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Libertad para Fouad y Kareem

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El saudí Fuad al-Farhan también ha sido arrestado, aunque todavía está pendiente de juicio, esta vez por escribir sobre presos políticos y la necesidad de reformas en el mayor de los países de la Península Arábiga. También en este caso se ha puesto en marcha una acción online para pedir su libertad.

No olvido, por supuesto, a las docenas de periodistas online y ciberdisidentes detenidos en varios países más. También a ellos les dedico este primer artículo que escribo en 2008. Según el informe anual de Reporteros Sin Fronteras, 2007 se cerró con un total de 61 en prisión. El listado de RSF no recoge a Fouad al-Fahran, tal vez debido a lo cercano en el tiempo de su detención. China es, una vez más, la mayor cárcel del mundo para quienes se oponen a través de Internet a los sistemas dictatoriales, con un total de 51 encarcelados. Este es el dato más llamativo, pero hay otro que debería llamar la atención.

Con la excepción de Bielorrusia, todos los países que mantienen a ciberdisidentes en prisión son comunistas o musulmanes. En el primer grupo, además de China –que siempre tiene el dudoso honor de encabezar esta lista–, está Vietnam. Su régimen es el segundo en el que hay más personas en la cárcel debido a sus actividades en Internet, un total de ocho. El resto son Irán (con dos), Egipto, Jordania, Libia y Siria (un encarcelado en cada uno de estos países). El motivo por el cual en estos lugares se encarcela a quienes se atreven a criticar al Gobierno a través de la Red no es la religión, sino la naturaleza autoritaria o totalitaria de sus sistemas políticos.

Entre ellos están dos estados vistos con malos ojos por la mayor parte de la comunidad internacional, como el sirio o el iraní. Pero hay otros que cuentan con el visto bueno de casi todo el mundo. El caso de la Libia de Gadafi (cuya extravagante gira europea tras su "rehabilitación" ante los gobiernos democráticos ha sido un éxito) o aliados de Occidente como Egipto y Jordania (cuyos sistemas son dictaduras disfrazadas de algo parecido a democracias formales). Si hay que presionar a los primeros para que avancen hacia el respeto a los derechos de las personas, con estos últimos es especialmente urgente. El silencio ante lo que ocurre en estos países no sólo es inmoral sino que, además, ayuda al crecimiento de un integrismo islámico que acusa a los "cruzados" de apoyar a las dictaduras.

Occidente debe reaccionar ante las violaciones de los derechos más fundamentales de cada persona, como es la libertad de expresión, en internet y fuera de ella. No debe guardar un silencio que lo convierte en cómplice. La denuncia debe ser clara. En internet y fuera de ella. ¡Libertad para Fouad, Kareem y los otros 60 ciberdisidentes detenidos!

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