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Cataluña: la razón y la sinrazón

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Si renuncian a la ciudadanía política ya saben lo que hay: no hay beneficios ni obligaciones con la UE. Pónganse a la cola y cumplan con los requisitos del recién llegado

Y llegó el esperado y temido día de la consulta catalana. Adrede, escribo en domingo para no dejarme influir por los resultados. A día de hoy ya se habrán hecho todos los análisis, se habrán aportado todas las interpretaciones, más o menos sesgadas, de los votos y se habrán declarado ganadores unos y otros, con mayor o menor fundamento. Pero es hoy cuando me sale aportar mi punto de vista a sabiendas de que, prevalezca o no el “seny” catalán, lo que va a prevalecer son las razones económicas y las normas, las nacionales y las europeas.

Yo no entiendo el tema de la independencia catalana desde un punto de vista patriótico. Todas las abstracciones que han dado lugar a guerras sangrientas me ponen los pelos de punta. No porque no existan o porque sean malas necesariamente sino porque pueden ser fácilmente utilizadas por gente sin escrúpulos. Y eso pasa con la patria y con la religión, por ejemplo. 

La solución inmediata para los independentistas

Renuncie a ser español. Renuncie de verdad.Tire por la ventana todo lo que supone la ciudadanía española y elabore usted la ciudadanía catalana. Usted no es europeo por catalán, sino por español. Usted no está amparado (o desamparado) por el Tratado del Atlántico Norte (OTAN) por ser catalán, sino por ser español. Y así, suma y sigue. Es un tema desagradable y, además, desde el otro lado enseguida se mezcla el tema de la ciudadanía política (a la que me refiero) con la territorialidad. “¿Cataluña no está dentro del territorio de Europa?” Sí, claro y Suiza también, y la propia España antes de su incorporación. No nos hemos movido pero antes no pertenecíamos y ahora sí. Es un tema político y económico. Y si renuncian a la ciudadanía política ya saben lo que hay: no hay beneficios ni obligaciones con la UE. Pónganse a la cola y cumplan con los requisitos del recién llegado.

Eso sí, fíjese que según la ley se puede renunciar a la nacionalidad española, siempre que el interesado lo haga expresamente, tenga otra nacionalidad y resida habitualmente en el extranjero. No se puede ser apátrida. Es un problema tan grande que las Naciones Unidas dispone de “soluciones” para ellos. Vivimos en una sociedad en la que uno tiene que estar amparado por un sistema de seguridad y justicia, por un marco que además de exigirte impuestos, te dé ciertas garantías. Hay marcos y marcos, es cierto. Pero sea usted consciente de que el marco que tiene es el marco español y que si quiere que sea otro debería hacerse siguiendo el procedimiento que marca ese entorno de seguridad y justicia (imperfecto) en el que usted está.

No puedo sino recordar el artículo escrito por Félix Ovejero en El País el pasado domingo, llamado “Patrias y Fronteras”. Para una persona como yo, poco dada a patrias y a fronteras, es una explicación muy coherente del estado de la cuestión. Con todo lo que discrepamos Félix y yo, tengo que reconocer que empatizo con su manera de vivir, de sufrir todo este proceso en el que los independentistas están manipulando, extorsionando y comportándose vergonzosamente, sobre todo con tanto catalán de bien, como Félix Ovejero y muchos más.

Independencia: sí, pero de verdad

La independencia de verdad es la que yo sueño. Aquella en la que la solidaridad es real, individual, movida por valores y no por leyes. Donde la responsabilidad del gobierno es subsidiaria y la rendición de cuentas no hace excepciones entre los ciudadanos, de manera que ni cantantes, ni políticos, ni reyes, ni sacerdotes se escapen al cumplimiento de la ley.

No me hace ninguna gracia esa independencia mediante extorsión. Esa provocación de chulo de patio de colegio que va al profesor que le dice “Cumple las normas y respeta a los demás”, se le encara a medio centímetro, y le grita “¿Y si no, qué? ¿Me vas a pegar, pringao? ¡Venga, pégame si te atreves!”. A sabiendas que en el momento que el profesor haga lo que sea, el chulo se va a poner a lloriquear haciéndose la víctima y a gritar “España nos roba”.

No me hace gracia tampoco la actitud de cierto segmento de la sociedad catalana que plantea su objeción en términos de “La teta de la vaca es mayor si nos quedamos en España”. No hay que olvidar que uno de los perjuicios de la independencia de las colonias americanas de España fue que se perdió el mercado americano… que un monopolio. Especialmente de los “prósperos” empresarios catalanes (aunque no solo catalanes). Tener éxito cuando tienes el monopolio no es ser próspero. Es lo normal. Esa idea de permanecer en España para beneficiarse de un Estado hipertrofiado y de una UE también benefactora choca contra mis convicciones.

No es la secesión en sí lo que rechazo, sino el modo, o mejor dicho, los malos modales, la manipulación zafia que lleva a confusión a tanta gente del pueblo que ya no saben de quién fiarse. Y, sobre todo, lo que más asco me da es que insulten a quienes pedimos el cumplimiento de las normas y que lo hagan quienes tratan de imponer las suyas, para su propio beneficio material, a costa del idealismo mal enfocado de algunos. O sea, lo de siempre.

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