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Hacia una dieta de la libertad

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"La raza humana se divide políticamente entre aquéllos que quieren que la gente esté controlada y los que no".

Robert Heinlein.

En 2010, el New York Times publicó un reportaje sobre la paleodieta o dieta tipo paleolítica en el que describía a los integrantes de este movimiento nutricional como "jóvenes, individualistas y liberales".

Por qué tantos paleos conectan con el liberalismo y tantos liberales y libertarios se interesan por la paleodieta en el fondo no es nada extraño. Antes al contrario, parece natural. Y lo parece si tenemos por ejemplo en cuenta que las dietas oficiales de donde nacieron las pirámides alimenticias oficiales lo hicieron de un acto de intervención política y gubernamental. Concretamente en 1977, con los Objetivos Dietéticos del Gobierno de EEUU. Tanto demócratas como republicanos hicieron su parte y los políticos de aquel país sellaron a fuego una alianza con unas industrias poco o nada "paleolíticas": las del trigo, soja y maíz, entre otras.

Todo esto tuvo como antecedentes una pugna en el campo científico. En concreto, la del estadounidense Ancel Keys -enemigo de las grasas y apasionado de los carbohidratos- contra el mundo entero. Fue el anglosajón Keys –también anglosajón fue el antiliberal Keynes- quien acalló como pudo la teoría de y contra los carbohidratos que provenía de la Escuela Austrogermana de medicina –Keynes hizo lo propio con la liberal Escuela Austriaca de Economía-. Además, ambas pugnas tuvieron lugar en la misma época: en la etapa posterior a la II Guerra Mundial. El socialismo del anglosajón Keynes y el procarbohidratos del anglosajón Keys triunfaron académicamente tras la II Guerra Mundial, a pesar de que los paleos/anticarbohidratos y los liberales sintieron que aquella victoria fue un fraude intelectual.

Los liberales desdeñan al Gobierno, y éste ama los carbohidratos. El 95% de los subsidios alimentarios del Gobierno de EEUU va a la agricultura, no a la ganadería. Una sociedad ganadera es más independiente e individualista que una agrícola: es fácil tener una pequeña granja o unos animales propios, pero no lo es tener un campo de cereales para cada habitante del campo. Por eso, el Gobierno adora la industria agrícola, porque su deseo de controlar a la población a través de los monopolios agrícolas (recordemos la alianza sellada) es más factible.

El vegetarianismo, en las antípodas del movimiento paleo, encumbra la agricultura sobre la ganadería, claro, y se alinea con frecuencia con movimientos que desean un Gobierno Grande: los antiglobalización y anticapitalistas. Los liberales, que deslegitiman al Gobierno, tienen por naturaleza un difícil encaje intelectual con el vegetarianismo oficial.

Los liberales y libertarios desprecian al Gobierno porque creen en el orden espontáneo y los mercados libres. Los paleos reconocen que el ser humano es fruto de la evolución y éste debe ir adaptándose a los distintos ambientes. Libertarios y paleos consideran que alejarse del natural y espontáneo proceso de evolución y adaptación supone una amenaza para nuestra propia civilización: el progreso socioeconómico se frena y el progreso del cuerpo humano se estanca.

Los paleo y los liberales confían en el individuo y asumen su responsabilidad personal. Ambos son curiosos, y generalmente llegan al liberalismo y a la nutrición paleo por una investigación y lecturas personales al margen de los dictados oficiales. Ni en escuelas ni en universidades –sobre todo las públicas comandadas por el Gobierno- apenas se enseña liberal-libertarismo ni nutrición paleo. Más bien, todo lo contrario. Además, los paleos y los liberales tienen su principal foco de difusión en el mismo lugar: internet. Por antonomasia un sitio muy libre y poco regulado, donde el Gobierno está –aún- muy al margen.

Los paleos se beneficiarían de una sanidad libre y desregulada: obtendrían primas mucho más ventajosas de sus seguros por estar sanos. Y los liberal-libertarios se beneficiarían de una nutrición paleo: estarían más sanos y practicarían cierta contraeconomía gubernamental (al decantarse como consumidores por alimentos menos subvencionados). Y ambos grupos ganarían adeptos del otro grupo.

Si eres paleo, te animo a interesarte por las ideas de la libertad. Y si eres liberal, lo congruente es que comas de acuerdo con tus ideas.

Si la libertad es una cosa, es la disolución de los monopolios. Acabemos con el monopolio del Gobierno paternalista y el monopolio de los carbohidratos. Porque no puede haber verdad sin libertad.

@AdolfoDLozano /david_europa@hotmail.com.

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