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Bergoglio, comunismo y cristianismo

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El comunismo es un régimen de terror en el que la mayoría de la población —excepción hecha de la casta dirigente y sus paniaguados— se ve involucrada contra su propia voluntad.

El papa Francisco aseguró recientemente que «lo que queremos es luchar contra las desigualdades, el mayor mal que existe en el mundo. Las provoca el dinero, que está contra las medidas para equilibrar el bienestar y favorecer la igualdad». Y, en ese sentido, en esa lucha, «los comunistas piensan como los cristianos. Cristo habló de una sociedad en la que decidan los pobres, los débiles y los excluidos. Para obtener igualdad y libertad debemos ayudar al pueblo, a los pobres con fe en Dios o sin ella».

De Jorge Mario Bergoglio («ese ser de mirada torva, conducta cobarde y propósitos dudosísimos», según manifestó Francisco José de la Cigoña, autor de uno de los blogs de reflexión católica más seguidos en España), dados sus antecedentes, nada bueno cabía esperar. Pero ni los más pesimistas podían imaginar que llegara a cometer el dislate de equiparar a los comunistas con los cristianos.

Como es sabido, el comunismo es un sistema de organización social, política y económica que impone la planificación colectiva, la abolición de la propiedad privada de los medios de producción y la prohibición tanto de la libre empresa como del trabajo asalariado. En definitiva, el sometimiento totalitario de los individuos al Estado.

Para implantar ese sistema —y esto ya se ve desde un primer momento, en los propios escritos de Marx— se requiere de una revolución violenta, una hecatombe depuradora, un apocalipsis sangriento… que forje al hombre nuevo y posibilite la sociedad igualitaria y sin clases —si obviamos, claro está, a la clase dirigente— que tanto le gusta al actual papa.

Así, por citar solo unos pocos ejemplos, las enseñanzas de Marx fueron seguidas por Félix Dzerzhinski, el fundador de la Checa, que proponía, unos meses antes de la revolución bolchevique, eliminar a sectores enteros de la población para cambiar la correlación de fuerzas políticas en la sociedad; por Lenin, con el fusilamiento de rehenes, obreros y campesinos rebeldes, la hambruna de 1922, la liquidación y deportación de los cosacos del Don o el uso del sistema de campos de concentración el gulag— a partir de 1918; por Stalin, con la Gran Purga de 1937-1938, la deportación de los kuláks o la muerte de 6 millones de ucranianos durante la hambruna provocada de 1932-1933; por Mao y sus 65 millones de muertos entre represiones y hambrunas en China; por los Jemeres Rojos, que asesinaron a un tercio de la población de Camboya o por el recientemente fenecido Fidel Castro, que convirtió a Cuba en una oprobiosa y mísera cárcel.

Y es que el comunismo lleva en sus genes un ideal mesiánico que necesariamente implica el uso de la violencia más atroz. Esa masiva transformación del hombre que imploraba Marx solo puede tener lugar a través de la coacción brutal, del dominio bárbaro de unos pocos sobre el resto de la sociedad, del sacrificio del individuo en aras de la colectividad y de la negación de la unicidad de las personas. Solo así, gracias al omnipotente Partido-Estado, se alcanzará esa fantasmagórica libertad emancipadora prometida por los comunistas.

Por el contrario, el cristianismo, tal y como enseñan las Escrituras, parte de la base de que el ser humano, que se encuentra siempre y de manera irremediable bajo el pecado, puede aceptar la gracia de la salvación a través de la fe en el sacrificio expiatorio de Jesús en la cruz. Se trata de una aceptación —o de un rechazo— que se produce libremente (el papa emérito, Joseph Ratzinger, definió al cristianismo como la filosofía de la libertad; si no hay asunción de Jesús en libertad, no hay cristianismo). De tal forma, el cristianismo se sitúa en las antípodas de la utopía marxista, que, como se ha señalado, solo puede ser implantada manu militari.

El cristianismo vendría a ser, en explicación un tanto pedestre, un club privado para conseguir la vida eterna. Únicamente se puede pertenecer al mismo de manera voluntaria, por supuestosi se cumple la norma de creer en Jesús (Hechos 16:30-31). El comunismo, en cambio, es un régimen de terror en el que la mayoría de la población excepción hecha de la casta dirigente y sus paniaguados— se ve involucrada contra su propia voluntad.

9 Comentarios

  1. La ignorancia del Papa es
    La ignorancia del Papa es insultante, y si no es desconocimiento aún es peor. El cristianismo no tiene nada que ver con el comunismo ni con este Papa tampoco. La igualdad es imposible, el que la impone nunca es igual a aquellos a los que les es impuesta. Lord Acton se rebeló contra el dogma de la infalibilidad del Papa y volvería a clamar contra éste de igual manera. Debe ser una prueba que Dios ha enviado a la Iglesia.

    • Muy cierto; este Papa es
      Muy cierto; este Papa es falso. Las Escrituras las usa cuando coinciden con su pensamiento.

  2. Muy valiente tu reflexión. Es
    Muy valiente tu reflexión. Es necesario denunciar el discurso tan perverso y las comparaciones tan degeneradas de Bergoglio, probablemente uno de los peores Papas de la Historia reciente, una burla para los católicos de bien y una afrenta a nuestra inteligencia.

    • Católicos de bien que apoyan el fascismo .mal camino lleváis y ya os arrepentiréis

  3. El Papa Francisco no es más
    El Papa Francisco no es más que una prueba del cómo se puede ser comunista y católico a la vez. Lo más gracioso de estas personas es que no se dan cuenta de que el comunismo no lo inventó Marx con su manifiesto. Aquí quizás me pongo un poco nietzscheano, pero es así. Siempre ha existido en parte, ya que siempre hay necesitados y capacitados incluso aún cuando vas a comprar el pan. Si no existiera el dinero, habría que recurrir como en otros ámbitos, al trueque y sería incluso más difícil la cosa ya que no sólo no tendrían que existir necesidades sino que coincidir doblemente o bilaterlamente estas. No son conscientes ni de la chorrada que dicen. En cuanto a los medios de producción, no existe beneficio si no se demanda lo que se produce y cuantos más usen los mismos medios, menor parte de beneficio toca para cada uno, por eso acaba en pobreza. Además de que nunca he entendido que tiene que ver en realidad eso con comunismo. Si es cada cual según su capacidad a cada cual según su necesidad. ¿Qué más te da si uno es capaz de tener cualquier medio de producción mientras luego supla tus necesidades? Otra chorrada de la que ni se enteran. También el aspecto de la independencia personal. ¿Qué independencia personal hay si el capaz está obligado iusnaturalmente siempre a cubrir las necesidades del necesitado?
    En fin…
    En cuanto a la Iglesia católica, yo es que de ser de una religión soy cristiano la verdad, pero reconozco que dan vergüenza ajena en ocasiones, sobretodo en el tema de censurar todo tipo de placer carnal o en la hipocresía de aceptar homosexuales como curas sabiendo que esta religión no promociona la homosexualidad. Tener que decir que el Islam es más fiel a sus principios con lo de la poligamia tiene su guasa.
    Sobre los excluidos (supongo que se refiere a que lo están de cualquier sociedad sino no cuadra del todo), es cierto que podrían existir, pero la culpa no la tendría el dinero, sino las propias personas precisamente con sus deseos y necesidades.
    Por último, señalar que no tengo evidencias de que exista Dios la verdad, pero no estaría mal que así fuera.

  4. Este Papa, que siempre ha
    Este Papa, que siempre ha sido peronista, en el mayor sentido de la palabra, ahora es filocomunista o paracomunista.

  5. Los comunistas también
    Los comunistas también respiran aire y no por eso los demás vamos a dejar de respirar por miedo que nos acusen de filocomunistas. El Papa y los cristianos ,en general, podemos simultanear y concurrir en algunas cosas con distintos grupos humanos pero cualquier parecido con ellos u otros de signo contrario es pura coincidencia y es algo accidental. Algunos acusan al Papa de estar a favor del globalismo capitalista por defender plantamientos ecologistas sobre el cambio climático . La cuestión es poder criticar primero por una cosa y después por la contraria. El comunismo negativo histórico-político de la URSS y asimilados ( a que se hace referencia en el artículo) era una cosa que nada tiene que ver por ejemplo con la puesta en común que practicaban los primeros cristianos y que algunos podrían…tal vez calificar de comunismo, pero en este caso era positivo. Por tanto , dejad ya de tergiversar las cosas, sed menos maliciosos y más misericordiosos.

    Saludos.

    En cuanto al dinero en un sentido pràctico y facilitador del intercambio de productos es positivo pero el dinero como instrumento de poder opresor de unos hombres sobre otros o como vicio de avaricia. En cualquier caso en los mismo Evangelios Jesús dice que no se puede servir a dos señores : A Dios y al dinero, que se excluyen (sin duda se refería al dinero en un sentido negativo.

  6. No es muy cristiano el odio que se palpa en todos los comentarios menos el anterior al mío .Yo estaba alejado de la iglesia y este papa me ha hecho reconciliarme por denunciar abusos y situaciones terribles que ningún otro papa se atrevió antes a hacer .Que tenga una ideología concreta no anula su fe pero desde luego para mí el capitalismo promueve la usura por lo tanto es aún más lejano al mensaje de Jesús ,sin dejar de condenar cualquier barbaridad y terror que se haga en nombre de lo que sea y por supuesto que el comunismo ha tenido errores y horrores .Yo soy de un país en el que la iglesia apoyó un golpe de estado fascista y de ahí mi alejamiento de esta .De eso o el acercamientos a los nazis de cierto papa nadie dice nada ni lo crítica …

  7. En Fe, solo Dios es perfecto, en su misericordia.
    Parto de ahí, porque pareciera que deseamos a un hombre como Dios y ahí nos equivocamos, Jesús, hombre y Dios verdadero en sus dos naturalezas, nos mostró debilidad, enojo y finalmente el abandono en la confianza; luego entonces, comparar y obtener lo que nos une es parte de la evangelización y entender las diferencias y rechazarlas incluso ya es otro ámbito a meditar, para el creyente y el no creyente.


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