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Dinero, deuda y banca

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El dinero mercancía se atesora como depósito de valor o se entrega físicamente para comprar algo o saldar alguna deuda. El dinero es muy susceptible de ser robado: puede ser necesario protegerlo de algún modo, dificultando el acceso de los ladrones al mismo; pero las medidas de protección (esconderlo, custodiarlo personalmente o de forma colectiva en algún refugio) pueden dificultar su uso como medio de intercambio (y para entregarlo físicamente a otro es necesario llevarlo consigo, lo cual puede poner en peligro la integridad física del portador). Además atesorar dinero tiene un coste de oportunidad: no es un bien de consumo ni una herramienta para la producción de más bienes o servicios.

En la búsqueda de la eficiencia económica estos problemas se minimizan mediante agentes especializados, los bancos, que intermedian cobros y pagos utilizando su propia deuda como sustituto o complemento monetario.

El sistema de pagos y cobros de una sociedad puede ser descentralizado o centralizado en diversos grados (con varios centros o nodos más o menos importantes), y puede basarse solamente en dinero mercancía o utilizar también deuda (promesas de entrega de dinero mercancía) como medio de intercambio.

En un sistema completamente descentralizado con solamente dinero mercancía (por ejemplo monedas de metales preciosos), cada individuo guarda por su cuenta o lleva consigo dinero y lo entrega o recibe físicamente en los intercambios. La deuda puede existir si se producen intercambios diferidos (dinero o bienes presentes a cambio de promesas de entrega de dinero en el futuro), pero no hay agentes que se dediquen a compensar deudas para economizar los movimientos físicos de dinero.

La deuda emitida de forma descentralizada no circula (no se acepta por terceros como medio de pago) por varios problemas: es difícil estimar el crédito de una gran cantidad de emisores, y puede ser muy costoso localizarlos y exigirles el pago del dinero (quizás no se sabe dónde están o están muy lejos).

La deuda podría circular de forma limitada en la medida en que el sistema se centralice parcialmente, es decir si existen redes locales de confianza (los agentes son localizables con facilidad y tienen buena reputación gracias al cumplimiento satisfactorio de frecuentes relaciones comerciales previas). Para que la deuda se monetice debe estar emitida por acreedores fácilmente localizables (negocios establecidos) y de confianza (con suficientes garantías, avales o colateral líquido), como es el caso de las letras comerciales.

En un sistema centralizado (parcial o total) con solamente dinero mercancía algunos agentes (o uno solo si la centralización es total) están especializados en recibir el dinero del comprador y entregárselo al vendedor. Para economizar los movimientos físicos de dinero los intermediarios pueden guardar en un mismo lugar (almacén, depósito) el dinero de sus múltiples clientes, quienes pueden pagar a otros entregándoles certificados o resguardos de depósito u ordenando al almacén que cambie la titularidad de la cantidad correspondiente de dinero. Un almacén de dinero es un blanco muy atractivo para los ladrones, de modo que es necesario dedicar muchos recursos a su protección: los clientes deben pagar al almacén para que les guarde el dinero e intermedie sus operaciones.

En un sistema centralizado con monetización de deuda un banco no es simplemente un almacén de dinero mercancía sino un intermediario o gestor de pagos y cobros que emite su propia deuda o pasivo a la vista (billetes como documentos al portador o depósitos como apuntes contables) para ser utilizada por sus clientes como medio de pago; además cada banco actúa como cámara de compensación de deudas entre sus clientes.

El banco guarda ciertas reservas de dinero mercancía para facilitar la convertibilidad de los billetes o depósitos si sus dueños así lo requieren, pero estas reservas son solamente la parte más líquida de los activos que respaldan el valor de ese pasivo, los cuales pueden venderse (liquidarse) en caso de necesidad. La reserva fraccionaria (que los pasivos del banco no estén respaldados al cien por cien por dinero mercancía) no es ninguna estafa sino un rasgo esencial del sistema de monetización de deuda.

Los activos que respaldan los billetes y los depósitos a la vista de un sistema bancario solvente deben ser muy líquidos: tener un plazo semejante al pasivo correspondiente (a la vista o muy corto) y muy poco riesgo (valor estable). Así los depositantes confían en el banco (no corren a retirar sus depósitos porque todos están adecuadamente respaldados), y sus pasivos circulan sin descuento.

Un depositante puede protegerse de un banquero imprudente (que incrementa el plazo o riesgo de sus activos para intentar obtener mayores beneficios) cancelando su cuenta y llevando su negocio a la competencia, y de todo el sistema de monetización de deuda saliéndose del mismo al convertir sus billetes y depósitos en dinero mercancía. Pero no son solamente los depositantes de un banco quienes lo vigilan: todos los agentes económicos (incluidos otros bancos) pueden negarse a aceptar sus medios de pago o aplicarles un descuento.

Diversas formas de intervencionismo estatal (subvenciones y protecciones a los bancos) desactivan de forma progresiva estos mecanismos de protección frente a la imprudencia bancaria: si los bancos no pueden emitir sus propios billetes, los agentes económicos no pueden elegir entre ellos y rechazar los peores; si todos los depósitos están garantizados por igual, entonces los bancos son prácticamente indistinguibles para el depositante; la supresión de cláusulas de convertibilidad en dinero mercancía y las leyes de curso legal forzoso impiden salirse del sistema a un dinero no manipulado ni por los bancos ni por el gobierno; las garantías de refinanciación a bajos tipos de interés de los bancos por el banco central incentivan la toma de riesgos de entidades que además nunca quiebran por ser demasiado grandes e interconectadas.

El sistema de banca libre queda así distorsionado o destruido, se envilece la moneda, se expande el crédito de forma insostenible y se genera el ciclo económico. Pero el problema no está en la reserva fraccionaria.

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