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Difusión de ideas (II): Segmentación y público objetivo

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Hay que centrarse en nuestro público objetivo, aquel que está (o puede estar) verdaderamente interesado en el mensaje que intentamos difundir.

Explicábamos en el anterior artículo que el proceso de difusión de ideas empieza reconociendo las necesidades que el destinatario de nuestro mensaje busca satisfacer.

Podemos decir que el receptor en sentido amplio puede ser toda aquella persona interesada en entender cómo funciona (o debería funcionar) el orden social a nivel político y económico.

Ahora bien, es necesario darse cuenta que este mercado de destinatarios lo forman personas con gustos, preferencias y necesidades muy diferentes.

Es un grupo heterogéneo al cual no se puede servir con una única propuesta, ya que no va a existir un único mensaje que satisfaga a todos los integrantes de este mercado. Hay que dividir este grupo heterogéneo en grupos más pequeños (segmentos) que compartan características y necesidades y, que por tanto, sean homogéneos.

Aplicado a nuestro caso, habrá que dividir el mercado de las ideas político-económicas en socialistas, liberales, conservadores, fascistas, comunistas, anarquistas de izquierdas, anarcocapitalistas, socialdemócratas, etc. Repetimos: no podemos elaborar un mensaje único que satisfacer a todos estos grupos.

El siguiente paso será elegir al grupo, público objetivo, al cual nos vamos a dirigir. Si nuestras ideas apoyan la economía centralizada, la teoría del valor-trabajo y la lucha de clases nos deberemos dirigir al segmento comunista. Si deseamos defender los procesos de mercado, la teoría del valor subjetivo, la propiedad privada y los órdenes espontáneos nos dirigiremos al segmento liberal.

Lo que debe quedar claro es que elegir un público objetivo implica discriminar, olvidarse y ser invisible para el resto de ese mercado. Frecuentemente observamos la curiosa situación en la que un liberal y un comunista intentan convencerse el uno al otro, cuando ninguno de los dos desea realmente ser convencido ni siente ninguna atracción por las ideas expuestas por la otra parte.

Vale la pena insistir en este punto: los segmentos no elegidos no están interesados en nuestro mensaje ya que no les satisface en absoluto ninguna necesidad o carencia. No vale la pena destinar recursos (dinero y tiempo) en intentar servirlos ya que no están atraídos por nuestras propuestas. Como dijimos en el anterior artículo, estamos para servir a los destinatarios, no para intentar imponerles nada.

Por tanto, hay que centrarse en nuestro público objetivo, aquel que está (o puede estar) verdaderamente interesado en el mensaje que intentamos difundir. El siguiente paso será crear una propuesta de valor “a medida” que satisfaga sus necesidades concretas.

1 Comentario

  1. Si, yo también me encuentro a
    Si, yo también me encuentro a veces un poco desesperado. Eso de tratar de hablar con quien no va a comprenderlo porque su forma de pensar distinta… bastante de la mía, si es que se paran a pensar en ello, desespera bastante. Es difícil de comunicar ideas con quien no las quiere oír o con quien no les interesa oírlas…. La tentación de refugiarse en un entorno reducido de afines es grande. Tú puedes tener esa suerte. Tu entorno vital puede permitirte rodearte de “público objetivo” porque ese existe. Pero como yo no tengo esa facilidad, el público objetivo de las ideas que compartimos no es muy grande que digamos… (Busco los tres votantes de mi barrio al Plib), mi entorno vital es bastante poco permeable a nuestras ideas, por no decir directamente contrario, no tengo más que enfrentarme a un público para nada objetivo pero si… al menos en algunos casos, al menos en algunos momentos, puedo meter alguna cuñita en su forma de pensar e ir convenciendo poco a poco a quienes no querrían ser convencidos nadando en el soma socialdemócrata como están.

    No estoy, pues, para nade de acuerdo con lo que dices. En cuestiones de mercado en el comercio, uno puede intentar encontrar nichos nuevos para productos específicos que puedan querer clientes potenciales y lograr de esa manera obtener un mercado reducido pero importante para la capacidad de producción y para el precio al que le pueda ofrecer. Por ejemplo los coches de muy alta gama. Existe ese público objetivo y son gente que pueden pagar el precio que voy a poner porque fabricar un coche de esos es carísimo.

    Pero en política quedarse reducido a un nicho … ¿Sabes que la palabra nicho en una de sus acepciones es el lugar en dónde se guardan los ataúdes para que se pudran?

    Cuando uno tiene un ideario político no lo tiene para regodearse con los colegas en un pub hablando sobre ello, regocijándose en nuestra habilidad para desmontar los presupuestos de los demás, que además no están allí para defenderse, e irnos a la cama satisfechos, muy satisfechos, de habernos conocido. NO. La política, las ideas políticas, y guste o no el liberalismo es una idea política, lo que busca es transformar la sociedad. Vale, no imponerla, ¡no sería liberal! Pero pensar que un liberal puede verse satisfecho hablando sólo a los afines sin encontrar la manera de ir cambiando la opinión pública para pasar de ser un nicho reducido a ser mayoritario es encerrarse en un capullo a la espera de tiempos mejores. Es cobarde.

    Los Fabianos en Inglaterra lo tuvieron claro. No se puede imponer el socialismo. Hay que convencer a la sociedad, o por lo menos a una mayoría suficiente, para ir haciendo de ésta gradualmente, con el tiempo, paso a paso, una sociedad socialista. Han aceptado el reto de la evolución como método para ir avanzando en su ideal político. No pretenden ya revoluciones a las bravas, quieren convencidos que vayan a asumir que el Estado está allí para quedarse por mucho tiempo porque están convencidos de que les cuida. De ahí que han ido creando diversos menes, diversos modos de pensar, diversos mecanismos de reacción, a base de muñecos de paja, a base de ideas objetivo que, buscando entre lo que nos es más común a los seres humanos, pueda ir siendo orientado hacia el objetivo final. Mucho se habla de la trilateral, del Club de Bilderberg, del G20… Ya me gustaría a mí saber dónde se reúnen los gerifaltes socialistas, los ideólogos y su plétora de sociólogos, (por cierto, ¿cuántos sociólogos liberales hay?), porque escarbando poco a poco en las medidas, en las líneas comunes que se pueden ver en los discursos, en la propaganda, en la legislación local, regional, nacional siempre aparecen como algunas de las acciones de gobierno de los socialistas han sido ensayadas ya en lugares determinados. No suelen dar puntadas sin hilo. Alguno se le puede ir la mano, pero siempre hay un objetivo. No se aferran a un nicho sino que quieren ser absoluta y absolutistamente mayoritarios.

    Nosotros no. En vez de hacer lo mismo, en vez de buscar aquello que podamos tener los hombres en común a favor de la libertad ahora me viene uno y me dice que para nada vamos a hablar con fachas y comunistas. Que pa qué!.

    No hay nada más desazonador que saber, o tener la certeza moral e intelectual de que vamos por mal camino y no intentar lograr hacer nada para cambiarlo.


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