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Xenofobia sindical

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Formaciones como la neofascista Democracia Nacional y los grupúsculos neonazis y ultraderechistas de todo tipo han encontrado un interesante aliado en el sector andaluz del sindicato del partido que actualmente gobierna España. La Unión General de los Trabajadores de Andalucía ha hecho suyo uno de los lemas favoritos de los herederos hispánicos de José Antonio Primo de Rivera, Benito Mussolini o Adolf Hitler. Sin utilizar esas mismas palabras, el secretario del Sector Agroalimentario de la UGT de Sevilla, Emilio Terrón, ha venido a decir eso de "los españoles primero".

Pretende el señor Terrón que no se contraten extranjeros para la recogida de la aceituna. Acusa a los empresarios agrícolas de querer "importar" trabajadores rumanos para pagar sueldos menores mientras las oficinas de empleo "están llenas de parados" españoles. Se trata de mostrar de manera dulcificada –algo muy apropiado para su apellido– el clásico y falso argumento ultraderechista de que los inmigrantes "roban" el trabajo a los nacionales al cobrar menos que los de aquí. Lo que propugna el sindicalista sevillano es ni más ni menos que un mezquino proteccionismo laboral cargado de populismo, en un momento en el que millones de desempleados buscan una explicación a su situación y soluciones aparentemente simples a la misma.

Lo que no plantea el líder sindical, ni ningún otro xenófobo que recurre al argumento económico, es que "proteger" al trabajador nacional frente al extranjero no es una solución real. De hecho, si se aprueban leyes en ese sentido lo único que se logra es fomentar el trabajo irregular de inmigrantes y poner a estos en un lugar de mayor indefensión. Incluso en el caso de que funcionaran y se consiguiera frenar la inmigración, tampoco eso beneficiaría a los autóctonos que buscan empleo. Al reducir de forma artificial la oferta de trabajadores, los sindicatos presionarían para regular y encarecer aún más la contratación de forma que se mantendrían las tasas de paro.

Además, ningún supuesto interés nacional justifica que se viole el derecho básico de cada persona de tratar de conseguir una vida mejor allá donde lo considere adecuado. De hecho, lo necesario es abrir las fronteras a las mercancías, lo que llevaría el desarrollo económico a muchos lugares del mundo y a los seres humanos.

Una consecuencia nociva adicional de lo expresado por el sindicalistas sevillano es que fomenta el rechazo al extranjero. Con sus declaraciones transmite a los ciudadanos que la solución a sus problemas está en impedir que trabajen los procedentes de otros países. Dado el inmerecido prestigio de los sindicatos en ciertos sectores de la sociedad, Terrón ha dado carta de legitimidad a la peligrosa idea nacionalista de "los españoles primero". Cuando desde UGT denuncien el racismo y la xenofobia, o alerten sobre un crecimiento real o ficticio de la ultraderecha, alguien deberá recordarles que ellos tienen buena parte de responsabilidad.

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