas?

Este año, cómo no, ha sido otro más en el que los hombres somos un poco más delincuentes por el hecho de ser hombres y las mujeres, si quieren ser mujeres, tienen que aceptar que su cuerpo, su mente y su futuro sean determinados por otras mujeres que saben -mucho mejor que ellas- qué necesitan. Mujeres que les dicen que usted (si es hombre) es un violador o usted (si es mujer) es cómplice si no está dispuesta a asumir que todos los males de su vida son culpa del patriarcado. El año, también, en el que cualquiera que quiera llegar a nuestro país pasa a ser “refugiado” y cualquier miserable que se aproveche del sufrimiento y de la pobreza es llamado “ONG humanitaria”.  También ha sido el año en el que con 16 años se es una pobre niña inocente para mantener relaciones sexuales consentidas pero se puede, con la misma edad, pontificar y ser profeta de la religión ecologista y lloriquear (con muchas cámaras) en los foros mundiales.

2019 ha sido, como lo fue el 2018 y todo apunta al 2020, otro año en el que la civilización occidental se desmorona, asistiendo a la muerte de la presunción de inocencia (ser acusado convierte al señalado en culpable), a la destrucción de la familia (nada más reaccionario que pretender tener hijos del vientre de su propia mujer) y el ataque sistemático a la empresa, el ahorro y el trabajo duro. Este año, al igual que desde hace mucho, ha sido otro más en el que la vida de un lince ibérico en peligro de extinción vale más que la de un ser humano no nacido; otro año, también, en el que a los niños se los adoctrina en las escuelas para que los lobbies y las asociaciones por la igualdad sigan corrompiendo sus tiernas mentes; otro año, en definitiva, en el que somos menos libres para elegir lo que queremos ser, en oposición a lo que el Estado y las élites dominantes han decidido que debemos ser.

Pero no todo está perdido. En 2019 nada menos que 50 millones de seres humanos han salido de la pobreza en países en los que el libre mercado y el capitalismo aumentan y se asientan. 2019, además, ha sido el año en el que la criminalidad en España sigue siendo una de las más bajas del mundo y la libertad de las minorías (a pesar de lo que La Sexta y otras cadenas de agitación afirmen) sigue creciendo de forma segura. 2019 ha sido el año en el que la lacra asesina del aborto ha disminuido, a pesar de la brutalidad de los números que arrojan las estadísticas. Ha sido el año, también, del deseado, aunque aún inconcluso final de la dictadura chavista que asola Venezuela y de los estertores del sistema castrista en Cuba. 2019, en definitiva, ha sido un año en el que los desfavorecidos, los excluidos y los que no gozan de los parabienes extractivos del estado social han visto cómo sus condiciones de vida mejoran. O al menos no siguen empeorando. Un buen año para la libertad, por lo que merece la pena ver el vaso medio lleno. Aunque cueste mantenerse en pie.

Por otros 365 días de difusión, afianzamiento y desarrollo del libre mercado. Y que, dentro de un año, sigamos aquí.

2 Comentarios

  1. Reflexión sucinta pero
    Reflexión sucinta pero acertada, que señala agudamente los problemas más importantes que tiene nuestra sociedad debido a la «ingeniería social» que la ideología neocomunista y sus fieles compañeros de viaje, socialpedristas y separatistas. Alabo la mención que desde el estupor y la tristeza, se hace a la Iglesia, venerable institución que tanto le debió a aquel cuyos restls han sido profanados impunemente. En fin, me adhiero vivamente al mensaje de nuestro joven «Juandemariana». Significa que no todo está perdido. Salud , paz (pero no a cualquier precio) y unidad entre TODOS LOS ESPAÑOLES.

  2. OK,es la realidad ,lejos de
    OK,es la realidad ,lejos de las apretadas filas de la tiranía de la mayoría de los medios que cada vez nos cuentan aquello que debemos asumir aparcados frente al televisor. La adolescente ,la mujer del año ,no es una broma del 28 de Diciembre etc


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