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Wildcat Banking, el sistema financiero estadounidense hasta 1866

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El Wildcat Banking –»wildcat» para abreviar– era como se designaban a algunos bancos de los Estados Unidos en el siglo XIX fundados bajo las leyes del free banking, que podemos identificar como una especie de laissez faire financiero. Para crear un banco bajo el sistema de free banking era necesaria una licencia estatal –local en sentido amplio, no federal– que comprometía al banco a seguir una serie de requisitos.

Los wildcat emitían sus propios billetes (notes) que teóricamente estaban respaldados por unos activos como bonos, oro, plata y a veces otro tipo de materias. Los wildcat eran pues empresas de custodia que cuando el cliente entregaba sus activos al banco éste en contrapartida daba al cliente un «recibo» (billetes) que podían canjear por otros bienes en el libre mercado. Aunque el fenómeno de los wildcat fue reducido en Estados Unidos, llegaron a crearse 30.000 tipos de billetes diferentes.

Hasta 1970–75 wildcat fue sinónimo de fraude y crisis bancarias, y por extensión también el free banking. A algunos de estos bancos se les llamaba wildcat (gato montés) por la difícil accesibilidad que tenían. Generalmente se ubicaban en las montañas para que fuese difícil su acceso por parte de los clientes cuando tenían que hacer la amortización (o canje por el activo subyacente) de los billetes. Esto creó el mito, junto con algunas crisis, de que el sistema de free banking y dinero privado «sin regulación» siempre conducían al caos y a la ruina. Fue por esta razón que en 1.863 se aprueba la National Banking Act, aunque no tuvo aplicación real, o totalmente federal, hasta 1.866 junto con el abultado paquete de leyes intervencionistas de Lincoln.

A partir de los años setenta del siglo XX el sistema de laissez faire financiero, y por extensión monetario, empezó a despertar la curiosidad de algunos estudiosos y se dieron cuenta que las crisis sufridas en la época donde se alzaban los wildcat no fueron debidas a la avaricia de los banqueros o a un sistema insostenible per se, sino a factores regulatorios y de interferencia estatal, y además, el mito de las crisis fue claramente exagerado.

La verdad es que jamás existió un auténtico sistema de laissez faire financiero o monetario. Vera C. Smith (que se adelantó a la moda) calificó este periodo como un sistema de «descentralización sin libertad», e incluso Hugh Rockoff (que fue quien empezó a despertar la curiosidad por investigar el mercado monetario anterior a la guerra de secesión) fue más lejos definiéndolo como «la antítesis de las leyes bancarias del laissez faire«. Posteriores estudios han concluido que una de las causas de las bancarrotas se debieron a la intervención de los propios estados, que obligaban a los wildcats a financiar sus gastos (tal y como está obligado a hacer hoy día el banco central cuando el gobierno entra en déficit). Además, aunque las leyes variaban de estado a estado, el gobierno local obligaba también a los wildcat a comprar bonos del gobierno a su valor nominal y no a precio de mercado. Así, incluso el propio Alan Greenspan en un discurso oficial en la Reserva Federal en el año 1996, afirmó que «en algunos casos, [el gobierno] contribuyó a estas quiebras bancarias», franqueza poco usual en un funcionario.

También hemos comentado que las crisis fueron exageradas, probablemente por el propio gobierno federal. Por ejemplo, en Illinois –que fue uno de los lugares donde más se dejaron sentir las crisis– y según Lawrence H. White, en el periodo comprendido entre 1.851 y 1.860 se crearon 141 bancos –antes de seguir, reflexione sobre lo que acabamos de apuntar, ¡141 bancos en nueve años y sólo en Illinois!– de los cuales sólo uno duró menos de un año[1]. No observe este dato (141) como el correspondiente a la creación de un banco comercial actual, sino como lo que realmente eran: empresas de pequeñas dimensiones aunque de elevado capital (el capital inicial de constitución variaba según el estado de entre 5.000 a 50.000 dólares, que en esa época era mucho dinero).

Lo curioso aquí es que para muchos estudiosos el cierre de los wildcats habría sido del 100%. ¿Cómo se explica esto? El principal problema radica en responder: ¿qué es un wildcat exactamente? Para Arthur J. Rolnick y Warren E. Weber, wildcats, son aquellos bancos que cerraron en un periodo inferior a un año. Es evidente que desde este punto de vista, todo wildcat era un fracaso. En cambio, otros economistas han comparado las crisis del sistema de free banking con otras épocas y han verificado que no son superiores a los cierres producidos de otros bancos en otros períodos.

Posteriormente, con la National Banking Act antes mencionada, el free banking fue erradicado de Estados Unidos en pocos años a base de la creación de bancos nacionales, impuestos y más regulaciones. Esta pequeña exposición sólo ha sido un resumen muy concentrado de lo que fue un sistema monetario económicamente sano y que la historia, por dejadez, ha maltratado.



[1] Aquí hemos de apuntar que en el primer año de la guerra civil americana (1861), el 95% de los bancos en Illinois quedaron cerrados o suspendidos. Realmente es una cifra sorprendente que ahora no nos podemos parar a examinar, pero tal y como apuntan Salim Rashid y Abdus Samad, si ignoramos este año agitado militarmente y hacemos el balance entre los periodos 1852-1860 y 1862-1864 —eliminamos 1861— veremos que el cierre total neto sólo fue de 3 bancos. En 1861, muchos bancos no cerraron realmente, sino que se quedaron suspendidos y en 1862 volvieron a abrir. El cómputo global demuestra que el sistema de free banking sí era, no sólo rentable para los accionistas, sino también estable en el tiempo capaz de aguantar incluso una guerra.

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