Skip to content

El activismo emocional no es el camino

Compartir

Compartir en facebook
Compartir en linkedin
Compartir en twitter
Compartir en pinterest
Compartir en email

El victimismo perpetúa las divisiones, manteniendo al desaventajado en una posición de perenne inferioridad.

Como sucedió con el caso Harvey Weinstein y el movimiento Me Too en 2017, o los Fridays For Future de Greta Thunberg por el cambio climático en 2018, por nombrar algunos ejemplos salientes, el caso de abuso policial y homicidio de George Floyd ha tenido repercusiones en varios países, sobre todo en los más desarrollados. Los guerreros de la justicia social han vuelto a movilizarse en manifestaciones con una alta carga emocional, bajo el lema principal “black lives matter”. La indignación se explica. Las imágenes del hecho son perturbadoras. La conducta brutal de Derek Chauvin y la complicidad de sus colegas son evidentes.

Reflexiones sobre el caso Floyd y las protestas

  • El caso es aberrante y las culpabilidades son claras. Hay que escuchar a los acusados y respetar el curso del proceso judicial. Pero ¿qué tipo de información adicional podría brindar Chauvin para que nos parezca razonable una absolución? Por ejemplo, ¿que Floyd le haya hecho algo similar a la madre de Chauvin? Estas posibles explicaciones se presentan como improbables.
  • ¿Se trata de un caso de racismo? Esto no está claro y no debe ser asumido irreflexivamente. Para considerarlo un caso de racismo, tendríamos que dar por válida alguna de las siguientes tres posibilidades, o combinación de ellas: (1) racismo explícito por parte de Chauvin (Chauvin pensó algo como “te mataré porque eres negro”); (2) racismo inconsciente por parte de Chauvin (Chauvin sintió algún tipo de emoción violenta contra Floyd, que, mediante algún tipo de análisis psicoanalítico, podemos atribuir a un odio subconsciente de Chauvin para con la raza negra); (3) racismo ni consciente ni inconsciente por parte de Chauvin, pero racismo al fin porque es parte de una estadística que refleja a los negros en la posición de víctimas (racismo estadístico).
  • ¿Hay racismo policial sistémico en EEUU o en los demás países desarrollados donde tuvieron lugar las protestas? Este es un debate complejo que requiere cotejarse con los datos y con las diversas formas de analizarlos. La opinión popular parece inclinarse por una respuesta afirmativa a la pregunta, pero cabe considerar algunas estadísticas en contra. Heather Mac Donald señala que el caso de Floyd no es representativo de los 375 millones de contactos policiales anuales en EE. UU. Las muertes a manos de agentes de policía en los últimos cinco años arrojan una sobrerrepresentación de víctimas negras respecto de la población total del país, pero una subrepresentación respecto de la población de delincuentes perpetradores de homicidio y robo. Mac Donald menciona un estudio que estableció que no existe una disparidad significativa en las probabilidades de ser disparado por la policía según la raza.[1] También se argumenta que una menor injerencia de la policía podría perjudicar a ciudadanos negros desprotegidos ante hechos de violencia perpetrados por otros negros.[2]
  • Otro slogan proclamado en muchas de las manifestaciones es “defund the police”. Este reclamo va desde reducirle el presupuesto a la policía hasta propuestas de reemplazarla por sistemas de consejeros comunitarios. Las diferencias entre los reclamos en este sentido son amplias, y además, habría que aclarar qué se pretende lograr mediante las reformas. La relación entre las reformas exigidas y la reducción del racismo, del crimen, o de la brutalidad policial, no es tan clara como los manifestantes pretenden. Estos reclamos de desfinanciar la policía no suelen implicar el deseo de bajar los impuestos, sino de destinar el dinero a otros servicios estatales.
  • Las manifestaciones en general recibieron un tratamiento excepcionalmente permisivo por parte de las autoridades, que se abstuvieron de hacer cumplir los confinamientos y el distanciamiento social por la COVID-19. Si los riesgos de contagio que estas manifestaciones representan para la sociedad en su conjunto son reales, ¿cuál es el justificativo para tal tratamiento dispar?
  • Los diversos casos de abuso de la fuerza policial se politizan vilmente según la raza, la nacionalidad, la extracción social, la pertenencia política u otras características semejantes de la víctima, ajustando el criterio de selección de las características como mejor convenga al discurso político deseado. Produce dolor ver cómo el colectivismo extremo y el desprecio por el valor del individuo se aplica incluso en estos casos abyectos. En Argentina, por ejemplo, se registraron recientemente al menos tres muertes con involucramiento policial a raíz de detenciones relacionadas a la cuarentena. En el caso del homicidio de Luis Espinoza, hubo una amplia red de complicidad para encubrir el crimen.[3] Sin embargo, las repercusiones políticas y los reclamos fueron tibios o minoritarios, al igual que en el caso de la muerte del blanco Tony Timpa en Dallas, en el que los agentes fueron absueltos.[4] En EE. UU, el caso Floyd reaviva tensiones aún no resueltas en esa sociedad, pero los debates están indudablemente atravesados por tácticas de campaña política. La problemática de los abusos policiales trasciende las naciones y las razas.[5]
  • Los actos de violencia de los manifestantes contra la propiedad son injustificables. Parecería superfluo tener que defender esta afirmación, pero no hay que dejar de señalar que existe una minoría de voces que suelen justificar la violencia como táctica terrorista para lograr atención.[6]

Racismo explícito y racismo implícito

  • Racismo explícito en el ámbito institucionalizado. El racismo existe, pero en las sociedades donde se presume la igualdad individual ante la ley (hoy en día, que yo sepa, todas), el racista no tiene la posibilidad de institucionalizar su racismo de manera explícita. En el aspecto legislativo, esto es una tautología: las leyes que se oponen a la segregación racial no pueden ser explícitamente racistas.
  • Racismo explícito en el ámbito no institucionalizado. En cuanto al discurso en el ámbito informal, parecería que las sociedades más desarrolladas de Occidente son las que en mayor medida han erradicado los discursos racistas. A menudo vemos una correlación directa entre un menor apego a tradicionalismos y un discurso de mayor tolerancia a la diversidad racial. El discurso políticamente correcto de hecho surge en los países más desarrollados, y se disemina después a otras regiones, tales como Iberoamérica, y aún más tardíamente por ejemplo a China Popular, donde, a pesar de una creciente apertura, aún podemos atestiguar gente joven haciendo diferencias sin tapujos por el tono de piel.[7] También en nuestras sociedades podemos percibir esas diferencias de actitudes en la gente mayor respecto de las generaciones más jóvenes. La marcha hacia una mayor aceptación de la diversidad parece un proceso que lleva su tiempo natural, pero que es afortunadamente inevitable.
  • El racismo implícito (“estructural”, “inconsciente”, “sistémico”, también llamado “institucional”) es mucho menos grave que el racismo explícito (legitimado abiertamente en el discurso y en las leyes). Éste es un punto muy complejo, ya que la hipocresía y la cooptación de causas son dos males frecuentes y elusivos. Pero cuando criticamos el racismo de las actuales sociedades liberales no hay que dejar de preguntarse: “¿comparado con qué?”. A menudo, en el trato personal no nos resulta difícil identificar al racista, pero no es igual de fácil establecer el racismo implícito de una sociedad. Lamentablemente, con demasiada frecuencia se hacen acusaciones generales, que terminan constituyendo meras diatribas contra el capitalismo, Occidente, los hombres blancos, o algún otro coco más nebuloso. En el mejor de los casos, estas acusaciones son vagas, y en el peor, racistas. Nunca ha habido más tolerancia y diversidad que en las urbes modernas occidentales o globalizadas. Además, es preciso considerar la locura que significa culpar colectivamente a gente viva hoy por hechos históricos. ¿Tendríamos que abordar entonces una investigación genealógica de cada persona para determinar el grado de culpabilidad de acuerdo a sus líneas de sangre? No se me ocurre una empresa más retrógrada.
  • La correlación entre pobreza y raza no implica necesariamente racismo. Si esto fuera así, asumiendo que hay racismo, no podría haber negros ricos ni blancos pobres. ¿O es que el racismo no tuvo influencia en esos casos? Ese razonamiento sería circular. ¿Si se es negro y pobre, se es pobre porque se es negro, pero si se es blanco y pobre, no se es pobre por ser blanco? Puede haber pobres que lo sean en virtud de ser víctimas del racismo, pero la pobreza no puede ser dada como evidencia del racismo.
  • A menudo se ha atacado a la actitud de no tomar a la raza como la principal característica determinante en la valoración de una persona o de su situación (“daltonismo racial”), aduciendo que es un error “pretender que la raza no existe o no importa”.[8] Pero una cosa es afirmar que las razas no existen o no importan de hecho en muchas situaciones, y otra radicalmente distinta es decir que no debe aplicarse la raza como criterio discriminatorio para cuestiones que no tienen nada que ver con ello. Afirmar que el racismo es malo no implica afirmar que el racismo no existe. ¿Cómo es posible que tengamos que llegar a aclarar algo tan evidente?

Finalmente, y sin pretender haber cubierto todas las aristas de este ignífero tema que merece ser tratado con calma y aplomo, hemos de considerar cuál sería el enfoque estratégico más adecuado para combatir el racismo. El sentido común nos llevaría a pensar que la forma más eficaz es a través del mutuo conocimiento, la interacción, y la integración, sobre todo con objetivos y tareas en común. Algunos estudios se han realizado al respecto.[9] Y es justamente, en las situaciones de proximidad y afinidad en las que se resalta la percepción del otro como individuo, lo que para nada implica menospreciar su raza.

El victimismo no empodera (¡tan de moda que está esta palabra!). Por el contrario, perpetúa las divisiones, manteniendo al desaventajado en una posición de perenne inferioridad. Es éste un gran tema psicosocial que merece ser abordado aparte. Hay muchos miembros de grupos considerados “minorías” que están hartos de ser considerados víctimas.[10][11] Desde luego, no son la mayoría, pero son ejemplos de dignidad no sólo para los desaventajados, sino para la sociedad toda.


[1] The Myth of Systemic Police Racism http://archive.is/OXbjA#selection-2481.99-2481.305

[4] Dallas Police body cameras show moment Tony Timpa stopped breathing https://www.youtube.com/watch?v=_c-E_i8Q5G0

Mother Reacts After Tony Timpa Body Cam Footage Released https://www.youtube.com/watch?v=zHZWYtGlF6U

[7] La preferencia por la tez blanca y el rechazo a la tez negra de indios y africanos no es algo que se suela decir abiertamente en países occidentales: https://www.youtube.com/watch?v=I_E38TJpU6Q

[8] The problem with racial color blindness | Phil Mazzocco | TEDxMansfield https://www.youtube.com/watch?v=jetdCVgT3bY (16:48)

[9] Reducing explicit and implicit outgroup prejudice https://doi.apa.org/doiLanding?doi=10.1037%2F0022-3514.93.3.369

[10] John Stossel – Black Victimhood https://www.youtube.com/watch?v=CSnsypIpoJI

[11] Cristiano Conservador Mujer negra denuncia Black Lives Matter https://www.youtube.com/watch?v=tkhnUMZjnLc

 

Aún no hay comentarios, ¡añada su voz abajo!


Añadir un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más artículos

Sobre la libertad económica en Europa

Según el último Índice de Libertad Económica publicado por la Heritage Foundation, algunos países europeos se encuentran entre los primeros lugares a nivel mundial.