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Eric Beinhocker y la economía de la complejidad

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Eric Beinhocker estudia en profundidad la economía de la complejidad y sus implicaciones para los negocios, las finanzas, la sociedad y la política.

En su libro The Origin of Wealth: Evolution, Complexity, and the Radical Remaking of Economics, Eric Beinhocker estudia en profundidad la economía de la complejidad y sus implicaciones para los negocios, las finanzas, la sociedad y la política.

Resalta que la riqueza y la complejidad de la economía, manifestadas en la cantidad, calidad y diversidad de bienes y servicios, han crecido de forma repentina y explosiva desde la Revolución Industrial, y que esto ha sucedido de forma espontánea, sin nadie al mando. La economía neoclásica tradicional no puede explicar esto, ya que estudia sistemas en equilibrio que no pueden crecer bruscamente, innovar de forma creativa o autoorganizarse.

El concepto o hipótesis de equilibrio se hace predominante en la ciencia económica cuando a finales del siglo XIX marginalistas como Walras y Jevons incorporan ideas procedentes de la física del momento (física clásica), ya que las matemáticas de los sistemas aislados y en equilibrio permiten plantear y resolver modelos económicos sencillos. Sin embargo, estos modelos implican simplificaciones excesivas y se basan en suposiciones o aproximaciones a menudo muy poco realistas. Las ideas de equilibrio han sido parcialmente revisadas con ideas como perturbaciones externas, fricciones, rigideces y desfases temporales (ajustes no instantáneos), pero estas correcciones son insuficientes.

En la economía real los precios raramente vacían totalmente los mercados: suele haber excesos de inventarios sin vender o pedidos pendientes de cumplir, los precios no se determinan mediante subastas y las estrategias comerciales de las empresas dificultan sus ajustes instantáneos. La ley de un solo precio no se cumple: hay diferenciación de productos (no son homogéneos, hay marcas comerciales), discriminación de precios por los vendedores según la capacidad de pago y la intensidad del deseo de los compradores, y es importante la experiencia de compra. Los agentes no siempre operan a su máximo potencial de eficiencia: la capacidad de producción no suele utilizarse totalmente sino que algunos recursos se mantienen en reserva por precaución ante imprevistos. La oferta y la demanda no se encuentran directamente sino que lo hacen a través de intermediarios o especialistas en mercados organizados. Existen costes de transacción y los arbitrajes tienen costes y riesgos. No todos los intercambios imaginables son posibles. Los agentes no siempre intentan optimizar, sino que a veces se contentan con soluciones meramente satisfactorias. Algunos procesos que se suponen aleatorios o estocásticos (como el presunto paseo aleatorio de las cotizaciones bursátiles) en realidad no lo son o tienen distribuciones de probabilidad diferentes de la normal.

Beinhocker propone que la economía es un sistema complejo adaptativo: está constituida por múltiples agentes diferentes y heterogéneos que actúan e interaccionan de muchas formas distintas cooperando o compitiendo, y que se asocian y organizan de formas variadas y a diversos niveles; las instituciones sociales y los patrones macroeconómicos emergen espontáneamente a partir de conductas microeconómicas individuales (orden desde abajo hacia arriba); los planes, diseños y estrategias de los diversos agentes individuales y colectivos evolucionan en el tiempo, cambian de forma creativa e innovadora para adaptarse de forma más exitosa a las circunstancias que sus propias conductas generan.

Es necesario un cambio de paradigma de la ciencia económica basado en ideas de complejidad procedentes de la biología y de la física moderna más avanzada: caos (no linealidad, regularidades o patrones complejos, atractores dinámicos, cuasioscilaciones, sensibilidad a condiciones iniciales o efecto mariposa, dependencia del camino, accidentes congelados, rupturas espontáneas de simetría, equilibrios puntuados); catástrofes (discontinuidades, cambios de fase, transiciones bruscas, avalanchas, ráfagas de actividad); cibernética (agentes inteligentes con sistemas de control y coordinación de la conducta basados en construcción de modelos y obtención, procesamiento y transmisión de información); sistemas abiertos y en no equilibrio (energía y entropía); dinámica interna propia (no solo perturbaciones exógenas) con posibles bucles de realimentación negativa (amortiguadores, equilibradores) y positiva (amplificadores, desequilibradores); estructuras y efectos de red con diferentes topologías posibles; agentes heterogéneos y capaces de aprender; evolución (algoritmo generador de orden sin diseñador y basado en diversidad, selección y reproducción o amplificación) y adaptación (ajuste exitoso a las circunstancias del entorno); patrones emergentes y órdenes espontáneos (autoorganización, sincronización).

La ciencia económica no puede ignorar sus fundamentos físicos, biológicos y evolutivos. La actividad humana tiende a generar más orden, valor y complejidad. La acción produce orden (menor entropía) mediante procesos irreversibles, lo cual termodinámicamente implica que se consume o disipa energía libre y se generan residuos e incrementos globales de entropía (más desorden neto, polución). No todos los órdenes producidos son valiosos, sino que son seleccionados según su utilidad o aptitud para satisfacer deseos y necesidades humanas: la riqueza es orden valioso. El control de la producción de riqueza requiere inteligencia y conocimiento: la actividad económica es esencialmente cognitiva. Los órdenes más complejos tienden a producirse progresiva y gradualmente mediante la combinación o modificación evolutivas de órdenes más simples.

Es necesaria una transición desde suposiciones de una realidad simple con agentes omniscientes (racionalidad perfecta) a una realidad compleja con agentes limitados (racionalidad acotada, ecológica, con los sesgos y heurísticas que estudia la economía del comportamiento). La información es imperfecta, incompleta, quizás incorrecta, ambigua, costosa y cambiante; la capacidad cognitiva de los agentes es limitada y falible. Los agentes no son solamente egoístas: también pueden actuar por altruismo recíproco como cooperadores condicionales. Hacen falta teorías que expliquen los procesos de generación acumulativa de coordinación social partiendo de lo imperfecto, parcial y local, en lugar de asumir una coordinación perfecta, total y global que luego se relaja de algún modo.

Este cambio de paradigma tiene importantes consecuencias empresariales, sociales y políticas. Como sistema hipercomplejo la economía no se puede predecir, controlar o planificar de forma centralizada. La evolución es la idea fundamental para el crecimiento. Las soluciones innovadoras a los problemas se encuentran y mejoran mediante generación y comprobación de múltiples propuestas (prueba y error dispersa, descentralizada), en un proceso de búsqueda gradual y en paralelo en el espacio de estados o de posibilidades de diseño de las diferentes entidades involucradas: tecnologías físicas (recetas de producción, diseño de máquinas), tecnologías sociales (instituciones como lenguaje, derecho, dinero, familia; formas de gestión o administración de recursos y equipos humanos; cultura de sociedades y empresas; importancia de la reciprocidad, la confianza, el capital social) y planes de negocio (estrategias empresariales de búsqueda de ventajas competitivas como concepto económico, ejecutadas por firmas o corporaciones como concepto legal).

Existen equivalencias o analogías entre la evolución biológica (de genomas formados por genes e interactuando a través de organismos) y la evolución económica (de planes de negocios formados por elementos modulares intercambiables y ejecutados por empresas): en la evolución biológica el éxito en la supervivencia y reproducción de los organismos gracias a su genotipo y fenotipo implica más copias de los genes y más control de recursos (biomasa); en la evolución económica el éxito de las empresas debido a planes de negocio acertados implica la copia de sus elementos modulares acertados por otras empresas y el crecimiento e incremento del poder económico de la empresa por la acumulación de beneficios.

Los procesos evolutivos incluyen actividades complementarias de exploración y explotación: búsqueda de oportunidades (exploración) y aprovechamiento de las mismas (explotación); estas actividades implican un conflicto o tensión entre el carácter más específico y estático de los recursos dedicados a un aprovechamiento óptimo de oportunidades existentes (estrategias que implican compromisos a largo plazo en forma de capital fijo y organización burocrática) y la necesidad de adaptabilidad, flexibilidad y asunción de riesgos de los procesos de búsqueda innovadora en entornos inciertos y cambiantes. Como las oportunidades tienden a agotarse y las ventajas competitivas se pierden por el avance de los competidores, la estrategia empresarial adecuada es la que combina con acierto la explotación presente y la exploración de nuevos objetivos para el futuro.

La organización y los recursos de una empresa deben estar adaptados a sus objetivos, a sus planes de negocio en los nichos en los cuales opera. La estructura empresarial debe combinar adecuadamente las necesidades de jerarquía y burocracia con las posibilidades de libertad y espontaneidad. Como es difícil cambiar objetivos con recursos dados, ambos deben coevolucionar: un nuevo objetivo requiere nuevas habilidades, las cuales a su vez pueden permitir otros nuevos objetivos. El proceso evolutivo de adaptación e innovación funciona a tres niveles: individuos, organizaciones empresariales y mercados. Los individuos aprenden para mantener o mejorar su puesto de trabajo en las empresas; las empresas aprenden para obtener beneficios y mantenerse o crecer; y el mercado selecciona las mejores empresas y elimina a las menos capaces. La adaptación es difícil y se enfrenta a problemas en todos los niveles: incapacidad de reconocer la necesidad del cambio, aversión a riesgos y pérdidas, intereses creados opuestos al cambio, rigidez o reducción de flexibilidad al optimizarse para una tarea específica, promoción de lo exitoso en el pasado frente a la necesidad de cambios para un futuro diferente.

En el ámbito político Beinhocker propone superar la dicotomía entre izquierda y derecha y las batallas ideológicas estériles de eficiencia vs. justicia o Estado vs. mercado: ambos son necesarios y complementarios en dosis adecuadas para conseguir procesos evolutivos eficientes. Cree que la derecha defiende siempre a los mercados como la solución a todos los males porque se basa en teorías económicas tradicionales demasiado simples. Sin embargo, los mercados no son perfectos y funcionan dentro de instituciones sociales que, según él, requieren de gobiernos: leyes mercantiles, de protección del consumidor, de seguridad en el trabajo, de equilibrio entre cooperación y competencia (leyes antimonopolio). Beinhocker reconoce que el Estado puede causar daños con regulaciones desacertadas, pero ignora cómo estos problemas pueden ser resueltos en ausencia de un monopolio de la violencia y la jurisdicción; de forma algo sorprendente no profundiza lo suficiente en los procesos de autoorganización y órdenes espontáneos, y menciona de forma superficial algunos ejemplos poco convincentes o relevantes de fallos de privatizaciones o liberalizaciones. Su análisis moral utilitarista es entre pobre e ingenuo: los derechos de propiedad y los mercados son solamente herramientas sociales muy poderosas, no normas éticas universales para evitar conflictos y permitir la división del trabajo; cree que las normas de reciprocidad fuerte entre individuos obligan al Estado a ofrecer una red de seguridad y a garantizar que todos los ciudadanos tengan iguales oportunidades para participar en el sistema económico, ignorando los mecanismos no estatales de ayuda mutua y caridad; analiza la desigualdad y la movilidad social y cree que el liberalismo puro no parece correcto porque condena a muchas personas a la pobreza de por vida; defiende los mercados, la ciencia y la democracia sin analizar los problemas de esta última (teoría de la elección pública). Ignora que la crítica al Estado no es solo por ineficiencia: también es por injusticia y por la posibilidad siempre presente de corrupción. Sus propuestas de cambio de paradigma social y político son parcialmente sensatas pero muy poco radicales o revolucionarias.

Es interesante comprobar que en este libro no se mencionan los fallos de mercado, las externalidades positivas o negativas, o los bienes públicos, ideas importantes y presentes en la ciencia económica dominante. Falta también un concepto esencial de la ciencia de la complejidad como la autorreferencia (recursividad, reflexividad). Muestra ciertos sesgos profesionales como consultor empresarial: dedica muchas páginas a los planes de negocio y a la cultura empresarial, y estudia por qué existen empresas, pero no analiza por qué existen asociaciones políticas (esencialmente, el problema de la guerra o violencia a gran escala y las transiciones evolutivas entre niveles de asociación y organización). Su comprensión de la teoría del valor es en parte defectuosa y no suficientemente subjetiva: cree que el uso de una bomba no puede considerarse como una transformación generadora de valor, ignorando que la destrucción de males (el enemigo y su poder) es beneficiosa (lo que es bueno para unos puede ser malo para otros). Cree que la economía de la complejidad puede ayudar a gestionar mejor los ciclos macroeconómicos y critica la teoría de la eficiencia de los mercados, pero ignora el rol pernicioso del intervencionismo monetario, los bancos centrales y los descalces de plazos y riesgos.

Un posible problema con sus críticas a la economía neoclásica es que tal vez sean, al menos en parte, caricaturas u hombres de paja que no reflejen fielmente el estado actual de la ciencia económica en su cuerpo dominante principal, el cual puede haber asumido parte de las ideas de la economía de la complejidad. Afirma que el modelo económico neoclásico no reconoce los límites termodinámicos explícitamente, pero sí lo hace de forma indirecta a través del reconocimiento de la necesidad de factores escasos y costosos para la producción (especialmente energía), sus costes y externalidades; además los límites entrópicos a la acción económica están muy lejos y son poco relevantes porque existen fuertes de energía libre relativamente abundantes; y existe una ciencia económica de los recursos naturales, su búsqueda, obtención, uso y conservación. La idea de equilibrio termodinámico (igualdad de fuerzas o procesos que se contraponen y anulan mutuamente de modo que no hay cambio neto ni trabajo) es análoga pero no equivalente a la idea de equilibrio en los mercados (mecanismos de ajuste (más o menos rápidos y potentes) para que los mercados se vacíen, quizás en un entorno de capacidades y preferencias cambiantes, no constantes).

La escuela austriaca de economía y la economía de la complejidad tienen muchos puntos en común y pueden enriquecerse mutuamente: Beinhocker menciona con frecuencia y aprobación a Friedrich Hayek; Roger Koppl es un economista austriaco interesado en la teoría de la complejidad; J. Barkley Rosser es un economista especializado en complejidad que se interesa por la economía austriaca. Las diferencias principales están en que la economía de la complejidad se apoya en las ciencias naturales (no las separa de las sociales), es pragmática y no se obsesiona con purismos metodológicos (apriorismo praxeológico), y recurre sistemáticamente al uso de las matemáticas sin renunciar al realismo (simulaciones informáticas o modelos basados en agentes) y a la contrastación empírica.

REFERENCIAS:

Beinhocker, Eric, The Origin of Wealth: Evolution, Complexity, and the Radical Remaking of Economics (2006, Boston: Harvard Business School Press)

Presentación (pdf) de Eric Beinhocker de The Origin of Wealth

Eric Beinhocker

The Radical Remaking of Economics, with David Sloan Wilson & Eric Beinhocker (at Evonomics)

Para profundizar:

Complexity economics en Wikipedia.

Complexity Economics en Exploring Economics.

Koppl, Roger (2009), “Complexity and Austrian Economics”, Handbook of Research on Complexity, chapter 15, Edward Elgar.

Rosser, J. Barkley (2010), “How complex are the Austrians?”, in What is so Austrian about Austrian Economics? edited by Roger Koppl, Steven Horwitz & Pierre Desrochers (Advances in Austrian Economics, Volume 14), Emerald Group Publishing Limited, pp.165–179.

Rosser, J. Barkley (2012), “Emergence and complexity in Austrian economics”, Journal of Economic Behavior & Organization, Elsevier, vol. 81(1), pp. 122-128.

Rosser, J. Barkley (2015), “Complexity and Austrian Economics”, The Oxford Handbook of Austrian Economics, edited by Christopher J. Coyne & Peter J. Boettke, Oxford University Press.

1 Comentario

  1. Si,es todo muy complejo en
    Si,es todo muy complejo en definitiva resulta muy difícil predecir,cuantos panes tiene que fabricar el panadero de mi barrio. Lo ideal es que al cerrar su pequeña tienda,conseguir un stop cero. Pero una veces le sobran panes y tiene casi que regalarlos a un ganadero que le compra un cesto por 2 euros,otras le tiene que decir a sus clientes que el pan se ha terminado,arriesgándose a que otro día no vengan a su tienda. Naturalmente si llueve y hace frío ese día,llegan menos clientes supongo que esto permite ciertas leyes…muy complicado


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