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Consumismo

Publicado en Libertad Digital

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Ya se que lo políticamente correcto en estos días tan señalados, es abominar de la llamada "fiebre consumista" y flagelarnos por ser felices gastando el dinero que honradamente hemos ganado a lo largo del año. La Iglesia está facultada para reprendernos porque apela a principios trascendentes. No así las ONG’s, los movimientos anticapitalistas y en general el inframundo chorraprogre que domina el cotarro de los medios de comunicación, empeñados crearnos mala conciencia por consumir productos de lujo, en lugar de darles a ellos toda la pasta para que la redistribuyan entre los más necesitados, empezando por ellos mismos. Una Navidad progresista, siguiendo las consignas de estos excelsos mentores ultraconcienciados, consistiría en sustituir la ingesta de los típicos productos navideños por una dieta macrobiótica y comprar a los niños unos absurdos taquitos de madera coloreada, privándoles de los juguetes electrónicos de última generación a los que tienen derecho, por ser niños y por vivir felizmente en un espléndido sistema capitalista.

A mí, los productores de turrón, los trabajadores del mazapán y los mariscadores en general, me parecen todos una gente encantadora, y no se me ocurre mejor forma de agradecer sus desvelos que ponerme hasta arriba de todo lo que tienen a bien traer al alcance de nuestra mesa. Por otra parte, los que gozamos de un paladar exquisito, educado tras largos años de investigaciones sobre el terreno en el apasionante mundo de la gastronomía, no podemos renunciar a nuestra vocación científica, precisamente en unas fechas en las que el trabajo de campo ofrece un panorama tan sugestivo.

En realidad, no existe una manera más solidaria de celebrar la Navidad que gastar dinero en hacer felices a los demás y, si se tercia, incluso a uno mismo. Coman, beban, consuman y hagan muchos, muchos regalos, especialmente a los niños. Y no hagan caso a las plañideras progres y sus amenazantes sermones laicos. Ellos irán al puto infierno, por mezquinos, y ustedes al paraíso, por haber sabido ser tan generosos. Amén.

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