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Silencio gubernamental ante la represión

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Como viene siendo costumbre en el ranking anual de ciberdisidentes entre rejas, el récord lo ostenta China. Ese régimen dictatorial a cuyos dirigentes recibe el Gobierno español, sin decir una sola palabra por las constantes violaciones de los derechos humanos y con cortesana celebración por parte de Enric Sopena, incluso ha superado sus marcas anteriores. Si en los años precedentes mantenía una media de cincuenta personas entre rejas por expresarse a través de internet, en el último ejercicio ha elevado la cifra hasta 77.

El listado de carceleros de internautas lo completan los regímenes tiránicos habituales en el informe de Reporteros Sin Fronteras. Se trata, en todos los casos menos en el de Rusia y como viene siendo costumbre, de dictaduras comunistas o que someten a países cuya población es mayoritariamente musulmana.

Y si 2010 terminó mal, 2011 no ha empezado mejor. La encargada de inaugurar este año la represión de internautas (junto con otros ciudadanos) ha sido una dictadura norteafricana, la tunecina. Como parte de su violenta respuesta a las protestas que han tenido lugar en el país, las autoridades de Túnez han detenido a cuatro bloguerosy otros dos se encuentran desaparecidos. Por supuesto, tampoco falta el bloqueo y desactivación de sitios web de activistas. No se trata de nada nuevo en la pequeña república magrebí, donde este tipo de acciones represivas y censoras responden a una ya larga tradición gubernamental.

Una vez más, los Gobiernos occidentales responden con un vergonzante silencio ante la represión que sufre la población (internauta o no) de un país sometido a una dictadura. En La Moncloa, El Elíseo, la Casa Blanca y muchas otras sedes gubernamentales occidentales nadie alza la voz para pedir la libertad de los tunecinos, internautas o no, encarcelados por protestar. Tampoco se protesta para exigir el fin de la censura en el menor de los países del Magreb.

No quieren reconocer algo evidente. La falta de libertad en la red en un país afecta al resto del mundo. Cuando se encarcela a un bloguero en Túnez o se clausura su sitio web en Arabia Saudí, se está impidiendo que los internautas británicos o alemanes puedan tener conocimiento de lo que esa persona tiene que decir. Se trata de censura a nivel mundial. Cuando se filtran los contenidos extranjeros en China o en Cuba, se imposibilita que quienes escribimos desde España o México hagamos llegar nuestras ideas o informaciones a esos países. Otra forma de censura mundial. Mientras se reprima internet en algunos países, la red no será totalmente libre en ningún lugar del mundo.

Las víctimas principales de la represión de internet, y quienes más necesitan nuestro firme apoyo, son quienes la sufren de forma directa por parte de sus propios Gobiernos. Pero el resto de los ciudadanos de la tierra que nos conectamos a la red, también la sufrimos en menor medida. Aunque sólo fuera por eso, el silencio cómplice de nuestros debería resultar intolerable.

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