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El jamón selecto de Bosé

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Hace pocos días leí una noticia sobre el cantante Miguel Bosé que me hizo reflexionar.

Se ha metido a empresario. Ha comprado un secadero de jamones y va a vender patas ibéricas de calidad superior. El trabajo que viene desempeñando como cantante a lo largo de su carrera se asemeja sólo en cierta manera a una actividad empresarial, más propiamente, a la de un autónomo. Ahora lo que acomete es una actividad alejada del «artisteo», del copyright y de las subvenciones. Entre otras muchas cosas, va a tener que contratar personal diverso, tener un plan de negocios, instaurar controles de calidad, diseñar su estrategia de inversiones y, además, asegurarse que alguien gestione su negocio con criterios de eficiencia y rentabilidad si quiere que su proyecto sobreviva (más del 70% de las PYMES españolas desaparece antes de entrar en su quinto ejercicio fiscal).

En la entrevista que le dedicaba Expansión afirmaba que no habría creado la empresa si no hubiera detectado un nicho de mercado para ese producto. Dijo que lo que buscaba al montar su empresa era el beneficio. ¡Ay, el beneficio, el lucro! Acto seguido -creo yo para justificarse por tamaña osadía- confesó que le asombraba cómo incluso en época de crisis la gente siguiese buscando el lujo. No lo entendía en absoluto según su «mentalidad«.

Desconozco la ideología del Sr. Bosé, pero lo que sí sé es que la abrumadora mayoría de cantantes, actores, directores, bailarines y cómicos patrios manifiesta hostilidad hacia la actividad empresarial. Pese a que muchos de ellos son buenos profesionales y se ganan bien la vida, rechazan pública y ostentosamente el sistema capitalista al que le atribuyen todo tipo de injusticias y excesos. Sin embargo, en su modo de vida absolutamente todos le rinden tributo. Tal y como Mises dejó escrito, todas las personas, por muy fanáticas que puedan ser en sus diatribas contra el capitalismo, implícitamente le rinden homenaje al clamar apasionadamente por los productos que crea.

El actual sistema de producción preponderante no es perfecto -sobre todo porque lo que hay en los denominados países «libres» es un capitalismo fuertemente mediatizado, distorsionado e intervenido por el Estado- pero, con todo y con ello, mantiene una masa de población cada vez más numerosa sobre la Tierra. Esto es un hecho. Década tras década, y gracias al capitalismo y sus beneficios empresariales que se generan en cientos de millones de negocios repartidos por doquier, el porcentaje de pobres en el mundo va en retroceso. Los voceros anticapitalistas nos quieren convencer de lo contrario al traer a colación números absolutos de pobres de una demografía en permanente crecimiento en vez de fijarse en la tendencia decreciente de su porcentaje con respecto a la población total.

Pese a ello, a nuestra gente del espectáculo pareciera avergonzarle la persecución del lucro empresarial y no pierden ocasión para reclamar las bondades del intervencionismo de los poderes públicos. Ha de atarse en corto a la sociedad civil; si se dejara ésta en libertad con unas pocas reglas de juego bien definidas, sería un verdadero peligro y pasaje cierto para la autoextinción, según pontifica la doctrina hoy dominante con la que no comulgo.

Le deseo éxito al Sr. Bosé en su aventura empresarial y que obtenga cada vez mayores beneficios en ella porque querrá decir que está cubriendo adecuadamente las necesidades subjetivas de la gente, que es lo verdaderamente importante en estos menesteres (aunque nuestro cantante sea políticamente correcto y quiera hacernos creer que no lo entiende).

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