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La CIA contra la SGAE

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Pero reconozcámoslo, tiene razón. El presidente ejecutivo de la SGAE acierta cuando dice que quienes nos oponemos a la compensación por copia privada estamos "pagados y dirigidos por las empresas". De hecho, yo estoy escribiendo este artículo en la terraza de la maravillosa casa de 10.000 metros cuadrados y en primera línea de playa que me he comprado en la zona más exclusiva de Miami gracias al dinero que me entregan las malvadas corporaciones cada vez que le llevo la contraria (a 600.000 euros el artículo).

Pero no sólo nos pagan a periodistas y miembros de organizaciones como la Asociación de Internautas. También lo hacen con los diputados y senadores (medio millón de euros por proposición no de Ley presentada y el doble si es de Ley, así como 100.000 euros a cada uno que vota contra las posturas de las entidades de gestión). Lo incomprensible es lo de los miembros del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso, que se han opuesto a que las cuentas de la SGAE dejen de ser opacas; a honrados no les gana nadie. En definitiva, que las malvadas empresas se gastan una millonada en que algunos nos opongamos a ese canon con el que Bautista y los suyos se dedican a hacer obras de caridad.

De lo que no se ha dado cuenta el presidente ejecutivo de la SGAE es que esas empresas en realidad son unas meras intermediarias. Ni tan siquiera a ellas les sale rentable el increíble gasto que supone hacernos millonarios a periodistas, políticos y miembros de asociaciones para que critiquemos el canon. Quien financia este inmenso complot es la CIA, con el apoyo del Mossad, la banca Rothschild y la masonería. Nota a todas estas organizaciones: una persona tiene orden de sacar a la luz más información comprometedora para ellos (guardada en una caja fuerte secreta) en el caso de que nos pase algo a mí o mi familia después de que se publique este artículo.

El motivo de que tan poderosas fuerzas estén coaligadas contra unas personas generosas y altruistas como "Teddy" Bautista, Ramoncín y Pau Donés es simple: les molestan. Dado que su única fuente de ingresos es el canon, quieren quitárselo para arruinarles y evitar así que nos sigan iluminando con su creación artística. Escuchar una obra de cualquiera de ellos abre los ojos de los ciudadanos que viven engañados y manipulados por la propaganda que surge desde todos esos centro de poder. Tampoco les perdonan que algunos de ellos, como Bautista, Donés y Borau (pero no, por ejemplo, un Alejandro Sanz que siempre se ha mostrado contrario al generoso barbudo) sean amigos incondicionales de un Fidel Castro que ha llevado a los cubanos a un nivel de prosperidad y felicidad tan maravilloso que cientos de norteamericanos famélicos y sin libertad se juegan la vida intentando cruzar el estrecho de Florida a bordo de frágiles balsas.

Y tras estas terribles confesiones, voy a subirme a bordo una nave espacial conducida por Carlos Jesús. En este transporte viajaré camino al exilio en Raticulín, donde el complot anti-canon no me alcance.

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