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Merkel al rescate de Rajoy

Publicado en Economia Digital

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Los inversores se preguntan cómo el Gobierno no ha atajado antes la situación que se ha generado en Cataluña.

El final de las vacaciones ha llegado plagado de facturas, que van más allá de los libros y uniformes de los colegios, matrículas, y demás gastos típicos de la vuelta al curso académico. La principal factura que aparece en el horizonte de los españoles es la de la incertidumbre. No es nuevo. Nos fuimos de veraneo con varios interrogantes económicos en el horizonte. Pero esas sombras que dejamos a un lado para descansar del trabajo de un año, son ahora más alargadas y mucho más oscuras.

Las circunstancias que explican este empeoramiento potencial de la situación económica española son de índole nacional e internacional. La dependencia de las economías respecto al exterior en un mundo globalizado es obvia, pero en el caso de España, es especialmente grave. No solamente porque nuestro principal sector es el de servicios (turismo y hostelería). Además, nuestro sistema productivo está subordinado a la importación y es claramente dependiente, ya que está centrado en las fases de transformación y montaje, no somos productores de tecnología y somos dependientes energéticamente.

Hay que añadir que nuestra economía es dependiente del exterior también financieramente: nos nutrimos de capitales extranjeros. No es extraño: ahorrar está penalizado por la ley mediante los impuestos, mientras que se fomenta el endeudamiento. Es la fórmula opuesta a la racional. Finalmente hay una creciente tendencia al linchamiento social a todo el que sobresalga como empresario. De manera que no es una sorpresa que necesitemos capital extranjero para desarrollarnos. Es muy penoso, especialmente por el enorme desempleo que sigue azotando a nuestra población.

Así las cosas, un resultado electoral adverso en Alemania el próximo octubre o un cambio en la política monetaria del Banco Central Europeo nos vendrían fatal, económicamente. Pero no son esas las amenazas a las que más debe temer Mariano Rajoy. No por importantes sino porque son muy conocidas.

Las aguas que le llegan al cuello  económico del gobierno son las de las consecuencias no queridas, especialmente de todo lo que está ocurriendo, a nivel político, en Cataluña.

Mucho se ha escrito acerca de las enormes pérdidas derivadas de la posible independencia catalana. Varias empresas han asegurado que migrarán a otros territorios. Otros economistas aseguran que, por el contrario, el futuro económico de una Cataluña independiente sería mucho mejor que si permanece como parte del territorio español. Y, lo cierto, es que si el actual gobierno autonómico fuera serio y profesional, podría ser así.

Ahora bien, las actuaciones de quienes se arrogan el liderazgo independentista dejan mucho que desear. Si consideramos en qué países se podría apoyar una Cataluña independiente, dejando de lado al propio territorio español, no encontramos con que son los vecinos de siempre.

Así que es de suma importancia la percepción que estos países tengan de la capacidad del posible gobierno soberano catalán de manejar la economía del recién llegado país. Ahora mismo, a pesar de la descentralización autonómica, Cataluña disfruta o padece la mayor o menor credibilidad que el gobierno nacional tenga frente al exterior, la solidez que aporta pertenecer a un país que se ha ganado la pertenencia a diferentes “clubs” de naciones, y el respeto al menos por el intento de hacer funcionar una democracia tras la larga dictadura franquista sin sangre, ni revoluciones.

¿Qué se percibe de los gestores políticos y económicos catalanes? Parece que la diplomacia internacional no les hace mucho caso y las calificaciones de su deuda están a la altura de los bonos basura. Un mal panorama.

Pero hay más, la imagen internacional de Mariano Rajoy se está viendo cuestionada. Y con razón. ¿Cómo se ha llegado a esta situación? ¿No dispone la democracia española de mecanismos que eviten llegar a un momento tan delicado como el que nos encontramos? ¿Qué dice esto de la fiabilidad del gobierno?

Estas preguntan son las que podrían estar dando vueltas en la cabeza de los inversores y de los representantes de nuestros socios europeos, por ejemplo. La “vergüenza democrática” que la vicepresidenta Sáenz de Santamaría afirma sentir debería comenzar cuando se mira al espejo porque, si tan terrible ha sido el espectáculo del Parlament, es fruto de su incapacidad para afrontar claramente el reto independentista, incluso si implica cambiar la Constitución, o como me decía un amigo, cambiar de Constitución. Sin embargo, como viene siendo normal, el gobierno no ha agarrado el toro por los cuernos y ha permitido que lleguemos hasta aquí. Así que, Mariano y sus muchachos se tienen bien ganada la desconfianza de los vecinos y socios.

¿Qué puede ayudar a Rajoy? Una victoria de Merkel el 24 de septiembre sería un espaldarazo. Por un lado, supondría un refuerzo para el proyecto europeo en el que el presidente español confía y en sobre el que ha basado todo su esfuerzo económico y político. Por otro lado, lo más probable es que Merkel se ponga del lado de la oficialidad, y mucho más viendo el poco calado de los líderes independentistas y la gestión económica, totalmente sometida a su ideología.

Rajoy, demasiado tarde, se va a mover como no lo ha hecho antes, para ganarse el favor internacional y que el referéndum no pase a mayores. Demasiada incertidumbre para este otoño.

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