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Sostenibilidad y generaciones futuras

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La sostenibilidad está de moda, sobre todo en el ámbito del ecologismo, donde se reclama el desarrollo sostenible: satisfacer las necesidades de la generación presente sin sacrificar la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades.

La sostenibilidad parece muy razonable y bien intencionada (lo insostenible suena mal), pero su implementación ideológica está repleta de falacias e impregnada de colectivismo. A menudo se presenta a la naturaleza como un prodigio de equilibrio y armonía y al ser humano como un parásito o depredador que la destruye de forma suicida, ya que depende de ella pero parece ignorar esta dependencia. Se olvida que aunque la vida en abstracto es en principio sostenible mientras existan fuentes de energía y materiales, los individuos concretos tienen vidas limitadas y las especies evolucionan y eventualmente se extinguen: los ecosistemas no permanecen indefinidamente en estados estacionarios, sino que pueden cambiar debido a factores externos o a su propia dinámica interna. Las sociedades humanas son igualmente dinámicas, y los intentos coactivos de mantener formas culturales puras e intactas van en contra de la libertad y el bienestar de los individuos.

Un ser vivo necesita recursos energéticos y materiales y un entorno relativamente libre de agresiones para poder mantener su actividad autopoyética. Los recursos pueden ser inorgánicos u orgánicos (cadenas tróficas), igual que las amenazas ambientales: factores físicos o químicos u otros organismos depredadores.

La existencia a escalas de tiempo biológicas de algunos recursos, como la luz solar, no depende de que se aprovechen o no. Algunos recursos inorgánicos, como los combustibles fósiles, se generan muy lentamente, de modo que su consumo disminuye sus existencias físicas totales. Los recursos biológicos son especialmente sensibles a su consumo: si un depredador mata demasiadas presas puede poner en peligro su fuente de alimento, ya que la cantidad de organismos futuros depende de la cantidad de organismos presentes capaces de reproducirse.

El ser humano es una especie viva especial ya que no sólo consume recursos dados, sino que también los produce (agricultura, ganadería). La actividad del ser humano es tan intensa que puede modificar de forma notable su entorno: minería y basureros, deforestación o plantaciones, agotamiento de caladeros o piscifactorías. La acumulación de bienes de capital y los avances tecnológicos incrementan esta capacidad de acción, tanto en el lado de la producción de recursos como en el lado del tratamiento de los residuos y la modificación de las condiciones ambientales o la defensa ante las mismas.

Aunque el planeta Tierra sea un sistema finito (no cerrado) y con límites físicos, el crecimiento económico indefinido es posible porque se trata sobre todo de un crecimiento en calidad, en valor, en especialización e intercambios, y no sólo en cantidad. La actividad humana no consiste en sacar más y más riqueza natural hasta que ya no quede nada y tirar más y más basura hasta que no quede sitio donde meterla. La acción humana modifica y recombina la materia según sus preferencias, y la combinatoria ofrece vastas posibilidades cuyos límites son difíciles de alcanzar.

En una economía de mercado libre los bienes económicos tienen dueños y se intercambian a precios que indican su escasez relativa (oferta y demanda). Los recursos son en general sustituibles: es posible utilizar diversas fuentes de energía según su eficiencia económica. Los recursos minerales seguramente no llegarán a agotarse nunca: conforme sus existencias decrezcan y dependiendo de cómo evolucione el coste de su extracción, al elevarse su precio otras alternativas serán más atractivas. Descubrir qué opciones son mejores es tarea de los empresarios guiados por los beneficios y las pérdidas: la planificación estatal tecnocrática está condenada al fracaso por problemas de falta de incentivos e información.

Los que profetizan con absoluta certeza el apocalipsis del agotamiento de los recursos naturales deben de estar apostando fuertemente en los mercados de futuros de materias primas con la expectativa de enriquecerse y salvar al mundo del desastre. O tal vez no, quizás sólo son unos charlatanes que no saben gran cosa de otra sostenibilidad importante: la financiera.

Utilizar sólo recursos renovables es absurdo: si todas las generaciones hacen lo mismo, esos recursos permanecerán sin usar para siempre. El aprovechamiento de fuentes de energía renovables requiere tecnologías caras pero cuyo coste seguramente se reduzca por los avances tecnológicos: parece inteligente que las generaciones actuales relativamente más pobres utilicen los recursos más baratos y leguen a las generaciones futuras el capital y la tecnología para acceder a otros recursos.

La contaminación y los residuos son problemas donde no se tratan como agresiones sobre la propiedad privada (externalidades negativas). En una sociedad libre toda persona o corporación es responsable y debe hacerse cargo de su basura (sólida, líquida o gaseosa), por sí misma o con la ayuda de empresas especializadas en su tratamiento o almacenamiento.

La naturaleza intacta es a menudo muy bonita, pero los seres humanos demuestran generalmente con sus acciones que prefieren modificarla para ajustarla a sus deseos, dejando algunas zonas especialmente atractivas para su contemplación estética (parques naturales). La existencia de viviendas y fábricas no es un retroceso sino un avance.

El ser humano es también especial por su altricialidad extrema: el bebé humano es incapaz durante mucho tiempo de mantenerse por sí mismo. Los individuos quieren a sus crías (incluso a las crías de sus crías), se preocupan por sus hijos, cuidan de ellos. Las personas presentes consideran el interés de las personas futuras: pero no lo hacen de forma genérica y colectivista (todos por todos), sino de forma particular e individualizada. Además existe una continuidad de supervivencia y reproducción: los problemas que van a afectar al futuro suelen afectar también al presente, y por lo tanto los individuos actuales intentan resolverlos ya. Ni cualquier tiempo pasado fue mejor ni el presente es algo intocable que hay que legar a las generaciones futuras. Las personas del futuro existirán en unas condiciones que para ellos serán las normales, las únicas que habrán conocido. Además serán mucho más ricas gracias a la acumulación de capital, de conocimientos científicos y tecnológicos, de cultura, de arte. Las generaciones futuras no tienen derechos (ni como colectivos ni como individuos actualmente inexistentes) ni los necesitan.

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