Skip to content

Ada Colau y su ataque totalitario contra el turismo (II): Airbnb

Compartir

Compartir en facebook
Compartir en linkedin
Compartir en twitter
Compartir en pinterest
Compartir en email

Ada Colau se pliega ante la industria hotelera, que ve como nuevos negocios tienen éxito en su sector.

La innovación y la búsqueda de un valor superior que ofrecer a los consumidores es inherente a la economía de libre mercado. En una economía libre no hay barreras de entrada gubernamentales a los sectores económicos, por lo que la mayoría de sectores llegan a una etapa de maduración con una concentración de competidores elevado. La única manera de desenvolverse en un mercado saturado es a través de la diferenciación, esto es, ofrecer una propuesta de valor superior a la de los competidores.

Si la diferenciación es sustancial (disruptiva) puede cambiar notablemente los sectores, haciendo que las empresas que hasta el momento eran rentables, pasen a un segundo lugar o incluso a una etapa de declive. Esto es totalmente normal ya que la economía es dinámica, cambiante y evoluciona espontáneamente (sin planificación). Y es bueno que así sea, ya que la constante necesidad de las empresas de aportar más beneficios a los consumidores hace que la sociedad en su conjunto se vuelva más rica y próspera.

El impacto de la llamada economía colaborativa va en este sentido y es evidente. Supone la entrada de nuevos modelos de negocio en industrias tradicionales como la de transporte de viajeros o la hotelera. No sólo ha puesto de manifiesto que algunos sectores estaban anticuados y anquilosados, sino que también ha mostrado lo privilegiados que estaban y quieren seguir estando.

Un ejemplo claro es el sector hotelero en Barcelona. De momento han conseguido que la alcaldesa, Ada Colau, restrinja totalmente la competencia suspendiendo la concesión de licencias turísticas en Barcelona. Esto significa que no se pueden abrir nuevos establecimientos hoteleros, apartamentos turísticos, hostales, pensiones, apartahoteles, residencias de estudiantes, albergues juveniles y otras viviendas de uso turístico. Ahora les toca el turno a las empresas de economía colaborativa como Airbnb o HomeAway.

El ayuntamiento de Barcelona ya ha impuesto una multa de 600.000 euros a Airbnb y amenaza con seguir multándoles porque “estafan a la ciudad” (sic). Ahora surge un nuevo ataque por el tema de los realquileres, esto es, que un inquilino realquila habitaciones a terceros mediante Airbnb.

El ataque está totalmente injustificado. Airbnb es una plataforma de intermediación de pisos turísticos. Pone en contacto a un pequeño propietario de un inmueble (que desea obtener unas rentas alquilándolo) y a un tercero (que busca un inmueble de unas determinadas características en el que alojarse).

El ayuntamiento culpa a Airbnb de los realquileres, pero ¿es realmente el intermediario el culpable de esta ilegalidad? Evidentemente no. La ilegalidad la comete el inquilino que realquila, y lo que no se puede pretender es que Airbnb se ponga a investigar a todos los inquilinos y todos los contratos de los pisos que se anuncian. No es ni factible, ni lógico ni justo. La ilegalidad la comete el inquilino que realquila sin permiso del propietario, y debe ser éste el que asuma las consecuencias.

De hecho, Airbnb pide a todos los anfitriones que certifiquen que tienen permiso para anunciar su alojamiento y les recuerda que comprueben y sigan las leyes locales antes de subir su anuncio. Estas cláusulas están muy claras en los términos de servicio y en su página sobre ser anfitriones responsables.

¿Qué más se le quiere pedir al intermediario? ¿Que haga de investigador a oferentes y demandantes? Es sencillamente ridículo y carece de sentido. Es simplemente una excusa para cargar contra Airbnb.

La única explicación es la que hemos aportado anteriormente: Ada Colau se pliega ante la industria hotelera, que ve como nuevos negocios tienen éxito en su sector poniendo de manifiesto que quizás el “rey está desnudo”: hay nuevas innovaciones disruptivas que captarán parte de los mercados tradicionales.

Pero por mucho que intenten frenar el progreso en su sector mediante reivindicaciones lobistas, la realidad es que Airbnb publicita ya más camas que la mayor cadena hotelera del mundo, mientras Uber se ha convertido en la mayor red de transporte de pasajeros del mundo.

2 Comentarios

  1. ¿Alguna preciosidad me
    ¿Alguna preciosidad me alquila habitación? entra regalo porque duermo solo 😛

    Jajajaja…

  2. «Restringa» debería ir con
    «Restringa» debería ir con jota.
    En «una concentración de competidores elevado» debería haber concordancia de género entre «concentración» y «elevado».

    A mí se me ocurre otra explicación a la del sometiemiento a los intereses económicos establecidos: que cuando dicen «estafan a la ciudad» estemos presenciando una proyección psicológica, una confesión. Ellos, los que mangonean la ciudad de Barcelona son los que están estafando a la ciudad, porque es una ciudad muy turísitica, y dificular el turismo es dificultar la economía de la ciudad. Y todo por los prejuicios del racismo y del nacionalismo.

    Por otra parte, si los políticos pudieran sacar más pasta de las «innovaciones disruptivas» y se aseguraran seguir en el poder, entonces echarían al cubo de la basura a sus cuates empresarios. Quizás sea que no saben echar cuentas, porque claramente podrían sacar más pasta de los turistas y de los empresarios cautivos de las pequeñas empresas de servicios que de los grandes empresarios, que saben y pueden zafarse de los impuestos.

    Saludos


Añadir un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más artículos

El día en que faltaban pisos

El tema de la vivienda es, sin duda, el principal problema de la generación más joven de país, podríamos decir de la gente menor de 35 años que no ha accedido al mercado de vivienda en la misma situación que sus padres, y no digamos ya de sus abuelos.