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¿Libre mercado o intervencionismo?

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La crisis económica está generando apasionantes debates cuya importancia para el pensamiento económico es capital. Tal relevancia puede ser comparable a la que tuvieron las discusiones en los años 30 entre dos grandes economistas, el austriaco y liberal Hayek contra el británico e intervencionista Keynes. Ahora, como entonces, el debate está girando sobre dos ejes clave.

En primer lugar, ¿cuáles son los orígenes de la crisis? ¿Se ha debido a la excesiva desregulación y a la ausencia de controles e intervenciones públicas sobre los mercados libres (como defiende el Nobel Joseph Stiglitz)? O por el contrario, ¿se ha originado por las masivas intervenciones de instituciones públicas o semi-públicas (p.ej. Bancos Centrales) en los sectores financiero, bancario e inmobiliario (como piensan otros analistas como Alberto Recarte)? Dependiendo de qué posición defienda, obviamente realizará sus recomendaciones de política económica en esa dirección, no sólo como medidas para paliar y salir de la crisis, sino como "modelo económico de referencia" para no volver a situaciones como ésta. Así, si cree que el problema ha sido que el mercado libre ha fallado, recomendará mayor grado de intervención estatal. Y si cree lo contrario, abogará por reducir el peso del sector público.

El segundo eje del debate es el que está dando más que hablar en las últimas semanas, y está relacionado con la salida de la crisis. ¿Ha comenzado ya la recuperación (como afirman FMI, la FED o el BCE)? ¿Cómo será ésta: adoptará forma de "V", "W", o "L"? Pero lo que quizás sea más interesante preguntarse y discutir sea: ¿Por qué, o gracias a qué o a quiénes, nos recuperaremos de la crisis? Aquí de nuevo tenemos, en resumidas cuentas, dos respuestas. O bien la recuperación se debe a las políticas de estímulo de los gobiernos y bancos centrales (expansión del gasto público, rescates masivos de entidades financieras, ayudas públicas a sectores en apuros, inyecciones masivas de liquidez y expansiones monetarias, reducciones intensas de las tasas de interés…), o bien la recuperación se produce debido a los "naturales" procesos del mercado libre, que tiende a reajustarse con relativa rapidez y que, en todo caso, han sido obstaculizados y retrasados por esas políticas públicas anticrisis.

Realmente, no son cuestiones fáciles de dilucidar con plena exactitud, especialmente si no se cuenta con un aparato teórico adecuado. Así que la disensión entre los analistas y expertos está garantizada: difícilmente un economista keynesiano se pondrá de acuerdo en estas cuestiones con un economista austriaco. Tenga en cuenta que tras más de 70 años después de la Gran Depresión, los economistas no se han puesto de acuerdo ni acerca de sus orígenes ni de las razones de su longeva existencia, ni tampoco coinciden en ponerle el mismo final. Por tanto, no hay ninguna razón por la que hoy se vaya a alcanzar un consenso instantáneo.

Usted quizá se esté preguntando con cierta indignación y desconcierto: ¿Por qué no se pueden poner de acuerdo los economistas de una puñetera vez? ¿Acaso es tan difícil examinar los datos y gráficos, y utilizar las sofisticadas herramientas estadísticas para llegar a unas conclusiones verdaderas?

Siento defraudarle, pero no es tan sencillo, principalmente debido a las fuertes limitaciones del análisis empírico para extraer conclusiones teóricas firmes en economía. Para comprender esto, piense en este sencillo ejemplo. Usted contrae un catarro y para curarse decide por primera vez no tomar jarabe, siguiendo los consejos de su amigo vegetariano. En este periodo, le suceden varias cosas: un día llega mojado a casa por una lluvia torrencial, otro día hace un frío inesperado, y una noche se deja la ventana abierta al dormir. El catarro se alarga más de la cuenta. ¿Se atrevería usted a maldecir a su amigo por su recomendación? ¿Hubiera acortado el jarabe el catarro? ¿Cuál fue la causa del alargamiento de éste?

Si tiene dificultades para responder, ahora tenga en cuenta que la economía, como ciencia social, estudia las complejas relaciones de intercambio y cooperación que se dan entre millones de seres humanos, y que infinidad de fenómenos acontecen simultáneamente. Así, mientras el gobierno está aplicando sus medidas intervencionistas anti-crisis, la gente olvidada está intentando salir adelante para evitar las nefastas consecuencias de la recesión. Mientras el gobierno interviene y, a pesar de ello, el necesario ajuste de precios y reajuste de la estructura productiva se están llevando a cabo (España sería un caso aparte). Millones de individuos se movilizan durante etapas de crisis, modificando y adaptando sus planes de ahorro, consumo e inversión a lo que el entorno marca. ¿Por qué, entonces, debemos atribuir el éxito de la recuperación a unas ínfimas decisiones (si se las compara con las decisiones de millones de agentes económicos) tomadas por el insaciable poder político y burocrático?

Pero entonces, ¿cómo puede pensar quien escribe estas líneas que los gobiernos están siendo el problema en la situación actual, teniendo en cuenta lo que dije arriba? La clave está en la teoría económica. Sin una buena teoría, lo más fácil es dar palos de ciego con datos sin sustancia y fenómenos a los que sólo se pueden encontrar explicaciones arbitrarias, nada sistemáticas. Por ello la macroeconomía moderna, basada principalmente en fundamentos keynesianos y monetaristas, está todavía en estado de shock

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