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¿TDT de pago o gratuita?

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Ahora resulta claro por qué ni siquiera la sustitución de cinco ministros, con dos vicepresidentes incluidos, fue capaz de acallarla: los informadores son parte interesada.

En el fondo de la cuestión está, una vez más, el espectro radioeléctrico, el recurso escaso por definición. Como es escaso, entonces es necesario que una entidad de planificación central, el Estado, decida de qué forma se va a utilizar. Planificación y escasez siempre van de la mano y siempre se invierte la relación causal.

El espectro es un recurso valioso porque permite la prestación de determinados servicios por los que hay gente dispuesta a pagar. Utilizando espectro se pueden suministrar servicios de telefonía móvil, radio y televisión, por citar los más importantes.

Como todos los recursos, lo óptimo para la sociedad es que se utilicen para aquello que son más demandados. Y la única forma de averiguar esto es a través del precio que los ciudadanos están dispuestos a pagar por el servicio. Como las preferencias de aquéllos cambian, es lógico que los recursos puedan dedicarse a cosas distintas. Hasta hace poco, los campos de Castilla se dedicaban al cultivo de cereales; ahora, están plagados de placas solares.

Esta flexibilidad se dificulta enormemente cuando es el Gobierno el que tiene que andar decidiendo a qué se dedica cada recurso. Y eso es precisamente lo que pasa con el espectro: en un momento dado se decide qué porción se va a dedicar a radio, cuál a la telefonía móvil y cuál a la televisión digital gratuita. Además, esto limita de forma automática el número de agentes que podrán prestar cada servicio, pues se necesita un mínimo de espectro para cada uno.

En definitiva, si un agente del mercado es capaz de anticipar las necesidades de los usuarios y dedicar sus recursos a servirles mejor, su actuación debe ser bienvenida. Por ello, que La Sexta pretenda dedicar sus recursos de espectro a ofrecer TDT de pago en vez de gratuita, como venía haciendo, es algo positivo para el mercado. El Gobierno no debería poner ningún impedimento, sino todo lo contrario. Y que sea el consumidor soberano quien le muestre a La Sexta si acertó o no con su apuesta. No olvide la cadena de Mediapro que hace poco Sogecable hizo el movimiento inverso, al pasar su Canal+, la TV de pago que detentó en monopolio el grupo Prisa durante casi diez años, a la actual Cuatro.

Lo que pasa es que el Ejecutivo parece facilitar esta flexibilidad sólo a determinados agentes y no es capaz de llevar hasta sus últimas consecuencias el enfoque anterior. La consistencia en este enfoque supondría, por supuesto, el fin de la planificación del espectro… y el fin de su escasez.

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