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Sarcasmo progresista

Publicado en Libertad Digital

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Cuando el señor Gordillo afirma que se opone a la propiedad se refiere a la propiedad ajena.

Leí hace tiempo en La Razón esta declaración del alcalde sempiterno José Manuel Sánchez Gordillo: «Me pondré en huelga de hambre hasta la muerte para que el Humoso no se venda».

Por improbable que resultara la concreción de semejante amenaza, me interesó conocer las razones del primer edil de Marinaleda. Tenía que ver con unos terrenos expropiados por la Junta y cedidos al Ayuntamiento. Acabáramos, pólvora del rey, como siempre.

A la Junta se le ocurrió la idea de vender la finca, que hay que recordar que no es del señor Gordillo. Y se la quería vender a los propios jornaleros que la trabajan. Pues bien, eso fue lo que provocó las iras de don José Manuel, que tronó: «Nunca hemos estado por la propiedad… no queremos que se la dé a nadie. La tierra no puede servir para especular y revenderse».

Se trata de un increíble sarcasmo, porque es evidente que cuando el señor Gordillo afirma que se opone a la propiedad se refiere a la propiedad ajena, que aplaude cuando es expropiada y se la regalan a él. Y esto es lo que quiere. Veamos. Las tierras, 1.196 hectáreas, nada menos, fueron expropiadas al duque del Infantado en 1991, cedidas al Ayuntamiento y explotadas por ocho cooperativas, a cambio de un canon, que por supuesto no pagaron: las cooperativas deben a la Junta más de 5 millones de euros. ¿Pagar? ¡A quién se le ocurre! El señor alcalde proclamó que todo ya está pagado y más que pagado con… la lucha jornalera.

Y entonces, los anticapitalistas de Marinaleda sentencian: «nadie puede comprar la tierra ni podemos aceptar la privatización de los Humosos por ningún motivo, sino entregando su uso para los trabajadores de manera definitiva». En resumen, como informó ABC, «el Ayuntamiento quiere que la Consejería de Agricultura de la Junta de Andalucía le regale los terrenos para usarlos de forma indefinida sin tener la presión de tener que pagar un canon anual». No me dirá usted que no es una estupenda solución a este engorroso asunto de la propiedad…

Igualmente bochornoso resultó su colega Cañamero, el diputado «jornalero del campo» que, como suelen decir los socialistas andaluces, hace décadas que no pisa el campo. Pero, a cambio, regala declaraciones como esta: «vamos con el alma del pueblo, y con éste tenemos que ir de la mano para cambiar la sociedad». Si no fuera gracioso, sería escalofriante pensar en lo que ha sucedido con los pueblos cuando los amigos de Cañamero lograron, efectivamente, «cambiar la sociedad».

El propio señor Cañamero redondeó su escarnio pidiendo: «liberación nacional, social y de género de esta tierra, para contribuir a una Andalucía libre, anticapitalista y feminista». Tanto feminismo, tanta liberación de género, y no pude evitar recordar cuando las huestes progresistas de Cañamero asaltaron un supermercado de Mercadona, y robaron lo que se les antojó. Porque hay hambre en el mundo, ya sabe usted. Pero, además, amenazaron e intimidaron a una mujer, una trabajadora, una modesta cajera de Mercadona. La hicieron llorar. Eso es el verdadero progresismo anticapitalista y feminista. Claro que sí.

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