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Estado de bienestar y desarrollo económico

Publicado en Libertad Digital

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Es típico de los malos pensadores presentar verdades incompletas y discursos en los cuales lo que falta es muy relevante. Es menos común que ellos mismos se pongan en evidencia afirmando que dos fenómenos se refuerzan mutuamente y explicando además cómo uno fomenta al otro, pero olvidando aclarar cómo el segundo contribuye al primero. Aquí Sotelo reconoce que el estatismo antisocial (mal denominado "Estado de bienestar") depende del crecimiento económico que se produce al eliminar barreras políticas al comercio: la generación de riqueza por un mercado libre posibilita su confiscación y posterior redistribución. Pero no habla de cómo el asistencialismo estatal potencia el crecimiento económico: quizás porque no lo hace.

El Estado de bienestar es la institucionalización del parasitismo y la dependencia del Estado camufladas de solidaridad y progreso social. Un parásito intenta engañar a su huésped para no ser detectado y eliminado, y a veces consigue incluso hacerle creer que resulta beneficioso para su supervivencia. Los pseudointelectuales cortesanos y algunos economistas mediocres ven ciertas correlaciones estadísticas entre crecimiento económico y tamaño del asistencialismo estatal e infieren que el gasto público en educación, sanidad, desempleo y pensiones fomenta el desarrollo. No entienden que el intervencionismo estatal, por muy bien intencionado que sea, es un obstáculo y no una ayuda: ese dinero habría sido empleado de forma mucho más eficaz y eficiente por sus legítimos propietarios, los ciudadanos, que seguramente reclamarían esos servicios a empresas competitivas. Si las naciones más pobres no "disfrutan" del Estado de bienestar es porque no pueden permitírselo, no porque ignoren que es indispensable para salir del subdesarrollo.

Ignacio Sotelo lamenta que "la integración económica europea ha ido creando un marco supraestatal de carácter neoliberal que pone límites muy precisos al Estado social" y que "la UE ha rehusado implantar una política social comunitaria". Asimismo, se duele de que "la ampliación al Este ha reforzado aún más la debilidad social de la Unión, al adherirse unos países que han desmontado prácticamente por completo las instituciones sociales provinientes del Estado colectivista". Los socialistas pervierten por completo el concepto de lo social, que en vez de ser el resultado de relaciones espontáneas y voluntarias entre individuos libres se convierte en burocratización estatista impuesta mediante la coacción legal de la política.

Se escandaliza de que en relación con la nueva semana laboral europea se apele "a la libertad del trabajador para permitir que cada cual pacte lo que quiera" porque "lo verdaderamente grave es que con ello se quiebra uno de los logros históricos del movimiento sindical: la negociación colectiva". Luego se extrañan de ser tachados de liberticidas y colectivistas.

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