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Libertad, cristianismo y tradición Occidental

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Este mes vuelvo a escribirles con un encabezamiento parecido al Comentario anterior, que coincide con el título de una reciente charla de Thomas E. Woods en la Fundación Rafael del Pino. El profesor Woods, Senior fellow del Mises Institute y amigo del IJM (pudimos comprobarlo entre los asistentes), plantea un acercamiento a la reflexión económica desde esos fundamentos éticos que venimos señalando aquí. En su caso, además, posiciona sus consideraciones en el ámbito de la religión y la necesidad de un entendimiento entre la espiritualidad cristiana y el desarrollo de la economía. Tema bien conocido, tratado desde los primeros tiempos de la predicación evangélica, y que tiene algunas controversias famosas que ya hemos señalado en alguna ocasión, como la tesis de Weber sobre La ética protestante y el espíritu del capitalismo o la fulminante condena El liberalismo es pecado de Félix Sardá i Salvany. 

Esta conferencia forma parte de un programa de colaboración entre el Centro Diego de Covarrubias y la Fundación del Pino, como explicaba Vicente Boceta al comienzo de la charla. De la que entresaco algunos párrafos que pueden consultar en la web (www.frdelpino.es).

Según Tom Woods, "Hasta hace muy poco tiempo, la opinión pública creía que la tradición occidental de derechos individuales era algo que se originaba en la época de la Ilustración, que no había indicios de estas ideas en épocas previas. Por el contrario, investigadores actuales han encontrado que la tradición respecto al derecho individual se remonta al siglo XII y realmente se origina en los tiempos del Medievo. Más aún, es en España, en la Universidad de Salamanca, donde encontramos cómo muchos de los últimos escolásticos fueron los pioneros en la idea del derecho individual, del derecho natural, de que los gobiernos no son moralmente autónomos. Esto significa que el Estado está sujeto a las leyes morales. Esto supone un importante paso adelante en la limitación del poder de los gobiernos y de que estos entiendan que no están sujetos por un conjunto distinto de reglas o leyes del que afecta a los ciudadanos. Creo que todos estos hechos no han sido suficientemente reconocidos y que se le presta demasiada atención al papel de la Ilustración en el S. XVIII y se ignora la herencia cristiana en este asunto".

Conocemos bien el carácter seminal de los doctores de Salamanca en el nacimiento de una ciencia económica compatible con los principios del liberalismo, pero también con los de la ética cristiana. Ya hemos repetido tantas veces que un juicio moral sobre el precio justo llevó a los escolásticos salmantinos a prefigurar el concepto de oferta y demanda (mercado), en su definición de libre concurrencia. Algo similar venimos manteniendo respecto a los fundamentos de un orden político basado en el respeto a las leyes y al sentir mayoritario de los ciudadanos (Suárez o Vitoria en sus textos sobre el poder). De manera que no puedo dejar de expresar mi satisfacción por escuchar estos mismos argumentos en los labios del profesor americano.

Como era previsible, ya durante su conferencia, pero también a raíz de las preguntas posteriores, Thomas Woods compartió algunas opiniones sobre la actual crisis económica, sosteniendo que ha llegado el momento de revisar ciertas ideas: "Me preocupaba el convencimiento general de que el origen de esta crisis está en el exceso de libertades y que si los gobiernos hubieran tenido más poder y hubiese habido mayor vigilancia por parte de los reguladores los problemas se hubiesen cortado de raíz. Pero mi idea es que el mayor factor que ha contribuido a la crisis actual ha sido el comportamiento de los bancos centrales de todo el mundo, así que esta crisis no se puede solucionar ni siquiera aplicando toda la regulación en la que se quiera pensar. Cuando las instituciones reguladoras o gubernamentales se han puesto a pinchar todas las burbujas financieras, ninguna se ha parado a pensar en parar la máquina que las provocaba. Eso es lo primero que se debería haber hecho. Pero lo que hacen todos los gobiernos, en todas las crisis -de la naturaleza que sean: financieras, militares…- es siempre lo mismo: reclamar más poder para sí mismos. Eso, y culpar al sector privado de la crisis como pretexto para acaparar más poder, para incrementar el gasto público, ejercer mayor control sobre los ciudadanos y propagar la idea de que solo confiando en el gobierno y en las medidas que tome se puede salir de la crisis. El problema es que las instituciones gubernamentales occidentales han estado gobernando la economía mundial durante los últimos setenta años. Y en esos setenta años han repetido el mismo mantra: confiad en nosotros; todo está bajo control; sabemos cuáles son las medidas adecuadas… ¿Por qué deberíamos confiar en ellos una vez más?".

Una palabra que repitió muchas veces fue "desregular", insistiendo en la importancia de las pequeñas decisiones individuales, en la defensa de toda libertad de movimientos o de comercio; coherentemente con lo que Vicente Boceta denominaba Ley de Woods en estos términos: "Cuando el sector privado introduce una innovación que hace que los pobres vivan mejor que cuando ésta no existía, o que ofrece beneficios o condiciones que nadie más está preparado para ofrecerles, alguien, en nombre de la ayuda a los pobres, pugnará por su restricción o abolición".

Termino con una breve alusión al último capítulo de su libro La Iglesia y la economía (El buey mudo, 2010), donde explica el convencimiento de que "existe una profunda afinidad entre el catolicismo y el brillante edificio de verdad que puede encontrarse en la Escuela Austríaca de Economía". Afirmación que tal vez resulte demasiado fuerte para algunos…; pero creo que ha llegado el momento de afrontar con valentía que Tom Woods tenga mucha razón en lo que dice.

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