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África se despereza

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La pobreza es una idea intuitiva, pero que se escapa entre los dedos en cuanto queremos cogerla para darle una mayor precisión. Sólo puede ser significativa si intentamos darle una definición absoluta, no relativa, pero tampoco admite una medición fija. Por eso es habitual que haya varios criterios, no mucho más válidos unos que otros.

Recientemente, Xavier Sala i Martin y Maxim Pinkovskiy han publicado un informe con el provocativo título: La pobreza en África está cayendo… más rápido de lo que piensas. Según sus cálculos, la tasa de pobreza ha caído en diez puntos porcentuales desde 1995, lo que contrasta con lo que recogía el informe de Naciones Unidas del programa de Objetivos de Desarrollo del Milenio, que apenas apreciaba avances en estos años.

Los hallazgos de estos dos autores coinciden esencialmente con lo recogido por un informe anterior, del Banco Mundial, aunque con números y ritmos distintos. Mientras que los dos autores citados utilizan los datos de PNB ajustados por la paridad del poder de compra, con lo que se incluyen las inversiones empresariales y el gasto público, el Banco Mundial se basa en informes sobre el consumo de los hogares. Ellos también recogen una caída en el porcentaje de la población bajo el umbral de la pobreza, aunque no el suficiente como para compensar el aumento de la población. El trabajo de Sala i Martin recoge la evolución de los ingresos de los africanos, mientras que el del Banco Mundial, la evolución de su capacidad de compra de una cesta básica de bienes.

Estos dos informes están refrendados por uno más, elaborado por Alwin Young, que se llama El milagro del crecimiento africano. Se olvida de los datos de PIB y se centra en el consumo. En realidad, en la adquisición de bienes duraderos, viviendas y medios que son indicadores de la calidad de vida, en las dos últimas décadas. El informe dice que “el principal hallazgo (…) es que el consumo real de los hogares en el África Subsahariana está creciendo entre el 3,2 y el 3,8 por ciento al año, esto es, de tres veces y media a cuatro lo que ofrecen las fuentes internacionales”. Y “si bien las fuentes internacionales indican que el África Subsahariana está progresando a un ritmo que es menos de la mitad de otros países desarrollados”, el método elaborado por Young muestra que “el crecimiento en África está fácilmente a la par con lo que se experimenta en otras economías”.

Todas las sociedades ricas han sido pobres alguna vez, por lo que la pobreza no es una trampa sin salida. África parte de un punto de partida tan bajo que aún tiene que seguir durante décadas para acercarse a niveles de vida comparables. Pero hay que incidir en que está siguiendo ese camino. Y eso que la globalización podría hacer todavía más por el continente.

Según el Banco Mundial, en 2008 sólo el 3,42 por ciento de la Inversión Foránea Directa se dirigió al vasto continente. A pesar de tener una densidad de población baja, una gran extensión, carencia de infraestructuras y otros impedimentos institucionales, África se despereza y retoma el camino de la integración en el comercio mundial, la inversión y el crecimiento, que ya tomó desde el XVIII y que se truncó en el XX.

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