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Nunca es el momento

Publicado en Libertad Digital

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A semejanza de lo que había hecho el Partido Demócrata en los Estados Unidos, el PSOE se esforzaría por crear primero grupos sociales identificables y luego convertirse en la única opción de voto para ellos.

Esta estrategia tiene muchas ventajas. Para empezar, como explica Sowell, la izquierda entiende el mundo en términos de mascotas y culpables. Las mascotas son grupos siempre depositarios de la verdad, la justicia y la simpatía (minorías, pobres, países subdesarrollados…) y los otros (Iglesia, ricos, EEUU…) son siempre culpables, sean cuales fueren las circunstancias. Como tienen ya ese pobre esquema del mundo, incidir en él es jugar en campo propio.

La segunda ventaja importante es que con una política de identificación se saltan todas las normas de la lógica e incluso cualquier apelación a la realidad, por muy clara y tozuda que sea. “Si eres homosexual, tienes que votar al PSOE” o “si eres obrero, tienes que votar al PSOE” son los mensajes últimos. Y puesto que tu condición te acompaña sea cual fuere tu circunstancia, no hay discurso racional sobre lo que haga el partido socialista o el Gobierno que valga. Es como si el voto a los socialistas fuera parte del ser de las personas que pertenecen a este u otro grupo. Su último intento es con los inmigrantes, pero este gran asalto puede salirles rana.

Los socialistas tienen que ayudar a la gente a que descubran con qué se sienten identificados. Y para ello es necesario lanzar al debate cuestiones polémicas y que sirvan para situar a cada uno en el “nosotros” y “ellos” que a los socialistas les va a servir para ampliar su voto cautivo. Por eso ha sido tan importante, y tan exitoso, el matrimonio homosexual. Por eso se sacan de la manga cuestiones como la eutanasia, el aborto, la laicidad. Si han creado un nuevo think tank es precisamente para que haga la cobertura ideológica de esta estrategia.

Rajoy, que sigue sin enterarse, se indigna diciendo que los socialistas prefieren huir de los problemas verdaderos de los españoles. Y tiene razón. Pero no entiende que para combatir la estrategia del “y tú ¿de quién eres?” no basta con apelar a la realidad, a la racionalidad, porque consiste precisamente en superar a ambas. Para ello necesita un discurso alternativo cargado de ideas y valores. Y Rajoy lo ha dejado caer en Valencia.

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