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¿Y si la OPEP se pasa al euro?

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En el año 2000 Sadam Hussein anunció que iba a empezar a vender el petróleo iraquí en euros. Por aquel entonces la moneda europea era una divisa recién nacida y ni siquiera se encontraba en circulación. Fue, en definitiva, una de las machadas con las que Sadam acostumbraba a obsequiar a su devota audiencia internacional pisándole de paso los juanetes al archienemigo americano. La ocurrencia de Sadam no fue a mayores y, tras la invasión de Irak en 2003, el petróleo iraquí volvió tranquilamente a cotizar en dólares en el mercado internacional.

Lo que Sadam no sabía es que, menos de una década después, su odiado dólar iba a sufrir una depreciación espectacular. La irresponsable expansión crediticia, la creación de deuda a mansalva y otras imprudencias por parte de las autoridades monetarias de los Estados Unidos han llevado al otrora codiciado billete verde a una situación límite, tan límite que la OPEP ha considerado públicamente abandonarlo como divisa de reserva. Y es que, aunque los americanos no terminen de creérselo, su one dollar note va camino de valer menos que el papel en el que está impreso.

Ante semejante panorama, dictadores del tercer mundo como Chávez y Ahmadineyad celebran alborozados las desgracias monetarias de Norteamérica. Cegados por ese peligroso cóctel de envidia y odio que lleva al que lo padece a alegrarse de que al denostado vecino de arriba se le caiga la casa pedazos aun a riesgo de que los cascotes se le vengan a uno encima, creen en su simpleza que todo el monte es orégano y que, si Atenas llora, Esparta reirá.

Lo cierto es que si la OPEP cumple su promesa de pasarse al euro sobrevendría una colosal crisis económica que, como es lógico, tendría un alcance mundial. Los dólares que hasta ese momento habían servido como activo de reserva en todo el planeta volverían a los Estados Unidos como alma que lleva el diablo. Esto, en primer término, ocasionaría un repunte inflacionario que arruinaría la proverbial competitividad estadounidense empobreciendo de golpe a toda la nación. Eso sería lo primero. Después el sistema financiero colapsaría sin remedio dando la puntilla a la primera economía del mundo.

Los odiadores de Estados Unidos, que a este lado del Atlántico se cuentan por cientos de millares, pensarán que esto es, en realidad, una gran noticia, que un correctivo semejante bajaría los humos a los arrogantes norteamericanos que se creen los amos del mundo y que Europa, cien años después de la Gran Guerra, recobraría su papel de potencia rectora de la economía mundial.

Naturalmente nada de esto sucedería. A lo más la ya moderadísima inflación europea se moderaría aun más por la salida masiva de euros que irían a engrosar las reservas de otros países. Todo lo demás, en una economía plenamente globalizada como la actual, sería una pesadilla. Ni Europa ni ningún otro país del mundo saldría indemne de la quiebra del dólar y, con él, de casi todo el sistema financiero, bolsas incluidas. Por no hablar de la dinámica en la que entraría la economía europea dada su nueva condición de emisora del activo mundial de reserva. Al día siguiente de producirse el traspaso, el BCE empezaría a crear deuda del mismo modo en que el Fed lo ha hecho desde la ruptura de Bretón Woods convirtiendo al viejo continente en un adicto incorregible a la financiación externa. Vamos, un drama.

El remedio que dice buscar la OPEP para garantizar el valor de sus reservas podría ser peor que la enfermedad que aflige a la maltratada divisa americana. Es perfectamente comprensible que no quieran seguir vendiendo su preciado petróleo en una moneda que vale cada día menos, y que menos va a valer si Bernanke continúa mucho más tiempo al frente de la Reserva Federal. Lo que sería absurdo es que cambiasen una divisa sin respaldo por otra divisa sin respaldo pudiendo fijar los precios en el respaldo mismo, es decir, en el oro. Ellos sabrán. Cuentan que, hace casi cuarenta años, los árabes hicieron intención de tomar el oro amarillo como referente para los precios del oro negro. Entonces recularon porque los políticos norteamericanos prometieron mantener el dólar estable. A la vista está que no ha sido así. A ver si a la segunda va la vencida.

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