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¿Se excitan los censores chinos con vacas suizas?

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Ninguna de ellas tiene la menor utilidad para salir de la crisis, sino al contrario, pero como de lo que se trata es de presentar proyectos para cubrir la cuota "informativa" de los telediarios, ahí tenemos al Consejo de Ministros produciendo casi diariamente nuevos planes económicos, todos basados en la misma consigna: gastar más.

Ahora quiere la vicepresidenta que vayamos en moto. Supongo que dará ejemplo, aunque para ello tenga que renovar parte de su fondo de armario incorporando pantalones, botas y chupas de cuero. Verla llegar a La Moncloa en ciclomotor (mejor en sidecar, dada su edad) sería un gran incentivo para el plan "Moto E", que así se llama el último invento para salir de la crisis, consistente, como saben, en sacar del bolsillo de unos contribuyentes 9 millones de euros para introducirlos en los de quienes decidan hacer caso al Gobierno y pasarse a las dos ruedas.

Esos nueve millones de euros son, en realidad, una subvención encubierta para los fabricantes y vendedores de ese tipo de vehículos, pero como los progres no ven demasiado bien eso de entregar el dinero directamente a los empresarios (salvo si son de la banca), prefieren hacerlo a través de persona interpuesta (los que decidan comprar una moto), así de paso todos participamos de la liturgia socialdemócrata y hacemos como que luchamos hombro con hombro para salir de la recesión.

El socialismo consiste en robar a unos para darle a otros, excepto el 40% destinado a los gastos burocráticos. El proyecto económico de Zapatero era, por tanto, tan inservible hace cinco años como ahora. La única novedad es que cuando se produce una crisis económica, el daño que las ideas socialistas provocan a la economía se multiplica hasta tener consecuencias irreversibles.

Y luego está el factor de corrupción popular que el socialismo siempre lleva aparejado. Por ejemplo, los que habían decidido adquirir una motocicleta están muy contentos con esa subvención que han trincado del bolsillo ajeno, sin embargo, bastará con que reparen un momento en los varios miles de líneas de subvención a las que no tienen derecho por sus circunstancias personales o profesionales para darse cuenta de que les están tomando el pelo y de paso vaciándoles el bolsillo. En cuanto una parte de los once millones de votantes socialistas comprendan tan sencilla ecuación, asunto solucionado.

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