Skip to content

Tyler Cowen en Madrid

Compartir

Compartir en facebook
Compartir en linkedin
Compartir en twitter
Compartir en pinterest
Compartir en email

¿Que te aburre un libro en la página 50? Ciérralo. No le dediques más tiempo. El que emplees en ese libro aburrido lo estás dejando de utilizar en otras actividades potencialmente más provechosas o más entretenidas. Sé honesto contigo mismo también cuando te aburres en un museo, y sal.

El mercado es un complejo sistema de signos. Los precios lo son, como explicó Friedrich Hayek en su seminal The use of knowledge in society. Y es, también, un orden de cooperación humana voluntaria. Si es así, enviemos el signo de que somos sociables, de que se puede confiar en uno. "Be a nice guy", fue uno de los consejos que Cowen ha extraído de la economía para llevarlo al comportamiento personal.

Hay cierta contradicción en utilizar una ciencia que aspira a comprender el comportamiento humano como instrumento para ese actuar. Es como la confusión entre el "ser" y el "deber ser" que denunció Hume. Pero ello no quiere decir que de la economía no podamos extraer enseñanzas valiosas para la vida. Al contrario. Más allá de los ejemplos que plantea Cowen en su libro y más allá también de las finanzas personales.

Quizá la más importante de todas sea que la sociedad está basada en la oferta. No se te valora por lo que tienes, como dicen quienes renuncian a pensar, sino en función de lo que tú puedas ofrecer a los demás. De modo que, en una sociedad libre y abierta, lo que tú recibas depende de lo que seas capaz de ofrecer que los demás estimen valioso. Pensar en lo que puedes recibir te lleva a la moral del ladrón, y pensar en lo que puedes ofrecer en la moral del ciudadano. Por desgracia la política fomenta la primera por medio de las promesas electorales. El resultado es que recibir sin aportar ya no ofende a la mayoría. Hemos perdido la moral de la sociedad libre.

Más artículos

El día en que faltaban pisos

El tema de la vivienda es, sin duda, el principal problema de la generación más joven de país, podríamos decir de la gente menor de 35 años que no ha accedido al mercado de vivienda en la misma situación que sus padres, y no digamos ya de sus abuelos.