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¿Por qué EEUU ha realizado tan pocos test del coronavirus?

Publicado en El Confidencial

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Lo que ha retrasado imprudentemente el diagnóstico de la epidemia del Covid-19 en EEUU han sido los fallos del Gobierno: hiperregulación y burocratización.

A principios de la semana pasada, cuando era evidente que el coronavirus ya se había empezado a extender fuera de los confines de China, EEUU apenas había realizado 472 test de Covid-19 sobre una población de más de 330 millones de personas: incluso Turquía, con una población sustancialmente menor, había efectuado más pruebas a su población. No es que la cosa mejorara en los días siguientes, sino que las autoridades, por (des)vergüenza, dejaron de publicar información oficial sobre los test efectuados. Nótese que, como ya expusimos en el caso de China, detectar a la población infectada —sobre todo, a los principales focos de población infectada— resulta crucial para adoptar las medidas necesarias que permitan romper las cadenas de transmisión y aislar el virus. Por tanto, el retraso en analizar a la población puede haber comprometido críticamente —lo comprobaremos en las próximas semanas— la capacidad de sus ciudadanos para enfrentarse a la epidemia.

Pero ¿por qué EEUU, siendo la primera potencial mundial, ha efectuado tan pocos test hasta el momento? Si uno lee la prensa española, la respuesta parecería obvia: como la sanidad estadounidense es privada y, por tanto, cada ciudadano ha de costearse sus propios test a un precio superior a 3.000 dólares, nadie se realiza los test y la epidemia sigue avanzando. El rumor, sin embargo, es un bulo: hasta el momento, la FDA solo ha autorizado el uso de dos kits de test dentro del país, uno desarrollo por el CDC y el otro por las autoridades sanitarias de Nueva York, y ninguno de ambos organismos cobraba un solo dólar por realizar esos test.

Entonces, si los test han sido hasta la fecha públicos y ‘gratuitos’, ¿por qué se han efectuado tan pocas pruebas? Pues, en parte, por la obligatoriedad de que fueran públicas. Como acabamos de mencionar, hasta el 29 de febrero, la FDA solo había autorizado el uso de los test desarrollados por el CDC (y el departamento de Sanidad en Nueva York): ninguna otra administración o empresa privada tenía permiso para crear y utilizar sus propias pruebas de diagnóstico; ni siquiera podían emplearse los test recomendados por la Organización Mundial de la Salud y que se usaron en otros países. Así las cosas, el 4 de febrero, el CDC envió sus propios kits a numerosos laboratorios de todo el país pero muchos de ellos estaban contaminados, de manera que los laboratorios no podían determinar por sí solos el resultado de las pruebas sin remitirlos al propio CDC. Problema: el CDC tiene una capacidad limitada de análisis y, por tanto, se convirtió en un cuello de botella. Se recogían muestras pero no se podía conocer el resultado de las mismas.

Es decir, la mala gestión de una agencia pública —unida a regulaciones absurdamente restrictivas— ha impedido que durante todo el mes de febrero, y parte de marzo, EEUU pudiese comenzar a detectar —salvo marginalmente— los contagiados por coronavirus dentro de sus fronteras. Desde el 29 de febrero, la FDA ha flexibilizado sus normativas para permitir el desarrollo de sus propios kits de test a otros organismos y empresas, lo que ha llevado a Trump —probablemente con un exceso de optimismo— a augurar que esta semana el país contará con un millón de pruebas.

A partir de este momento, sí se cobrará por algunos de esos test privados, tal como se financian este tipo de gastos dentro del país: a saber, las aseguradoras cubrirán el coste de los test de sus asegurados (como el de cualquier otro tratamiento, esto es, sujeto a los copagos y franquicias de cada póliza) y el Medicaid y el Medicare cubrirán el coste de los test para los no asegurados sin recursos económicos. Uno podrá discrepar en mayor o menor medida de este esquema de financiación de los gastos médicos, pero lo que no puede decirse en ningún caso es que, hasta el momento, la falta de test en EEUU se haya debido a que todo el mundo que quiera analizarse debía abonar varios miles de dólares para ello.

No, lo que ha retrasado imprudentemente el diagnóstico de la epidemia del Covid-19 en EEUU no han sido en esencia los fallos de mercado sino los fallos del Gobierno: hiperregulación y burocratización. Habiendo muchos elementos dignos de ser criticados dentro del sistema sanitario del país, en este caso no habría que desviar la enorme responsabilidad que sí ha tenido el Estado.

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