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El presidente Martin van Buren y los euro-burócratas

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En 1837 Martin van Buren accedió a la presidencia de los Estados Unidos de América. En su discurso inaugural, Van Buren abogó por los principios del laissez-faire y la inacción política. Tan sólo dos meses más tarde, la mayor quiebra bancaria del país –anuncio de lo que sería la mayor recesión jamás padecida antes de 1929–, desafiaría tales intenciones. Ante tal situación, el presidente Van Buren ratificó en su primer mensaje al Congreso su compromiso en la reducción de gastos y la inacción por parte del Ejecutivo. Es más, expresó su confianza, incluso la necesidad, de más capitalismo, más empresarialidad, más competencia e iniciativa privada, y menos ayudas legislativas y regulaciones por ley.

Los grandes intervencionistas de la época lo señalaron y denunciaron, pero lejos de arrugarse, Van Buren no sólo se mantuvo en sus principios sino que llevó a cabo una importante y exitosa desregulación financiera conocida como la Independent Treasury System. Aparte de dicha desregulación, este presidente desbarató los planes de los liberticidas de turno (el joven Lincoln incluido) para usar la depresión como excusa para la expansión del papel del Gobierno en la vida de los americanos. De hecho, el gasto del Gobierno Federal cayó un 21 por ciento en cuatro años, y la deuda permaneció estable. También redujo los aranceles y dejó que los precios de los bienes, servicios y trabajo fluctuaran libremente. Gracias a que no ejerció el poder, el saneamiento económico terminó rápidamente y una gran oportunidad para los liberticidas fue obstaculizada.

Hoy hace una semana que la mayoría de votantes de dos de los países llamados “fundadores” de la Unión Europea bloquearon la “Constitución” hecha por y para los políticos que nos ha tocado padecer. La preocupación sobrevuela a los euro-burócratas y varios de ellos ya se lamentan por no haber seguido el trámite parlamentario. Algunos proponen repetir la consulta hasta que salga un sí hastiado. Y otros, obviar tal consulta y directamente apartar la mirada.

¿Que habría hecho Martin Van Buren si perteneciera a esta clase política europea? Seguramente hubiese batallado contra tanto liberticida. Empezaría por retirar el Proyecto de Constitución y a continuación, iría desmontando el aparato supraestatal europeo. Si bien, antes de empezar ya habría sido encasillado como euroescéptico insolidario, y para ser realistas, probablemente no hubiese llegado nunca al poder.

Pero la cuestión es: ¿debemos esperar a que salga un Martin Van Buren para que nos salve? ¿Nuestra libertad debe depender de políticos que estén a su altura? ¿Uno debería guiarse de noche por la luz de las estrellas fugaces? Evidentemente, no. No, porque Van Buren no acertó por ingenio. Ni por sabiduría. Tampoco acertó por seguir una buena política. Acertó por no ejercer la política. Por negar los fundamentos intervencionistas, y por creer en la libertad.

Ningún político debiera guiar nuestras vidas ni moldear nuestros destinos. Ya sea desde Bruselas, Madrid… o donde quiera que estén. Hasta el más sagaz erraría si decidiese inmiscuirse en asuntos privados. Y es que, como ya nos advirtió el Padre Juan de Mariana en Discurso de las enfermedades de la Compañía:

…es loco el poder y mando… Roma está lejos, el General no conoce las personas, ni los hechos, a lo menos, con todas las circunstancias que tienen, de que pende el acierto. Forzoso es se caiga en yerros muchos, y graves, y por ellos se disguste la gente, y menosprecie gobierno tan ciego… que es gran desatino que el ciego quiera guiar al que ve.

Lástima que los eurócratas no hayan leído al Padre Mariana ni vayan a hacerlo. Nos estaríamos ahorrando muchos proyectos tan desastrosos como el de la Unión Europea.

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