Skip to content

No es islamofobia, sino antiyihadismo

Compartir

Compartir en facebook
Compartir en linkedin
Compartir en twitter
Compartir en pinterest
Compartir en email

Si está contra la Iglesia es anticlerical, si odia la monarquía es antimonárquico, si quiere un mundo con fronteras, es antiglobalización. ¿Por qué hay problema en decir que quienes matan en Europa son musulmanes?

En estos días en los que -por desgracia- vamos a par de atentados yihadistas por semana, vemos el más abyecto rostro de la tibieza de una Europa moralmente enferma, que busca culpables de paja en lugar de encarar la verdad. Escuchamos que todas las ideas merecen respeto, que debemos dejar a todos expresar sus locuras y entender los diferentes puntos de vista; como si la libertad se basase en una explosiva mezcla de relativismo y libertinaje. Casi como si debiéramos aplaudir al que viene a quitarnos la vida, pues es “su opinión”. El argumento de que “son sus costumbres, y hay que respetarlas” llevaría a justificar desde las violaciones rituales -pueblos precolombinos-, al sacrificio del primogénito si es mujer -ciertas culturas asiáticas- o hasta el ascenso (democrático, por cierto) de Hitler en una Alemania fuertemente alineada con el movimiento Völkisch. Al negar que existen una serie de valores universales y naturales basados en la Libertad, y creer que todas las culturas son respetables en función de que sean fieles a sus propios preceptos, caemos de nuevo en el relativismo moral. ¿Cómo podemos decir a quien lo hace mal que eso es malo, si el mal o el bien sólo dependen de opiniones respetables? Al creer que cada situación temporal y personal crea la noción de correcto o incorrecto, caemos en la trampa del buenismo más absoluto: “eran sus circunstancias, y no podemos juzgarlas con nuestros patrones”.

Ante la barbarie encontramos maliciosas explicaciones de lo más variopintas, desde “accidentes de camión” instrumentalizados como atentado a jóvenes con problemas mentales que “no tuvieron otra salida”. A todo ello se suma un aura de sorprendente «respeto a las familias» -proclamado por quienes tratan de destruirla- y una constante petición de evitar fotografías de las masacres cometidas por mahometanos. No sería rara esta actitud si viniera de personas conservadoras y tendentes a escandalizarse con sangre y desgracias en los medios. Pero resulta insultante viniendo de quien viene. De los que quieren, a sabiendas, demonizar a las víctimas y encumbrar a los terroristas. Nada nuevo en España.

Pero todo eso no es cierto; no hay que respetarlo todo. No encarcelar ni perseguir a alguien por lo que piensa es lo realmente valioso, pero no tenemos por qué sonreír ante pensamientos criminales y ponerlos en pie de igualdad con los pacíficos. Las ideas son propias, irrenunciables y no deben ser motivo de castigo. Pero no hay que aguantar que nos bombardeen con ellas. La libertad no es sólo no agresión, sino también legítima defensa. No tenemos por qué respetar el ideario del que practica la ablación a su hija, el pensamiento del que pega a su mujer porque lo pone en el Libro, o las ideas del que quiere exterminar judíos. No tenemos por qué tolerar que con la excusa de la libertad de expresión, nos obliguen a callar ante el que quiere aplastarnos. Hay quien dice que para ser demócrata hay que ser antifascista. Por supuesto. Y también anticomunista. Pero más aún; para ser libre hay que repudiar toda idea que necesite coacción sin límites para llevarse a término. Sin medias tintas, sin tibiezas.

En la línea de lo anterior, nos piden que no digamos que era musulmán quien mata en nombre de Alá, pero que quede claro que el maestro que abusó de aquel escolar era sacerdote. Nos exigen que no compartamos fotografías de esos diez niños atropellados en Niza, cuando vimos durante semanas el pobre bebé ahogado en el Mediterráneo. Nos insultan si señalamos que la policía alemana ocultó violaciones para evitar odio al refugiado, pero son los mismos que no se cansan de compartir vídeos sobre su supuesta «brutalidad». Nos muestran las maldades de aquel empresario que da de comer a cientos de miles de asiáticos, pero callan cuando el imán vende a niñas como rameras.

Y todo ello, con una excusa: evitar la islamofobia. Si usted está en contra de la Iglesia es anticlerical, y si el de más allá odia la monarquía es antimonárquico. O si este otro quiere un mundo con fronteras y escaso progreso, es antiglobalización. Y no hay problema. Que el primero no guste de la Iglesia no quiere decir que odie a todos y cada uno de los cristianos, así como el segundo no lo hará con todos los monárquicos. Son personas contrarias a la institución por criterios políticos, y su punto de vista es tolerado aunque fuera erróneo.

¿Por qué entonces no se puede decir que quienes matan en las calles de Europa son musulmanes? ¿Es acaso mentira? No es cuestión de islamofobia: es ser antiyihadista. No consiste en odiar a todos los musulmanes, sino en tener la firmeza intelectual de aseverar que repudiamos a los que matan en nombre de su religión. En afirmar que ellos no tienen sitio en nuestras sociedades, y que del mismo modo que fue obligación moral combatir al fascismo en los cuarenta o al comunismo en los ochenta, hoy nos enfrentamos a otra forma de totalitarismo.

No pueden querer blanquear la realidad ni mentir a los ciudadanos sobre quién degüella, porque esos tienen nombre y apellidos, motivación y apoyos. Y encuentran ante sí a una Europa adormilada y alienada vía presupuesto público. A todo ello se suma un halo de Síndrome de Estocolmo, en el que todos y cada uno de nosotros tenemos parte de culpa de que los yihadistas maten por vaya usted a saber qué guerra y por falta de “aceptación social”. Los judíos no pusieron bombas en Alemania en los cincuenta tras el Holocausto, ni nuestros abuelos necesitaron subvenciones y programas para integrarse en Suiza o Argentina en los cuarenta. Los de ahora, los terroristas, matan porque quieren, nosotros no les hemos obligado.

El precio de la libertad es la eterna vigilancia, decía Jefferson. No se trata de odiar, sino de conocer. No es cuestión de perseguir, sino de advertir. Ser conscientes de que la sociedad abierta y el mundo libre sólo puede garantizarse con prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Que no nos hagan creer que se puede combatir al violador con abrazos, al de la bomba con flores y al del cuchillo con Imagine.

17 Comentarios

  1. Iba a compartir el artículo,
    Iba a compartir el artículo, pero no lo hago por caer por enésima vez en mencionar a Hitler. Hemos llegado a un punto en el que suena ridículo ya se diga cuando se diga, cualquier debate se empobrece si se le mete con calzador.
    Todo lo demás sobre el relativismo moral, el odio y la firmeza intelectual está muy bien expresado

    • Ley de godwin
      Ley de godwin

    • Buenas tardes Antonio. En
      Buenas tardes Antonio. En primer lugar, gracias por leer y por la sana crítica.

      Lo que coments de hitler es conocido como la reductio ad hitlerum; una falacia comparativa en la que si Hitler hacía A y el señor X hace A, el señor X es Hitler. Sin embargo no era esa mi intención; intentaba afirmar que cuando se trata de justificar la tendencia hacia unas actitudes -que no aptitudes- con base a la mayoría, el bien perece. La Alemania preHitler no era un estado de locos enfermos mentales, sino un país fuertemente alineado con el movimiento citado y con unas cargas previas brutales. Eran sus costumbres, y para la prograda, habría que respetarlas. Eso quería decir.

      No obstante te agradezco la lectura y el tiempo invertido en invitarme a mejorar;

      Un afectuoso saludo, Javier.

  2. Me parece que el artículo
    Me parece que el artículo tiene un enfoque equivocado. En mi opinión, la tarea de divulgación debería orientarse hacia la preservación de nuestras libertades (que es lo que queremos conservar y la principal tarea del Juan de Mariana).

    Y en esa tarea por preservar nuestras libertades debemos identificar al enemigo y sobre todo saber cómo funciona. El ISIS es un proyecto que funciona a través de la ideologización de ciertos individuos (o radicalización). Hasta que no comprendamos en Occidente cómo se lleva a cabo ese proceso de radicalización estaremos perdiendo la batalla que es fundamentalmente ideológica (el Daesh sin apoyo no sería una amenaza).

    De momento está claro que estamos perdiendo la batalla. Sus asesinatos, cargados intencionadamente de crueldad están surtiendo efecto entre nosotros y estamos reaccionado en base al miedo, fortaleciendo movimientos anti-inmigracionistas que generarán más individuos frustrados y por tanto susceptibles a escuchar discursos como los de los encargados de reclutar personas fieles con el Estado Islámico. Es precisamente en esa frustración o ausencia de estabilidad cuando los seres humanos nos abrimos a opciones más en sintonía con nuestros instintos más primarios.

    A corto plazo no hay solución, más que la identificación de aquellos individuos que colaboran directa o indirectamente con el Estado Islámico y castigarlos con los mecanismos que tenemos.

    A largo plazo tenemos la opción de seguir como hasta ahora, contribuyendo al apoyo de cada vez más gente hacia el fundamentalismo Islámico (hace 50 años el salafismo a penas tenía poder). Empezamos con Afghanistan y ahora nos han ganado varios países. Son cada vez más fuertes.

    La otra opción es dejar de intervenir en Oriente medio, creando guerras absurdas y financiando a rebeldes que resultan ser el fundamentalismo más incivilizado, e integrar a los musulmanes corrientes en nuestra civilización para que dejen de ser seguidores potenciales de grupos terroristas.

    A tenor de los hechos y de la evolución de las últimas décadas no parece que nuestra estrategia fuera la adecuada para acabar con ellos ( todo lo contrario, es cada vez una amenaza mayor). Tampoco el discurso dominante parece que vaya en un sentido diferente, por lo que preveo un futuro cada vez peor para nuestra civilización (que es la correcta).

    Si queremos ganar esta guerra tenemos que entender 100% al enemigo, y la mayoría lo estamos viendo «desde fuera», sin comprender cómo funciona, como se alimenta ese monstruo llamado Daesh. Mientras tanto, esta guerra, que es fundamentalmente psicológica, nos la están ganando. Que no sea demasiado tarde.

    En cuanto al artículo concreto, errores y aciertos:
    -Acierto: no caer en el relativismo moral. Nuestra civilización es la correcta. No perfecta, pero desde luego indiscutiblemente preferible a la que quieren instaurar los terroristas, quienes nos odian y van a por nosotros y nuestras formas de vida. Su objetivo final es tener al planeta bajo su control (y repito, van ganando).

    -Error: decir que son musulmanes (que no deja de ser cierto) es desviar la atención de lo realmente importante. También ETA eran vascos y no por ello resaltábamos su procedencia vasca. Destacar su religión sólo puede promover el odio hacia los musulmanes (ciertos lectores lo interpretarán así, así como gran parte de nuestra sociedad en la actualidad), que es lo que buscan ellos.

    Perdón por el ladrillo, aunque esté en sí mismo extremadamente ( aunque espero que también acertadamente) resumido. Espero que se entienda mi visión del asunto. Estamos en el mismo barco.

    Un cordial saludo!

    • Gracias por destacar ese
      Gracias por destacar ese grandisimo error que ha cometido. Porque el articulo entero solo genera odio al musulman por el mero hecho de serlo, y no debe ser asi… Escribiendo esto en un medio me imagino el tipo de conversacion que puedes tener entre amigotes… Seguro que ahí tambien mencionas a Hitler, pero de otra manera…

    • «También ETA eran vascos y no
      «También ETA eran vascos y no por ello resaltábamos su procedencia vasca» Ser vasco ahora es una religion? Tienen unas ideas comunes a todos los vascos que influyen en sus acciones solo por ser vascos? Es como comparar la velocidad con el tocino. Separar Islam de Yihadismo es como querer separar a la iglesia catolica de la inquisicion española. La raiz es el ideario de una religion llevado al extremo, nada tiene que ver con la procedencia del sujeto. Me da igual que venga del pais vasco, egipto o los mundos de yupi. Lo que me importa es si tiene ideas y costumbres radicales, que atentan contra los derechos humanos, como las que fomenta el islamismo.

    • Sin duda. Las religiones
      Sin duda. Las religiones monoteístas tienen en su propio fundamento su propio sistema de valores. Cuanto más religiosa sea una sociedad más liberticida será (en España los matrimonios homosexuales estarían prohibidos, las mujeres no podrían ir vestidas de determinada manera, etc de haber una teocracia cristiana).

      La solución pasa por enriquecer a esas sociedades (cuanto más rico es un país, el lugar que ocupa en él la religión es menor).
      Contra el fundamentalismo Islámico (que es ahora mismo la verdadera amenaza) libre mercado: comercio y desarrollo.

    • Sin duda. Las religiones
      Sin duda. Las religiones monoteístas tienen en su propio fundamento su propio sistema de valores. Cuanto más religiosa sea una sociedad más liberticida será (en España los matrimonios homosexuales estarían prohibidos, las mujeres no podrían ir vestidas de determinada manera, etc de haber una teocracia cristiana).

      La solución pasa por enriquecer a esas sociedades (cuanto más rico es un país, el lugar que ocupa en él la religión es menor).
      Contra el fundamentalismo Islámico (que es ahora mismo la verdadera amenaza) libre mercado: comercio y desarrollo.

    • Sin duda. Las religiones
      Sin duda. Las religiones monoteístas tienen en su propio fundamento su propio sistema de valores. Cuanto más religiosa sea una sociedad más liberticida será (en España los matrimonios homosexuales estarían prohibidos, las mujeres no podrían ir vestidas de determinada manera, etc de haber una teocracia cristiana).

      La solución pasa por enriquecer a esas sociedades (cuanto más rico es un país, el lugar que ocupa en él la religión es menor).
      Contra el fundamentalismo Islámico (que es ahora mismo la verdadera amenaza) libre mercado: comercio y desarrollo.

  3. Lo digo una y mil veces más..
    Lo digo una y mil veces más… La expresión está mal planteada, o al menos es un intento occidental de seguir siendo políticamente correcto «por las dudas».
    Las fobias son «temores a…», y lo peor que se puede manifestar ante un musulmán -por su forma de analizar el contexto-, es el temor o el miedo. Esa actitud los hace incrementar su nivel de agresión, violencia y misogínia, ya que lo interpreta como señal de debilidad e inferioridad.
    El musulmán evita únicamente a quien le demuestra ser más fuerte o poderoso que él. No por respeto, sino por sentido básico de supervivencia, simplemente espera tener mayoría numérica como para volver a «atacar».
    La respuesta retrógrada occidental, poco clara, difusa y confusa, lo único que va a lograr es envalentonar e incrementar el nivel de agresividad de los salvajes esos.
    Por lo tanto, hay que dejarse de eufemismos (islamofobia, antiyhiadismo, etc), a fin de querer quedar bien con la vasta mayoría silenciosa, y dejar bien en claro que nuestra escala de valores occidentales, están de lejos, muy, pero MUY ENCIMA DE ESA ANACRÓNICA «CULTURA» MEDIEVAL. Mientras prosigan con esa mentalidad, no hay que temerles, todo lo contrario, hay que confrontarlos, con toda la fuerza y medios disponibles. Esa va a hacer la única forma de frenarlos.

  4. El problema de occidente es
    El problema de occidente es que gracias al marxismo cultural y toda la escuela de Frankfurt nos hemoas vuelto culposos de ser precisamente occidentales. El multiculturalismo ataca al hombre blanco, el feminazismo al hombre hetero, la «teoría de genero» a la familia y asi es como nos van destruyendo poco a poco. Volviendo al Islam occidente alimenta su culpa por el colonialismo y olvidan que el Islam ocupo media Europa durante ocho siglos. Covandonga, las Navas, Lepanto y Viena son los lugares donde se freno al Islam y no fue con conferencias ni flores ni buenas intenciones dibujadas en arcoiris de colores, fue con sangre, fuego y acero, en batallas donde se los derroto, no con drones o bombardeandolos a 10.000 pies si no matandolos mirandoles los ojos, decapitandolos y poniendolos mirando a Roma. Porque no alcanza con matar yihadistas, la guerra se va a ganar cuando vuelvan a respetar y temer a occidente

  5. Los terroristas son
    Los terroristas son musulmanes, y la mayoría de sus víctimas también. Quienes arriesgan la vida combatiendo a los terroristas también. No hay que olvidar el contexto de la lucha contra el terrorismo

  6. Veo en los comentarios y en
    Veo en los comentarios y en el artículo cómo triunfa el terrorismo. Tenéis miedo y os mostráis llenos de ira y sed de venganza. No debemos sucumbir a esas emociones. Hay que pensar.

    Estos musulmanes asesinos creen que están haciendo justicia, porque vengan a los civiles muertos por bombardeos de «cristianos», es decir, de las potencias europeas y de los Estados Unidos. No debemos negar los crímenes cometidos en la guerra. Yo podría ir a un país musulmán a vengarme por los inocentes asesinados en Europa y en América, matando a cientos de personas que no tienen nada que ver con los crímenes cometidos por terroristas musulmanes. No tengo derecho a hacerlo ni estaría haciendo justicia con mi ataque terrorista contra musulmanes, pero si los musulmanes se dedicaran a decir que los asesinos musulmanes que nos han atacado no eran musulmanes de verdad, entonces los europeos se enfadarían, y con razón. Tan criminal sería mi acto como los de los terroristas. Y ni los musulmanes ni los europeos y americanos son culpables de nada, y todos se sentirían ultrajados y violentados y querrían venganza.

    ¿Quiénes son los culpables? Primeramente, los asesinos materiales. Luego, los que les ayudaron con los planes. Y los jefes supremos, si es que existen, incluso aunque no sepan nada de cada caso particular. La gente que no tiene nada que ver con esto, incluso cuando lo celebra, no son culpables de asesinato. Esos como mucho son culpables de tener mucho odio. Pero odiar no es un crimen.

    Hay que defenderse. La mejor forma es la retirada militar. Dejar las ofensivas. Tenemos que lograr que esta panda de cabrones vuelvan a su tradicional deporte de matarse entre ellos. Vale de chantajes petroleros y de materias primas. No necesitamos ejércitos para comerciar.

    Hay que bajar los impuestos. La gente tiene que defenderse. Ahora tenemos mucha defensa centralizada, que claramente no funciona, y muy poca defensa descentralizada. Necesitamos menos de la centralizada y más de la descentralizada.

    Nadie quiere perder sus privilegios. Los jueces no quieren competencia, tampoco los médicos, ni los policías, ni los legisladores, ni los bancos. Pero la policía siempre llega tarde. Los juicios son demasiado lentos. Los médicos fallan demasiado a menudo. Los políticos hacen demasiadas leyes, todas torpes y prejudiciales. La banca es un desastre para los clientes, lo mismo para los que prestan al banco como para los que toman prestado del banco. Los colegios dan asco y las universidades son nauseabundas. Y hay mucha gente a la que no se le permite trabajar. En estas condiciones, es imposible defenderse. Nuestras debilidades no desaparecerán si vamos a la guerra.

    Seamos sensatos. No hay nada que ganar en bombardear países que ya están destruidos por la guerra. No hay que caer en la trampa de ir a la guerra con Turquía o con Arabia. Dejad que vayan los rusos o los chinos a la guerra contra esos países. Sería buena idea dejar de vender armas a estos hijos de puta. Sería una gran idea seguir el ejemplo aislacionista de Suiza. El libre mercado aumenta las posibiliades de paz. Hay que hacer que el crimen sea menos rentable que el comercio. Bajemos los aranceles. Bajemos la burocracia, el gasto político, los impuestos en general. Comerciar con todos los países, y no establecer pactos enloquecidos con ninguno.

    Esto de expandir la democracia por el mundo fue un canto de sirena. Todas estas tempestades que padecemos fueron sembradas en la guerra fría. Los que crean que el militarismo es necesario y beneficioso no saben nada de economía. El socialismo no puede funcionar. Las tiranías se derrumban solas. No hace falta arriesgar guerras para establecer la justicia universal. Nadie gana en la guerra.

    Los liberales deberíamos ponernos de acuerdo en que la guerra es lo peor que puede hacer el Estado. Como mínimo, debemos dejar de engañarnos pensando que esta vez sí funcionará. No hay nada más contrario a la libertad y la justicia que la guerra. No caigamos, otra vez, en el error de creer a los estatistas.

    Paz a través del comercio. Una gran idea subestimada y odiada por demasiada gente.

  7. “La libertad no es sólo no
    “La libertad no es sólo no agresión, sino también legítima defensa”. Tan importante como renunciar al ataque propio es impedir el ajeno. Aplaudo el artículo y me parece una estupidez soberana perderse en debates sobre por qué se radicaliza la gente o las estrategias más convenientes para apaciguar al terrorismo, cuando sólo hay que vencerlo.

    Si tienes la conciencia tranquila está claro que no te deben preocupar las reacciones ajenas, pero si no la tienes, tampoco, porque lo único importante es actuar éticamente, con absoluta independencia de sus consecuencias. Un mal proceder no es inaceptable porque suscite respuestas violentas, ni aceptable porque no lo haga: su injusticia clama al cielo siempre pase lo que pase.

    La insinuación de que el yihadismo pueda tratarse de algún tipo de legítima defensa es grotesca: la legítima defensa sólo resulta predicable de individuos escrupulosamente pacíficos, y está claro que quienes practican la violencia y amenazan con conquistas y conversiones forzosas no lo son. Parezcan o no peligrosos, estos tipos son delincuentes y habrá que ir a machacarlos allá donde estén sí o sí, aunque no hubieran cometido ningún atentado en Europa.

    Me asquea cómo el cinismo y la cobardía se deslizan subrepticiamente en esta clase de debates. Parece ser que nos han declarado la guerra y quieren someternos; por tanto, exigiré a mi agencia de seguridad que se emplee a fondo en destruir su capacidad de agresión y los castigue, punto; no que negocie con ellos su impunidad a cambio de no iniciar futuras agresiones o que consiga me perdonen la vida previas cesiones en mi derecho del tipo que sean; tampoco que planifique ninguna clase de políticas de apaciguamiento. Lo que no haré es ponerme a chillar como una histérica que nos están ganando y van a matarnos a todos si no nos mostramos más amigables.

    A pesar de tanto cagón no están ganando ni de lejos y la cosa tiene fácil solución sin necesidad de tácticas creativas ni estúpidas ingenierías sociales. Son sólo un ridículo piojo al que Occidente puede aplastar cuando quiera; el problema es que, pudiendo claramente, no lo hace.

    Me temo que existen serios indicios en la dirección de que el yihadismo sea un diseño de gobiernos occidentales a fin de manipular a la opinión pública. Eso, y que limiten mi capacidad de defensa personal, es lo único que me preocupa.

    • Así que no le interesa saber
      Así que no le interesa saber por qué se radicaliza la gente ni cómo combatir efectivamente el terrorismo. Muy bien, cuando haya medio mundo dispuesto a suicidarse para acabar cada uno de ellos con 100 personas, es decir, cuando por cada muerto suyo mueran 100 nuestros a ver qué hacemos. Igual cree que lo mejor es llevar al mundo a una guerra mundial entre dos bloques, otros pensamos que lo preferible es hacer que las sociedades sean cada vez más laicas y no propiciar el surgimiento de grupos terroristas que amenazan nuestra civilización.

  8. Sé de sobra cómo se combate
    Sé de sobra cómo se combate efectivamente el terrorismo: guerra total sin tregua ni la menor concesión hasta su exterminio o derrota incondicional. No cabe otra posibilidad, porque los pacíficos nada tenemos que negociar con quien nos ataca. Y no, no me interesa un comino saber por qué alguien decide atacarme; mi actitud de exquisito respeto hacia la libertad ajena y resuelta defensa ante las agresiones permanecerá siempre inalterable sean cuales sean sus motivos. Uno sólo debe preocuparse de cumplir su parte del trato y castigar la infracción del mismo, sin responsabilizarse del comportamiento ajeno o pretender tutelarlo, ¿porque estamos hablando de adultos, no?

    Si medio mundo se convierte en zombis asesinos pues habrá que destruirlos como sea o perecer en el intento. La posibilidad de dejarme esclavizar por ellos no la contemplo ¿Tú sí?

    Aunque te cueste creerlo, el mal no necesita justificaciones ni infancias desgraciadas u otros caldos de cultivo que puedan monitorizarse. La voluntad depredadora es suficiente. Pero debes suponer que sólo los iniciados gozáis de libre albedrío, siendo los demás una especie de autómatas idiotas condicionados por un entorno que podéis controlar, haciendo las sociedades más laicas o menos proclives a la violencia. Pues no hijo, te informo de que los yihadistas son tan adultos y responsables como tú y han decidido que les gusta la violencia y no van a permitir sociedades laicas. Y, desde luego, no tienes mayores posibilidades de manipularlos que ellos a ti: de hecho tal vez ya han conseguido que creas que mostrarte sumiso y contemporizador va a ser el único modo de conservar una miserable vida que pareces valorar por encima de la dignidad.

    Disculpa la dureza, pero te respeto demasiado para ponerme condescendiente.


Añadir un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más artículos