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Por una educación libre

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Una de las revoluciones pendientes más importantes es la transición hacia una educación verdaderamente libre en que se rompa el candado de la planificación estatal de la educación.

La educación no sólo es un proceso crucial tanto para nuestro desarrollo personal como para nuestro éxito profesional; no sólo es una de las inversiones más importantes que realizamos en nuestras vidas. Es que además la importancia de la educación cada vez tiende a ser mayor: transitamos hacia sociedades progresivamente menos basadas en el trabajo físico, mecánico y repetitivo, y cada vez más en nuestros conocimientos y habilidades. Las principales habilidades que en la actualidad demandan las empresas son, entre otras, el trabajo en equipo, la toma de decisiones, la aportación de soluciones, la comunicación verbal, la creatividad o la capacidad de aprendizaje y adaptación. Sin embargo, en pleno siglo XXI, el sistema educativo ha sido incapaz de evolucionar y se empeña en seguir proporcionando una educación que permanece anclada en el siglo XIX.

La educación en la actualidad, a todos los niveles, está dictada desde el poder político. Políticos y burócratas imponen a los ciudadanos los contenidos y materias que se deben impartir, los métodos que se deben seguir, las horas que se deben pasar en el aula, el idioma en el que se debe estudiar: actúan, en definitiva, como planificadores centrales. No es de extrañar, por tanto, que el sistema educativo sea incapaz de adaptarse a las preferencias y necesidades de los alumnos. A lo que sí se adapta a la perfección es a las apetencias de políticos y grupos de presión que medran al calor del poder estatal. La desconexión absoluta entre lo que el sistema educativo proporciona y lo que en la vida real se demanda es la lógica consecuencia del monopolio del Estado en la decisión de los contenidos y los métodos educativos.

¿Cómo se debería educar en el siglo XXI? ¿Con clases magistrales o proyectos cooperativos? ¿Con nuevas tecnologías o con papel y lápiz? ¿Con más matemáticas, más humanidades o más artes? ¿En lengua española, autonómica o inglesa? ¿En un ambiente competitivo y exigente o uno con menor presión para el alumno? Es probable que no exista una única respuesta a estas y otras preguntas similares. No hay un modelo ideal ni óptimo de educación, sino una gran variedad de opciones potenciales. Es imposible saber a priori cuáles son las que mejor funcionan sin un proceso continuo de prueba y error, de adaptación dinámica del sistema educativo a las necesidades de los alumnos.

La sociedad se compone de personas que son muy diferentes entre sí y eso es una bendición. Mediante la división del trabajo podemos poner nuestras diferencias a trabajar para la sociedad; podemos aportar nuestros diversos talentos y habilidades al proceso productivo, componiendo entre todos una inmensa oferta de productos y servicios. Pero esto también hace que el tipo de educación adecuado para unas personas sea distinto que para otras. La obsesión de intentar homogeneizar a los alumnos, de hacerlos pasar a todos por una suerte de lecho de Procusto educativo, no hace otra cosa que matar la creatividad, dificultar el desarrollo de los talentos de cada uno y, para colmo, hacer del aprendizaje un proceso que termina generando rechazo.

Tal vez una de las revoluciones pendientes más importantes sea la transición hacia una educación verdaderamente libre: hay que romper el candado de la planificación estatal de la educación. Por un lado, dejemos que los centros dispongan de libertad para proponer los contenidos y los métodos que consideren más adecuados; que compitan por ofrecer la mejor oferta educativa posible. Y por otro lado, dejemos que sean los alumnos y sus familias los que decidan qué educación se ajusta mejor a sus necesidades.

La libertad educativa desencadenaría un proceso dinámico de mejora y adaptación continua de la oferta educativa, sometería el sistema al perpetuo examen del consumidor. Aquellos centros o alternativas que den buenos resultados tenderán a atraer alumnos y prosperarán; aquéllos cuyos resultados no sean buenos no serán capaces de atraer alumnos, se verán forzados a cambiar o tenderán a desaparecer. Son los alumnos y sus familias quienes tienen la información y los incentivos adecuados para decidir sobre algo tan crucial como es su propia educación. Y es que la educación es algo demasiado importante como para estar en manos de los políticos.

15 Comentarios

  1. Más claro sólo el cristal
    Más claro sólo el cristal

  2. La educación es algo
    La educación es algo demasiado importante como para que suelten sus garras los políticos.

    Al contrario , los políticos la atenazarán más aún si pueden, y podrán, porque «les queda tanto todavía por hacer» hasta acabar con su odiada desigualdad.

    Señalar el rumbo correcto desde la cubierta de un barco a la deriva, con el capitán y el timonel beodos, es muy loable pero apenas práctico.

  3. «La obsesión de intentar
    «La obsesión de intentar homogeneizar a los alumnos, de hacerlos pasar a todos por una suerte de lecho de Procusto educativo, no hace otra cosa que matar la creatividad, dificultar el desarrollo de los talentos de cada uno y, para colmo, hacer del aprendizaje un proceso que termina generando rechazo.»

    De esto trata el documental «Educación a la carta» que se estrenó la semana pasada.

    https://www.youtube.com/watch?v=JwQHTXRS0jg

  4. Este artículo, con el que no
    Este artículo, con el que no puedo estar más de acuerdo carece, sin embargo, de un desarrollo posterior que me parece sustancial, partiendo de la base de que, cuando los que nos consideramos liberales mantenemos charlas con nuestro entorno íntimo para debatir cuestiones de actualidad, se nos percibe como a lunáticos sospechosos de pertenecer una extraña secta. Que sí, que a veces lo que defendemos suena bien y tal… pero que es una utopía y que, además, es irrealizable.
    Por esa razón considero importante que, desde este Instituto, se pueda dar un paso en la dirección de dejar de hacer desarrollos para que entre nosotros nos leamos, nos encantemos y creamos en el onanismo endogámico.
    Si queremos realmente influir y que las ideas se propaguen, sería bueno que bajáramos un escalón y se proporcionasen más herramientas prácticas a los que, intelectualmente, no lleguemos a poder desarrollarlas o al menos, para compartirlas y crear un discurso más integral.
    En el caso que nos ocupa, mi propuesta es que este tipo de artículos tenga un desarrollo posterior que permita alejarnos de la utopía para acercarnos un poco más a la realidad. Soy un defensor del cheque escolar y trato de defender ese sistema, pero me encuentro con dificultades para dar respuesta a algunas, no pocas, preguntas … «pero… este sistema ¿dónde funciona? ¿Con qué resultados», «¿cómo sería el orden y prioridad de acceso a los centros?», «lo que defiendes es que haya centros que discriminen a gitanos, inmigrantes, malos estudiantes o alumnos con problemas de adaptación», «si los centros compiten entre sí, evitarán el acceso de alumnos que requiran recursos de apoyo», «los colegios para captar recursos adicionales podrán desarrollar actividades complementarias que sí requiran de coste adicional sólo al alcance de los padres con más recursos y se fomentaría una discriminación entre alumnos», «si hay libertad curricular, ¿qué se hace con la selectividad?, o para las carreras que requiren nota alta de acceso ¿no podrían los centros dar sobresalientes a discrección para que sus alumnos accedan masivamente a estas carreras?», ”los padres sin recursos, ¿se quedaría con una especie de deuda con el sistema que repararían a futuro si su situación mejorara?», «quedan 10 plazas en un centro y vienen 10 sobrinos de Amancio Ortega y 10 inmigrantes, ¿tiene libertad el centro de decidir sobre el acceso?, .., está claro a quien van a seleccionar, porque no vamos a poner a burócratas que fiscalicen el proceso, pero ¿a dónde van los 10 no seleccionados?¿no se crearían nuevos guettos?»
    En fin, lo que pretendo es que se pueda hacer un ejercicio práctico y profundo sobre este y otros temas que nos permita, a los que tenemos mente liberal, ayudarnos tener más recursos con los que propagar nuestros ideales de forma más eficaz e influyente. Seguir con estos desarrollos de autoconsumo y gregaria satisfacción está muy bien, pero no deja de ser una mirada a nuestro ombligo libertario. Bajemos las ideas al terreno de lo práctico con desarrollos más visibles para nosotros y para ellos, los no «creyentes». El Instituto bien podría contribuir a esta nueva «evangelización».

    • El asunto es sencillo. El
      El asunto es sencillo. El problema viene de que no se cuestionan las bases morales dominantes en occidente, preguntas como, ¿ Que va pasar si un centro privado no quiere atender a tal y cual tipo de alumnado, gitanos, negros, homosexuales, pobres etc? implican una moral altruista, de los ciudadanos deben actuar, producir y obtener beneficio para las necesidades ajenas.

      Hay que cambiar esa perspectiva moral. Una sociedad libre solo puede fundarse en un código moral racional, egoísta o de búsqueda del interés propio. Sin eso es imposible que pueda haber una base para el capitalismo en España. En efecto, a preguntas como esa, hay que responder, Si usted personalmente quiere ayudar a esas personas y establecer centros educativos para ellas, nadie se lo impedirá en una sociedad libre. Pero asumir que uno debe servir al público y tener que atender a otros, o sea de que los seres humanos viven en sociedad para servir y satisfacer las necesidades ajenas, lleva a callejones sin salida para los liberales.

      El liberalismo es incompatible con la moralidad altruista. Hay que defenderlo sobre bases egoístas, el derecho de todo individuo a perseguir su propia felicidad y a lucrarse en el mercado, siempre que no use la fuerza física contra otros.

      O sea el Objetivismo de Ayn Rand como base filosófica necesaria para sustentar el Capitalismo.

    • El liberalismo no es en
      El liberalismo no es en absoluto incompatible con la moral altruista ni con ninguna otra. Ese tipo de opiniones, por muy buenas intenciones con que se expresen, lastran en vez de apoyar la causa de la libertad.

      El fin que estimule la acción humana no es ni puede ser de interés para un liberal, siempre que los medios sean pacíficos. Mucho menos hay necesidad de promocionar el vicio (yo no le veo la virtud por ninguna parte) del egoísmo, cuando lo único relevante es la ausencia de intromisión violenta en unos planes individuales que bien pueden ser pródigos y liberales (en la acepción, nada casual, de “generosos”) en extremo. ¿Por qué habría que cambiar esta perspectiva moral si a nadie se le impone? ¿Mejoraría la sociedad si se le impusiera la perspectiva egoísta que defiendes? Para imponer perspectivas “correctas” no hace falta ser liberal.

      El objetivismo no pasa de chusco y pernicioso error intelectual que pretende justificar la libertad, cuando se trata de un fin per se que no precisa apoyarse en nada más, subordinándola a un absurdo egoísmo que convierte en axioma. El único axioma es la libertad, caballero.

    • Creo que al artículo no se le
      Valver:

      Creo que al artículo no se le puede pedir más precisamente por eso, porque es un artículo, o sea, una pincelada sugerente o esquema de una idea que invita a reflexionar sin perderse en detalles ni prolijidades.

      Cuando se tienen claros los conceptos y el modelo es consistente, su aplicación práctica debería resultar rutinaria.

      Para responder adecuadamente a las cuestiones que planteas es preciso entender, por ejemplo, que sólo los poderes públicos pueden discriminar en el sentido peyorativo o políticamente relevante que se suele dar a la palabra. Los agentes privados seleccionan, no discriminan. También hay que percatarse de que en un sistema libre los centros educativos competirían, prima facie, por atraer al mayor número de estudiantes, la fuente de sus ingresos, no sólo a los más inteligentes y capaces: ninguna empresa rechaza a priori a gente dispuesta a dejarse la pasta, como parece lógico. Objetar que la educación privada sólo proporciona una formación de calidad a los más ricos es como asegurar que sin una alimentación pública la mayoría nos moriríamos de hambre: un disparate que cae por su propio peso. Los títulos y las notas de “sobresaliente” sólo tienen sentido en un sistema público-coactivo. Por el contrario, en un sistema privado sólo valen los conocimientos reales y una nota de supersobresalientísimo por sí sola no te abriría ni la puerta de la escalera, mucho menos el acceso a una carrera como dices. En un sistema libre sencillamente no habría nadie de buena voluntad sin recursos suficientes, es decir, menores de los que gozaría con el sistema actual, opción que seguiría disponible, cómo no, para quienes voluntariamente la eligieran.

      Me sorprende que puedas apreciar las bondades del liberalismo pero no termines de ver cómo se concreta y plasma en situaciones reales. Eres muy intuitivo sin duda.

    • Ya crecerás.
      Ya crecerás.

    • Ya crecerás.
      Ya crecerás.

    • Ya crecerás.
      Ya crecerás.

  5. [url=»http://www.google.es»
    [url=»http://www.google.es»]url[/url]

  6. Berdonio:
    Berdonio:
    Es muy respetable y aleccionador que haya espacios en los que podamos compartir, discutir y teorizar sobre asuntos libertarios entre libertarios. Nos medimos, compartimos, discutimos y encantamos entre nosotros. Pero estoy convencido de que eso es muy bueno en un sentido, pero no aporta gran cosa en otro.

    Que discutamos si se es mas liberal o menos liberal según seas más randiano o paretiano está muy bien como ejercicio teórico, pero si queremos difundir las ideas que en España han sido perseguidas por siglos, hay que hacer algo más.

    He hecho un comentario en esta entrada y fíjate que inmediatamente se provoca un debate sobre el axioma egoísta subjetivista. Me parece interesantísimo. Pero si nos quedamos ahí, nos quedaremos siempre bajo la eterna sospecha de pertenecer a una secta siniestra. Y como tengo la intuición que tú mismo me reconoces, preveo que el ideal liberal no va a pasar del reducto de esta página web.

    INFLUIR es la palabra. Quiero influir en mi entorno, quiero que el PLIB reaccione y empiece de una vez a influir, quiero que en este lugar se den herramientas para influir.

    Mira, solo digo si te parece mal o inoportuno que se abra un foro en esta web para hablar sobre el cheque escolar. Probablemente tu no tengas dudas, pero yo, muchas. Sobre todo de poder hacer un ejercicio muy sano y pedagógico. Pasar del ideal más puro a la puesta en práctica. Imagínate, se abre el foro y, entre todos vamos construyendo un discurso, un modelo que sea REALISTA implantar ya en España. Pensamos en una ciudad, en su composición social, en el número de colegios privados públicos y concertados, en la renta media, en el número de estudiantes, en cómo podría implantarse el modelo PARA QUE LA GENTE LO ENTIENDA Y PUEDA ASIMILARLO, PROGRESIVO y PAULATINO. Vayamos poniéndole pegas y resolvámoslas. Respondamos a preguntas. Seamos prácticos y realistas. Con este y con más asuntos.

    No se si eres partidario del cheque, porque el cheque escolar tampoco es el paradigma liberal verdad? Una especie de renta básica. Sigue siendo un sistema universal de financiación pública a todas luces. Pero bueno, sería un paso, digo yo. Pero, ¿conoces algún sitio dónde se explique bien el modelo?

    Ah, que una cosa sea discriminar y otra seleccionar, hasta ahí, llego. Pero si le respondo así a mi hermana la progre me manda a la mierda.

    • No me parece mal la idea del
      No me parece mal la idea del foro, pero tampoco una panacea. El formato es lo de menos. Todo eso que propones, esa investigación y debate pedagógico, ya se puede hacer comentando los distintos temas que se exponen. Ya puedes preguntar, tantear y tratar de construir un discurso coherente y asequible ¿Qué te lo impide?

      Es verdad que los tecnicismos y sobreentendidos dificultan la comprensión del profano y es preciso encontrar un equilibrio entre rigor y divulgación si queremos que prosperen ideas sólidas entre la gente. Intentémoslo, aunque te anticipo que los milagros no parecen posibles: no es fácil popularizar con solvencia en dos párrafos conceptos de cierta complejidad. No obstante, el camino se hace al andar. No te quedes en la mera crítica y el rapapolvo y predica con el ejemplo. A ver, ¿qué objeciones típicas aduce la gente contra el cheque escolar que te dejan sin palabras? Yo ni mucho menos me quedo en el cheque escolar, pero sobran argumentos para preferirlo a los centros públicos ¿Te suelto el rollo? ¿Qué te impide plantearme a mí o a cualquiera que se asome por aquí las dificultades de orden práctico que encuentres o encuentran tus interlocutores para implementar un modelo más liberal? Hazlo. Te quejas de que nos perdemos en elucubraciones pedantes que no van a ningún lado, pues propón tú las cuestiones interesantes y fructíferas con apelaciones concretas. ¿Quieres bibliografía sobre alternativas a las “rentas básicas”? Sin ir más lejos, tienes el libro de Rallo; imprescindible a pesar de algunas licencias dialécticas que se toma a juicio de puristas y tocapelotas.

      No te faltará gente dispuesta a allanar y pormenorizar contigo las ideas liberales. Aunque no creo que ése sea el problema. No creo que el liberalismo no cuaje porque sea especialmente abstruso o complicado. Pienso que hay en juego pertinaces atavismos emocionales que inhabilitan una siempre subsidiaria razón en la mayoría. Me temo que el liberalismo no ganará terreno por esa vía por mucho que nos afanemos; lo hará, cómo no, como subproducto colectivo inintencionado.


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