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La generosidad del capitalismo

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Más extraordinario todavía ha sido su forma de hacerlo: con una primera cantidad de 602.500 acciones de su empresa, número que irá decreciendo anualmente al 5 por ciento. De este modo, el valor de cada aportación anual dependerá del precio de la acción, de tal modo que si se revaloriza un 6 por ciento o más, la aportación al patrimonio de la fundación podría ser mayor cada año.

Estoy seguro de que Buffet, que ha creado la segunda mayor fortuna personal del mundo, ha leído el artículo "Riqueza" de Andrew Carnegie, creador de U.S. Steel y quien ha sido modelo de otros multimillonarios filántropos; desde su coetáneo Rockefeller al propio Gates. En este texto, Carnegie expone su teoría fascista de la riqueza, que se resume en que "el único uso noble de un excedente de riqueza es el siguiente: ser considerado como un sagrado fideicomiso, para que sea administrado por sus poseedores para el bien superior del pueblo". Error tras error.

Primero porque jamás hay excedentes de riqueza; el azote de la escasez es permanente. Segundo porque ésta es fruto de una sucesión de actos de creación originaria, empresarialidad también llamada, que dan vida a lo que antes no existía: a esa disposición de medios a nuestro servicio que llamamos riqueza. Y tercero porque como todas las obras originales, pertenecen a su creador y no a la "sociedad". Carnegie fue un hombre culto, pero no llegó a comprender del todo lo que él supo generar como pocos. Buffet seguramente ha sabido escapar de las ingenuas ideas de Carnegie, como sugiere el hecho de que haya donado un valor que puede crecer año a año si su empresa sigue aportando valor al mundo.

La fundación a que van dirigidas sus aportaciones realizará labores muy necesarias y convenientes, de ello estoy seguro. Pero lo que no hay que perder de vista es el modo en que Warren Buffet ha estado ayudando a los demás con su genio. Con el arte de dirigir en cada momento el capital a él confiado a las empresas que más estaban haciendo por generar valor. Son millones los ahorradores que le han confiado parte de sus ahorros, que él ha sabido dirigir acertadamente a los sectores más creativos de la sociedad. También ha sido maestro de muchos de ese oficio.

La riqueza no está ahí, esperando que alguien se apropie de ella; es necesario hacerla aparecer, crearla ex novo, inventársela, descubriendo qué necesidades humanas podemos cubrir con los medios de que disponemos, dirigiéndolos a una u otra actividad, dándoles la forma adecuada, transformándolos hasta ponerlos a nuestro servicio. Buffet es un creador y ese es su verdadero valor. Como decía Carnegie, en este caso desbordante de razón, "sin riqueza no puede haber mecenas". La generosidad del capitalismo no está en estos actos de genuina filantropía de los grandes empresarios, sino en que nos abre potencialmente a todos la oportunidad de contribuir a nuestra riqueza y, con ella, a la de nuestros vecinos. Lo extraordinario es que hemos dado con una sociedad que, cuando se desenvuelve con libertad, hace que sea de nuestro interés aportar a los demás precisamente lo que ellos desean.

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