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No es lo que ganas, es lo que produces

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Con el desmesurado aumento del IRPF realizado por el gobierno de Mariano Rajoy, se ha avivado el debate sobre este impuesto. Es muy típico escuchar un razonamiento que en un primer momento convence a bastantes personas; consiste en esgrimir que cuanto más porcentaje de tus ingresos te quite Hacienda, más contento deberías estar porque significa que aun así ganas mucho.

A saber, si a mí Hacienda me quita el 50% de 100.000 euros, significará que ingreso 50.000, y por tanto que tengo unos ingresos muy superiores a una persona a la que sólo le quiten el 20% del 20.000, y por tanto se quede 16.000 €.

Lo que se intenta con semejante lógica es equiparar el sueldo a algo que se encuentra uno por fortuna (como al que le toca la lotería) y por tanto sólo un codicioso o un amargado se enfurecería por perder un pico de su buena fortuna siempre que le quede suficiente de ésta como para superar a otros más desdichados (lo que es curioso porque precisamente los premios de la Lotería Estatal están libres de impuestos…).

Pero hete aquí que el salario no es el premio de ninguna lotería, ni un fajo de billetes que te encuentras por la calle. A las personas, con las excepciones que se quieran, se les paga por su capacidad de producir. Si una persona es capaz de producir 100 unidades de un producto al día, su empleador le pagará en relación a esa productividad, y por tanto si el Estado le quita la mitad de su sueldo, en realidad le está quitando la mitad de lo que produce o, lo que es lo mismo, le está esclavizando durante la mitad de su jornada laboral.

Lo que hace el Estado al fin y al cabo es esclavizar en mayor proporción a aquellas personas que más productivas son. En otras palabras: está penalizando la productividad.

A los que utilizan el argumento de marras no les entra en la cabeza algo tan sencillo como esto. Ellos piensan que la persona que gana un buen sueldo no se lo merece. En realidad es algo que les llueve del cielo por suerte o por enchufe y es necesario que el Estado haga de Robin Hood y robe a los "afortunados" para dárselo a los "desdichados".

El resultado es una migración en masa del personal cualificado del país, que no está dispuesto a ser esclavizado de forma brutal cuando en otros países pueden disfrutar de más libertad. Lo mismo que pasa con los empresarios (actualmente llamados emprendedores), a los que casualmente también se les recuerda su fortuna cuando se les arrebata buena parte de sus beneficios vía sociedades y rendimiento de capital, porque al parecer lo que les queda es demasiado para las mentes socialistas que plagan este país.

En definitiva, la próxima vez que alguien le sorprenda con la ocurrencia de que es bueno pagar muchos impuestos, pregúntele qué tiene de bueno estar esclavizado en mayor porcentaje que otra persona. No lo entenderá, pero al menos le borrará la risita condescendiente con la que suelen realizar dichas afirmaciones.

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