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«El mercado es más libre que tú»

Publicado en Libertad Digital

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El error de la pintada guarda relación con el de Sampedro, por el énfasis en la separación entre el mercado y la gente, como si fueran cosas diferentes.

En la hermosa Barcelona que se ha llenado de voces en favor de la libertad enseña mi amigo, el profesor Andrés Betancor, catedrático de la Universidad Pompeu Fabra. Él es desde hace tiempo una de las más destacadas de esas voces críticas del nacionalismo totalitario. Andrés me contó que había visto la siguiente pintada en la entrada de su Universidad: «El mercado es más libre que tú, ¿te parece bien?». Venía firmada por las Juventudes Comunistas.

La frase aludía al título de un espectáculo de A Tiro Hecho, una compañía de teatro político que protestaba contra el TTIP, y se inspiraba en una frase de José Luis Sampedro:

Cuando, una vez más, alguien nos repita que «el mercado es la libertad», invitémosle a practicar un sencillo experimento mental, consistente en imaginar que entra en un mercado a comprar pero no lleva dinero: constatará en el acto que no podrá comprar nada, que sin dinero no hay allí libertad, que la libertad de elegir la da el dinero.

Abordemos primero lo de Sampedro, y después la pintada en cuestión. La antigua falacia del famoso economista y escritor estriba en reducir el mercado a un sistema de asignación de recursos dados. Si todo está dado, y yo no tengo dinero, no podré comprar nada. Pero si algo demuestra la realidad es que los recursos nunca están dados de una vez y para siempre, sino que son descubiertos y creados mediante la iniciativa y las interrelaciones humanas. El mercado es el proceso mediante el cual llegamos a tener dinero para comprar, y las tiendas llegan a tener productos para vender (véase «El mercado sin nada», Expansión, 12 abril 1999, incluido en la primera edición de Panfletos Liberales, LID Editorial, 2005).

El error de la pintada guarda relación con el de Sampedro, por el énfasis en la separación entre el mercado y la gente, como si fueran cosas diferentes, de hecho, como si el mercado existiese o pudiese existir sin la gente o incluso contra la gente. Basta con pasear por cualquier mercado, mercadillo o tienda, de cualquier categoría o dimensión, para percibir el absurdo mensaje de la pintada de las Juventudes Comunistas. No hay mercados sin gente. Y la libertad de los mercados es la libertad de la gente. Esto es tan así que, si la gente no es libre, no hay mercado.

Sobre esto último contamos también con una larga experiencia. Tratándose, precisamente, de las Juventudes Comunistas, podrían empezar a pensar en el comunismo, allí donde los mercados, en efecto, no existen porque los intercambios no son libres, y por tanto su propia esencia se desnaturaliza. Y allí donde no hay libertad en los mercados, señores comunistas, ¿han visto ustedes qué sucede con la libertad de la gente?

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