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Lincoln, la película y el glorificado déspota racista (I)

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Siempre que Abe es divinizado, el gobierno crece, la libertad sufre y el individuo se siente profundamente herido.

Una noche del pasado febrero fui al cine y, después de casi 3 horas viendo el último trabajo de Spielberg, dejé la sala sintiéndome muy incomodado por el guión. La crítica estaba encantada con la película, que fue nominada a 12 premios Oscar, y que acabó por llevarse unos cuantos a casa. Creo que la narrativa es demasiado lenta. Sally Field y su hijo son un poco molestos y algunos de los personajes balbucean todo el tiempo. De todas formas, no quiero entrar en si me gusta o no la película, pues esto es algo pertinente solamente a la indiscutible valoración individual y subjetiva de cada uno de nosotros. Aun así, me gustaría señalar lo poco pulida que es la película, cómo se beatifica a Lincoln y cómo se alaba al gobierno federal de EEUU. 

Empezaré por la autora del libro en que se ha basado la película. Haciendo una búsqueda rápida en internet, al poco tiempo, uno se encuentra con que Doris Kearns-Goodwin es una plagiaria confesa que fue expulsada del comité de los premios Pulitzer. Ha escrito libros acerca de varios famosos demócratas americanos: FDR, los Kennedy (el caso de plagio), Lyndon Johnson (trabajó como becaria durante su presidencia), y siempre ha mantenido una estrecha relación con el poder estatal. En su introducción de la biografía de Lyndon, hace referencia a que el ex presidente se recostaba con ella por las mañanas temprano diciéndole que le recordaba a su madre fallecida. Un poco raro, ¿no? Bueno, al final, la cuestión es: puesto que Lincoln es posiblemente el presidente americano más estudiado en la historia, con varios reconocidos académicos dedicando sus vidas profesionales a él, ¿fue este libro la mejor opción en la que basar la película?

Ejércitos de estudiosos que investigan minuciosamente todos los aspectos de la vida [de Lincoln] no han logrado encontrar un solo acto de intolerancia racial de su parte.

Doris Kearns-Goodwin, Team of Rivals: El genio político de Abraham Lincoln.

Voy a decir entonces que no estoy, ni nunca he estado a favor de lograr de ninguna manera la igualdad social y política de las razas blanca y negra, porque no soy ni nunca he sido partidario de que los votantes o jurados de los negros, ni de calificarlos en sus funciones, ni a casarse con el hombre blanco (…) yo tanto como cualquier hombre estoy a favor de la posición superior asignada a la raza blanca.

Abraham Lincoln, Primer Debate Lincoln-Douglas, Ottawa, Illinois, 18 de septiembre de 1858, en las Obras Completas de Abraham Lincoln.

Ambas citas han sido recogidas por Thomas DiLorenzo en sus artículos sobre Lincoln. 

Entonces, llegan Lincoln, la guerra, la Unión y la esclavitud. La película presenta a Abraham Lincoln como el padre de la Abolición Americana, el hombre que liberó a los esclavos, pero es difícil pensar en algo más alejado de la realidad que eso. De hecho, sus partidarios afirman que sus acciones antes de la Guerra de Secesión (y antes de su eventual apoyo a la abolición de la esclavitud) no deberían tenerse en cuenta. Al fin y al cabo, él hizo lo que fue necesario para llegar a la presidencia y eso es lo que un «genio político», como reza el título del libro de Kearns-Goodwin, hace. También dicen que un tiempo antes de la Guerra, alguna revelación le golpeó concienciándole de que el fin de la esclavitud era lo correcto. Este cambio inexplicable de su mente va en contra de los pensamientos que abrazó la mayor parte de su vida.

¿Quién liberó a los esclavos? En la medida en que alguna vez fueron «liberados», lo fueron gracias a la Decimotercera Enmienda, que fue escrita e impuesta no por Lincoln, sino por grandes emancipadores a quienes nadie conoce, los abolicionistas y los líderes del Congreso que crearon el clima y la presión que aguijoneó, pinchó, condujo, forzó a Lincoln hacia la gloria al asociarlo con una política a la que se había opuesto firmemente, por lo menos, durante cincuenta y cuatro de sus cincuenta y seis años de vida.

Lerone Bennett, Jr., ex editor de la revista Ebony y autor de Forced into Glory: Abraham Lincoln’s White Dream.

Bennett señala: «Hay una encantadora ficción de que Lincoln (…) se convirtió en un ferviente defensor de la enmienda y empleó el poder de su cargo para comprar votos que aseguraran su aprobación. No hay ninguna evidencia, como David H. Donald ha señalado, para apoyar tal ficción…». En la medida en que, finalmente, Lincoln apoyó, aunque de forma vacilante, esta enmienda, Bennett afirma que fue él quien se vio obligado -literalmente- a hacerlo por otros políticos, y no al revés, como se puede observar en la película de Spielberg (cabe destacar que David Donald es el más destacado estudioso de Lincoln de nuestro tiempo y ganador del premio Pulitzer como biógrafo de Lincoln).

Thomas DiLorenzo, Lincoln the Racist.

Es importante mencionar que, mientras estuvo en Illinois, el Sr. Lincoln apoyó leyes que prohibían a los negros vivir en ese Estado; estaba en contra de matrimonio interracial y dijo que los negros podían ser iguales, pero no en los EEUU. En su parte final, la película muestra a un presidente dedicado a la causa de otorgar el derecho de voto de los negros, pero se olvida de mencionar su proyecto más importante. En sus últimos meses de vida, el conocidísimo presidente «microgerente« se encontraba muy centrado en su proyecto «Liberia». Sí, su único objetivo era enviar a tantos negros como fuera posible fuera del país, de vuelta a África, a Liberia. A menudo se preguntaba si dispondrían de suficientes barcos para llevar a cabo su propósito. Al final, no parecen estas las acciones de un hombre que había recibido una revelación divina y que había cambiado su punto de vista sobre cuestiones raciales. 

Bennett menciona que Lincoln declaró públicamente que «Estados Unidos se construyó para la gente blanca y no para los negros» (p. 211) y «al menos veintiuna veces, dijo públicamente que se oponía a la igualdad de derechos de para los negros». «Lo que más deseo es la separación de las razas blanca y negra», dijo Lincoln (Obras Completas de Abraham Lincoln, vol. 2, p. 521).

Thomas DiLorenzo, en Lincoln the Racist

El Partido Republicano de la época, su partido, tenía una facción abolicionista fuerte y creciente que constantemente hacía presión sobre el tema. No fue hasta que surgió la oportunidad de ir a la guerra y de usar la esclavitud como pretexto cuando el presidente Lincoln finalmente se une a los abolicionistas. De hecho, en su discurso inaugural, el nuevo presidente manifestó su apoyo a enmiendas a la Constitución que defendían que la esclavitud no era un tema del que debiera encargarse el Gobierno Federal, sino un tema de discusión por parte de los Estados.

Si no era un abolicionista, ¿por qué la guerra? Siempre fue para mantener y aumentar el poder de la Unión sobre los Estados. El fin de la esclavitud era simplemente la justificación oficial, y un favor necesario para obtener apoyo político. ¡Simplemente eso! Además, es importante mencionar que a lo largo del siglo XIX, la mayoría de los países pusieron fin a la esclavitud de forma pacífica. Aun cuando se produjeron conflictos violentos, en comparación con la matanza de Lincoln, no fueron más que pequeñas gotas de agua que caen en el océano. ¡Nueva Inglaterra y Ohio lo habían conseguido pacíficamente! Entonces, ¿por qué los EEUU no podían hacerlo de la misma forma?

La guerra duró más de 4 años; acabó con una cifra de entre 650.000 y 850.000 fallecidos (en cifras actuales –comparando la población de la época y la de hoy–, tendríamos que multiplicarlo por 10, siendo el resultado de ¡8,5 millones de muertes!), familias destruidas y hundimiento de la economía durante años. Aun en números absolutos es, con bastante margen, el mayor número de bajas sufridas por los EEUU en su historia bélica. ¡Es incluso más que la suma de todas las otras guerras juntas! Y sólo en la Segunda Guerra Mundial el país sufrió un montante de víctimas en la misma escala.

Guerra
Fallecidos
% población
Guerra de la Independencia
25.000
+- 0,9 %
Guerra de Secesión
650.000 – 850.000
 +- 2% – 3%
Primera Guerra Mundial
116.000
+- 0,1%
Segunda Guerra Mundial
405.000
+- 0,3%
Guerra de Corea
36.000
+- 0,02%
Guerra de Vietnam
58.000
+- 0,03%
Guerra del Terror
6.300
+- 0,003%

Es más, repasando algunos periódicos de la época, se pueden hallar constantes ataques de la prensa y de sus enemigos políticos, calificando a Lincoln de dictador. En muchos sentidos, actuaba como tal. Durante la Guerra de Secesión se suspendió el Habeas Corpus, se detuvo a miles de personas que se oponían al conflicto o defendían el derecho a la secesión, y se cerraron más de 300 periódicos. ¡Qué respeto a la primera enmienda! Es difícil entender cómo reputados intelectuales pueden llegar a encontrar excusas tontas para justificar sus ataques a la libertad. Mientras muchos de estos simpatizantes, con razón, se oponen a estallidos parecidos en la «Guerra contra el Terror», dan una salida gloriosa a un Lincoln santificado.

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