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La economía de generación de conocimiento

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En épocas pasadas no se disponía de los recursos requeridos para desarrollar los proyectos generados por la creatividad.

El mes pasado describí el evidente paralelismo entre el proceso de emprendimiento que mueve la economía según la teoría económica austriaca y el proceso de generación de conocimiento descrito por David Deutsch en su libro, El Comienzo del Infinito. Ya anticipé entonces que dedicaría este comentario a algunos aspectos económicos sobre la generación del conocimiento, pues, si bien Deutsch demuestra su dominio sobre muchas materias, en su libro la teoría económica está completamente ausente, y eso que muchas cosas de las que dice parecen escritas por un economista austriaco.

Más en concreto, me centraré en dar una explicación alternativa a un problema suscitado por Deutsch en el capítulo 16 (“La evolución de la creatividad”) del libro, y al que me parece que no da una respuesta satisfactoria. Si aceptamos que la creatividad surge genéticamente con el ser humano, esta capacidad no habrá variado significativamente desde la aparición de la especie, pues no lo han hecho nuestros genes. En otras palabras, cada uno de nosotros es esencialmente similar al primer Homo sapiens, que, por tanto, tenía la misma creatividad que nosotros.

Siendo así, ¿cómo es posible que se tardara tanto en empezar a producir conocimiento e innovaciones? Deutsch fija para este salto al infinito la época de la Ilustración, muchos miles de años después de la aparición del primer ser humano creativo, y muy pocos antes del momento actual. Deutsch cree que, con anterioridad, la creatividad se estaría también usando, pero se pregunta en qué sería para no dar lugar a innovaciones. Y postula que las sociedades iniciales eran estáticas y en ella los individuos sobresaldrían precisamente si mostraban niveles “excepcionales de conformidad y obediencia”, por lo que la creatividad se dirigiría en lugar de a la innovación, a la conformidad. Y así hasta la Ilustración.

De lo que se deduce que civilizaciones enteras llegaron y pasaron sin ejercitar apenas la creatividad para la innovación, entre ellas el imperio romano o el español. Aunque la evidencia empírica parece soportar muy poco la conjetura planteada por Deutsch, seamos generosos y retrotraigamos el momento del comienzo del infinito a la primera civilización conocida, la egipcia, por ejemplo.

Sigue en pie en estas condiciones el interrogante planteado por el físico, esto es, por qué se innovaba tan despacio en los albores de la humanidad, siempre teniendo en cuenta que nuestra capacidad creativa se ha mantenido prácticamente invariable. Y, francamente, la respuesta propuesta es muy insatisfactoria, sobre todo porque establece una discontinuidad en la evolución de la creatividad que no tiene fácil acomodo, sobre todo cómo y por qué se pudo llegar a superar esa regla de conformidad de las sociedades estáticas, si los individuos más creativos se dedicaban en cuerpo y alma a cumplirla.

En mi opinión, hay una explicación mucho más sencilla y plausible, una vez se incorpora algo de teoría económica al proceso de generación del conocimiento. El punto de partida es algo obvio: la generación de conocimiento requiere el consumo de recursos. Es más, no solo su generación, también su mantenimiento en el tiempo (véase mi propio comentario de hace un par de meses[1]).

¿De dónde salen esos recursos? De la naturaleza a partir del esfuerzo del ser humano. Sin embargo, esos mismos recursos han de ser usados para satisfacer todas las necesidades que tenga aquel, empezando por las más inmediatas de supervivencia, como la alimentación o la protección. Es evidente que si la capacidad para generar recursos es baja, la mayor parte de los mismos se dedicará a esta supervivencia, (las economías llamadas hand-to-mouth). En estas condiciones, resulta muy difícil no ya dedicar recursos a generar conocimiento, sino simplemente a ahorrar para poder sobrevivir al día siguiente en caso de que algo inesperado suceda.

Pues bien, esta era la situación original del ser humano. La creatividad se ejerce, por supuesto, pero dentro de los limitados medios que tiene a su disposición, y siempre aceptando que un ejercicio de creatividad equivocado puede consumir recursos imprescindibles no ya para la supervivencia del individuo, sino incluso para la de su grupo. En estas condiciones, poco puede sorprender que la innovación fuera despacio, casi que existiera. Es más, y recordando que también el mantenimiento del conocimiento exige recursos, es muy posible que muchas de las innovaciones que echa de menos Deutsch se llegaran producir, pero que se perdieran, por ejemplo, al perecer el innovador o el grupo de que formaba parte.

Así pues, para que la creatividad pudiera empezar a traducirse en un flujo constante de innovación, lo que era necesario es que el ser humano acumulara un cierto mínimo de recursos para sobrevivir mientras lleva a cabo la innovación y, sobre todo, en caso de que ésta resultara un fracaso. Este es el proceso de acumulación de capital que, como bien saben los economistas, resulta en un aumento de la productividad, pues solo las innovaciones acertadas sobreviven, y a su vez el criterio para ver si aciertan es precisamente el de aumento de productividad (entendida en sentido amplio).

Con estas condiciones de precariedad en los estadios iniciales de acumulación de capital, no es de extrañar que las sociedades primitivas fueran muy cautelosas a la hora de incentivar las innovaciones. Pero ello no implica, como postula Deutsch, que la creatividad se estuviera dirigiendo a ser más conforme con las costumbres. Lo único que pasaba es que no se disponía de los recursos requeridos para desarrollar los proyectos generados por la creatividad.

Sobre las condiciones institucionales para que una sociedad pueda acumular capital, y por ende se produzca la explosión científica aludida por Deutsch, me remito a las obras clásicas de Lachmann o Hoppe. No es difícil imaginar a quién consideran dichos autores el principal obstáculo a la acumulación de capital y la principal causa de su destrucción.



[1] https://www.juandemariana.org/ijm-actualidad/analisis-diario/una-teoria-sobre-las-ruinas-de-las-grandes-civilizaciones

2 Comentarios

  1. Creo que nos dejamos algo muy
    Creo que nos dejamos algo muy importante en el tintero, a la hora de explicar los saltos en la innovación y esto son los incentivos generados por la paulatina aparición y protección de la propiedad privada.

  2. El derecho humano de la
    El derecho humano de la libertad es en la práctica el derecho humano de la propiedad privada en todo el mundo. Y sí, el capitalismo surgió cuando se establecieron leyes de propiedad privada para el individuo. «Le droit de propieté est celui qui appartient à tout citoyen de jouir et de disposer à son gré de ses biens, de ses revenus, du fruit de son travail et de son industrie» y «La sûreté consiste dans la protection accordé par la société à chacun de ses membres pour la conservation de sa personne, de ses droits et de ses propriétés» etc… y así en otras partes…

    Obviamente el capitalismo es acumulación de capital, es el sistema en el que aparece en su forma histórica el capital. Sí, el capitalismo es el sistema que ha permitido generar riqueza en un nivel y a una tasa que hubiese sido impensable con cualquier otro tipo de relaciones de producción y sin un Estado soberano y político que garantizase la propiedad privada.

    Sí, el capitalismo es el sistema que permitió la revolución industrial y el avance tecnológico. Sí, obviamente para innovar o emprender necesitas tener un sitio donde caerte muerto…
    «No es difícil imaginar a quién consideran dichos autores el principal obstáculo a la acumulación de capital»…OBVIAMENTE

    ¿Cuánto lleváis hibernando?
    Y dice el autor «en mi opinión»…


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