Skip to content

Dame más, pídeme menos

Compartir

Compartir en facebook
Compartir en linkedin
Compartir en twitter
Compartir en pinterest
Compartir en email

Dame más, pídeme menos

Dos vecinos, Luis y Diego, coinciden en un pequeño rastrillo.

(Luis)

-Hola, Diego. Veo que vendes tus discos.

(Diego)

-Hola Luis, así es. Y yo veo que tú vendes tus libros. Por cierto, este me interesa. ¿Cuánto pides por él?

(Luis)

-Diez euros.

(Diego)

-Vaya, me parece demasiado caro.

(Luis)

-Pues creo que te he hecho una buena oferta e incluso estoy pensando subir el precio. De todos modos, fíjate que cuanto más me pagues por cada libro, más dinero tendré yo luego para comprar tus discos.

(Diego)

-Podría ser así, pero tendrías que comprometerte a que vas a usar todo ese dinero que yo te doy en comprar mis discos, y de momento no has mostrado interés por ellos y ni siquiera hemos hablado de sus precios. Se me ocurre una idea mejor: te propongo que lo hagamos al revés, que bajes tú el precio del libro, y así yo tendré más dinero disponible para seguir comprándote más libros.

(Luis)

-Esto es realmente curioso. Resulta que cualquier precio que pongamos parece equivocado y que bajarlo o subirlo va a incrementar nuestras compraventas, y por lo tanto nuestra prosperidad económica.

(Diego)

-Tal vez es porque hemos olvidado que los intercambios no son mutuamente beneficiosos si el vendedor o el comprador reciben menos valor que el que entregan. Esto no es un juego en el que gana el que más movimientos realiza, sino el que maximiza sus beneficios. No hay que considerar sólo la rotación de mercancías sino también los márgenes, la diferencia entre lo que se consigue y lo que se da. Que el flujo de bienes y dinero se reduzca o interrumpa podría simplemente reflejar que ya no nos interesa realizar ninguna operación comercial más.

(Luis)

-Cuánta economía puede aprenderse simplemente practicando un poco el comprar y vender. ¿Qué tal si regateamos un poco?

(Diego)

-Supongo que no te refieres al fútbol, sino a la negociación, la práctica de tantear los precios pedidos y los ofrecidos para ver si encontramos un acuerdo mutuamente beneficioso. De acuerdo, juguemos un rato, pero te advierto que mi estrategia es comenzar pidiendo mucho y ofreciendo poco. Trataré de convencerte de lo valioso que es lo que te ofrezco y lo poco valioso que es lo que tú me ofreces.

(Luis)

-Yo pensaba mantener secreta mi estrategia negociadora, pero casualmente esa es también la mía, quizás se trate de un universal humano o una estrategia óptima evolutivamente estable. Supongo que si no hay acuerdo deberemos bajar los precios que pedimos y subir los que ofrecemos, ¿no?

(Diego)

-Así es. Afortunadamente está garantizado que no nos eternizaremos porque el juego tiene condiciones de terminación: o se alcanza un acuerdo mutuamente satisfactorio, o el vendedor no quiere bajar más el precio pedido (con lo que deja de intentar la venta), o el comprador no quiere subir más el precio ofrecido (e igualmente es expulsado del mercado).

(Luis)

-Sería interesante analizar qué pasa si uno de los participantes comienza pidiendo poco y ofreciendo mucho, o si lo hacen los dos. O si el precio pedido tiende a subir en lugar de bajar, o el precio ofrecido tiende a bajar en vez de subir.

(Diego)

-Dejemos esas enrevesadas y poco realistas posibilidades para los estudiosos de la economía, y nosotros vayamos a lo nuestro.

(Luis)

-Juguemos, pues, y que gane el mejor.

(Diego)

-Bueno, eso suele decirse en competiciones de suma cero, en las cuales unos deben perder para que otros ganen. En los mercados existe la posibilidad de que todos los participantes ganen, y si no juegas no pierdes sino que simplemente te quedas igual que estabas.

(Luis)

-Intentemos entonces ambos mejorar nuestra satisfacción personal mediante la redistribución libre y voluntaria de nuestras legítimas posesiones.

Aún no hay comentarios, ¡añada su voz abajo!


Añadir un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más artículos

El día en que faltaban pisos

El tema de la vivienda es, sin duda, el principal problema de la generación más joven de país, podríamos decir de la gente menor de 35 años que no ha accedido al mercado de vivienda en la misma situación que sus padres, y no digamos ya de sus abuelos.