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¿Podamos? ¡Podemos!

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Algunas hojas del árbol social están cayendo o están siendo cortadas por podridas o corruptas. Estamos soltando lastre, librándonos de parásitos y sanguijuelas que nos chupan la sangre. Conviene continuar: no esperar a que caigan por sí solas, sino eliminar activamente las ramas muertas, viejas o secas que dificultan el crecimiento y el desarrollo.

Sin embargo mucha gente parece estar fijándose de forma parcial e incompleta en casos llamativos y se niega a ver el elefante en la habitación. El problema social no está solamente en unos pocos políticos o altos mandos corruptos o incompetentes, en una casta elitista que presuntamente lo controla todo y se reparte los despojos del poder. El problema más grave y fundamental está en el poder estatal en sí mismo y en todos aquellos, que son muchos, que prosperan gracias a él y viven impunemente a costa de los demás.

Podemos todas las castas depredadoras: las elitistas al mando y las populares que contribuyen al sostenimiento de las elitistas. Estas castas masivas también necesitan una profunda depuración. Conviene podarlas o reformarlas de forma radical para conseguir que de forma efectiva se pongan al servicio de los demás en una economía de mercado libre. No nos creamos sus muy repetidos e hipócritas eslóganes según los cuales ellos se sacrifican por el bien común: obliguémosles a hacerlo de verdad. Denunciemos a aquellos que denuncian a sus superiores políticos y les tachan de casta casi exclusivamente para despistar, para distraer la atención sobre su propia naturaleza de grupos de interés y presión.

Cuanto más importantes sean los servicios que prestan (como en la sanidad o en la educación) más importante es corregir sus múltiples ineficiencias y abusos. Privaticemos la sanidad y la educación, y si es necesario utilicemos cheques sanitarios o escolares para permitir que los receptores de los servicios actúen como consumidores soberanos capaces de controlar y disciplinar a los productores o proveedores.

Podemos el escaqueo sistemático de múltiples colectivos. Podemos la administración a todos los niveles de funcionarios apoltronados, pegados y apegados a su plaza en propiedad. Vigilemos y midamos con rigor su productividad y no nos dejemos engañar por sus posibles trampas para aparentar que están trabajando duro y bien. Exijamos transparencia, que actúen públicamente como auténticos servidores públicos.

Podemos los entes públicos que existen en beneficio de los allí atrincherados. Eliminemos las televisiones públicas.

Podemos los impuestos, el presupuesto, los gastos y la hacienda pública. Dejemos la renta y la riqueza en manos de sus legítimos propietarios, sus productores.

Podemos las subvenciones, los subsidios y las protecciones a los productores ineficientes. Podemos a los incompetentes o poco competitivos.

Podemos el corporativismo de todos los gremios que sólo buscan evitar la competencia y tapar sus vergüenzas.

Podemos las regulaciones que asfixian la libertad y matan la iniciativa empresarial innovadora y creativa.

Podemos la picaresca. Arranquemos de cuajo a todos aquellos que viven del cuento, del lloriqueo, del victimismo, de exagerar sus necesidades. Podemos a los sinvergüenzas y a los vagos.

Podemos la envidia y el igualitarismo coactivo.

Podemos la chapuza.

No añadamos más lastre al peso muerto que ya sufrimos. No institucionalicemos el derecho a vivir por la cara, simplemente por estar ahí, por existir, sin necesidad de ofrecer nada de valor a cambio de lo que se recibe.

Podemos las ideas disparatadas y falaces que se difunden desde tribunas universitarias fanáticamente politizadas e ideologizadas.

¿Podemos podar? ¡Podemos!

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