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¿Tiene algún propósito el liberalismo?

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En relación con la mujer, ¿el feminismo, el activismo feminista, es la única salida que el liberalismo ofrece?

En los últimos días se ha suscitado en diversos foros liberales un interesante —y acalorado— debate en torno al feminismo. El fondo de la cuestión —resultaría un tanto complejo explicar cómo se llegó hasta ahí— es el siguiente: en relación con la mujer, al papel de la mujer en la sociedad, ¿el feminismo, el activismo feminista, es la única salida que el liberalismo ofrece? Y, en última instancia, en aras a acabar con la discriminación de la mujer, ¿la violencia, ya sea estatal o privada, estaría justificada?

Afortunadamente, al menos explícitamente, nadie ha defendido el uso de la fuerza para revertir la situación de la mujer. La primera cuestión, en cambio, ha dado mucho de sí…

El pasado sábado, Juan Ramón Rallo cerró la Conferencia Iberoamericana organizada por Students for Liberty con una vibrante charla en favor de la soberanía individual (libre asociación y desasociación a la hora de organizarse en sociedad) y en contra de todo nacionalismo (negación de los intereses y derechos colectivos). El director de esta casa enfatizó que la legitimidad para decidir sobre el plan de vida de cada uno de nosotros le corresponde exclusivamente a cada persona y a las asociaciones voluntarias de personas a las que pertenezcamos. La nación y el Estado carecen por completo de legitimidad sobre el individuo.

Cabría, tal vez, aplicar argumentos similares para desmontar la idea de mujer —o de hombre—. Si el liberalismo no se debe ocupar, por muy oprimida que algunos digan que se sienta, de ninguna nación, tampoco convendría que concibiera a la mujer en términos colectivos. Y es que la mujer no existe. Tan solo hay seres humanos con creencias e ideales de la buena vida distintos unos de otros. El liberalismo promueve la tolerancia a través de instituciones, basadas en los conceptos de voluntariedad, propiedad y no agresión, que permitan, dentro de ese entorno jurídico mínimo, la coexistencia de las preferencias vitales de cada individuo. De ese modo, el liberalismo es el marco donde caben todas las utopías.

Un conspicuo liberal, a propósito de esta discusión, y en la línea de concebir a la mujer como un colectivo, ha utilizado el ejemplo del sojuzgamiento al que están sometidos los norcoreanos por el terrible régimen comunista que los aplasta para tratar de hacer ver que la mujer —al igual que los esclavizados súbditos de Kim Jong-un— está impedida socialmente, si bien no de manera violenta, y no puede elegir libremente sobre qué hacer con su vida.

¿Todas las mujeres están impedidas socialmente por el hecho de ser mujer? ¿Hay un criterio absolutamente objetivo para determinar las discriminaciones? ¿Las mujeres no se benefician nunca socialmente por ser mujeres? ¿Todas las mujeres se ven a sí mismas como integrantes del género mujer? Considerar que, como históricamente las mujeres se han visto relegadas frente al hombre, hay que promover un activismo feminista que de alguna manera iguale las condiciones de partida, ¿no se parece demasiado a hacer causa contra las rentas de los ricos para que los pobres puedan competir equitativamente con ellos? ¿Realmente cabe hablar de discriminación cuando un individuo decide libremente qué hacer con su propiedad?

Se podrá contraponer que el verdadero liberalismo va mucho más allá de propugnar ese marco mínimo de convivencia donde quepa cualquier cosa no violenta: así, el liberal integral debería promover la tolerancia en todos los órdenes de su vida. Por ejemplo, un empresario liberal que se preciara de serlo no podría conformarse con cumplir los contratos voluntariamente firmados, sino que tendría, para no seguir contribuyendo a la relegación social que padece el sexo femenino, que contratar a un número, cuanto menos, similar de mujeres que de hombres.

¿Esto no resulta un tanto peligroso? ¿Hay una definición de tolerancia, al margen de ese mínimo de respetar al otro no violento, que no genere controversia? ¿Y si al Instituto Juan de Mariana le piden que sea tolerante con todas las ideologías y, para no discriminar a nadie, acoja los sábados conferencias impartidas por comunistas, nazis, fascistas, islamistas, homófobos, etc.?

14 Comentarios

  1. ¿Conferencias de comunistas,
    ¿Conferencias de comunistas, nazis, etc.? Antes de eso habrá que solucionar el machismo manifiesto del IJM.

    La mayoría de quienes aquí escriben son hombres. La mayoría de los asistentes a sus conferencias son hombres. La mayoría de sus ponentes en cada evento que organizan son hombres. El presidente y el director son ambos varones.

    ¿Hasta cuándo va a continuar esta desigualdad machista?

    Urge la imposición de un sistema de cuotas. A partir de ahora de cada dos conferencias una debe darla una mujer. Y la mitad de los asistentes deberían también ser mujeres. Que se cambien las sillas por unas azules y rosas, En el momento en que se completen las azules, no entra un varón más en la sala.

    La situación de la mujer en España es la de un auténtico apartheid social. Ni siquiera en el Estado Islámico se observa semejante grado de opresión. Por eso es necesario aplicar la discriminación positiva. Para ello, impongamos la paridad:

    O bien el presidente o bien el director deben ser sustituidos por una mujer. Quienes aleguen que no hay ninguna mujer que sea tan competente en esos puestos como Gabriel Calzada o como Rallo, son sin duda unos machistas. Pongan una mujer, la que sea, y eso nos acercará a la igualdad.

    Por último, para retirar cualquier vestigio machista y opresor de este instituto propongo que se aplique la discriminación positiva también al propio nombre. A partir de ahora «Instituto Mariana de Juan». Entonces sí que será por fin una entidad moderna, igualitaria y verdaderamente feminista.

    • Mucha guasa DL.
      Mucha guasa DL.
      ¿Escribes la respuesta burlona antes de que aparezca el primer comentario feminazi? Jeje.

  2. Para comenzar debo señalar
    Para comenzar debo señalar que en este tema jamás vamos a llegar a un consenso, porque hay que cambiar el enfoque. Deben dejar de mirarnos.
    Para nosotras este único mundo, ha sido cuesta arriba SIEMPRE. Lo sabemos y no resiste más análisis. Lo experimentamos, en mayor o menor grado, durante toda nuestra vida.
    Porque si las sociedades han funcionado sin conflicto es gracias a nosotras, porque hemos sido tolerantes, nos hemos sometido, voluntariamente, a todas las reglas del juego. Nos habíamos sometido/resignado al «rol» que la sociedad nos había asignado… eso hasta hoy, que queremos seguir siendo más liberales y realizar otro «rol», uno que sí es nuestro proyecto de vida. Yo creo que nosotras lo tenemos claro. No queremos «la igualdad», no queremos ser hombres y en general aceptamos «el todo», el ser solamente humanos.
    Por eso es aburrido el debate y no llegamos a consenso alguno porque hay que dejar de mirarnos… Me gustaría ver tu artículo al revés. Me gustaría ver algo así como un mea culpa o no tan extremo, pero hacer el ejercicio inverso. ¿Todos los hombres están impedidos socialmente por el hecho de ser hombres? ¿Los hombres no se benefician nunca socialmente por ser hombres?
    Bonitas las preguntas…. y nosotras conocemos bien estas respuestas….

    Y para cerrar, con un ejemplo muy gráfico. Que pasaría si comienzan a surgir empresas de mujeres, mayoritariamente mujeres y que deliberadamente, sin razón lógica, se decidiera que los salarios de los hombres fueran un 30% menos que los salarios asignados a sus pares, mujeres. Y que eso se masificara, es más, que eso lo aceptáramos voluntariamente y lo validáramos como sociedad… ¿Cual sería tu interrogante allí? ¿Deberíamos hablar de discriminación aquí?

    Hay que invertir el juego. Es más entretenido así. (Soñemos un poco).

    • Señora, algunos estamos ya un
      Señora, algunos estamos ya un poquito hartos del victimismo “de género” occidental. En España, por ejemplo, las leyes no discriminan a las mujeres, pero sí a los hombres. Eso sí que no resiste más análisis. No sé si ser maragato, zurdo o pertenecer a cualquier colectivo específico supone mayor probabilidad estadística de sufrir males o dificultades en la vida, pero tengo claro que el gobierno no debe hacer nada al respecto. Porque todo lo que haga a favor de unos forzosamente redundará en perjuicio de otros. Está muy bien ayudar a alguien siempre que no se dañe a otro, pero eso por desgracia está fuera de las posibilidades de cualquier gobierno, que no es precisamente una institución pacífica, caritativa y financiada con generosas aportaciones voluntarias.

      Ningún gobierno es omnisciente y no puede corregir injusticias sin cometer otras peores. La razón es sencilla: sólo existe un modo objetivo de ponderar las presuntas injusticias que cualquiera asegure sufrir, a saber, someterlas al escrutinio imparcial de tribunales ordinarios de justicia. Cualquiera que considere padecer desafueros debería limitarse a acudir al juez correspondiente sin tratar de obtener ventajas políticas que necesariamente suponen la penalización de inocentes.

      El debate es en verdad muy aburrido y trillado porque estamos hablando de rancio socialismo o cómo justificar la agresión y el asalto a la propiedad ajena, conductas que ningún tribunal serio aceptaría, claro, con estupideces como eso de los beneficios e impedimentos sociales. Por ello, me ha sorprendido lo del conspicuo “liberal” ¿Cómo puede pasar por liberal alguien capaz de proferir semejantes sandeces? El problema del liberalismo es que tiene al enemigo en casa; o al necio.

      El propósito del liberalismo es la libertad; y la libertad no regala nada a nadie sino que te obliga a la vigilancia eterna. Pedigüeños y lloronas llamen a otra puerta

    • Yo no vivo en España, no
      Yo no vivo en España, no conozco sus leyes y tampoco es un lugar que elegiría para vivir.
      No pertenezco a «colectivo» de ningún tipo… Y porque yo sí creo que en la libertad, y particularmente en la libertad de expresión, respeto que me leyeras, respondieras y apuntaras tus dardos finalmente al artículo, que es el origen de mi comentario. Aún así, creo que sigues ciego en estos temas «de género».

    • Pues lamento no poder
      Pues lamento no poder percibir directamente esas certezas tan accesibles para ti. Aun así, puedo acercarme y tantearlas mediante el análisis y el razonamiento, cosa que tampoco te vendría mal a ti, ya que nadie está libre de sufrir espejismos. ¿Me acompañas?

      Ves multitud de empresas masculinas que discriminan injustamente a las mujeres obligándolas a trabajar por salarios inferiores. Como yo soy ciego no puedo verlo, pero te creo y te pregunto sorprendido: ¿Te preocupa la cuantía de los salarios y no que las fuercen a trabajar contra su voluntad? No, me respondes, ellas lo aceptan, aunque a regañadientes. Entonces, niña, alguna responsabilidad tendrán en su situación. ¿Por qué no crean sus propias empresas o simplemente se niegan a ofertar tan baratos los mismos servicios que sus competidores masculinos? Si tu descripción es correcta, el desempleo afectará mucho más a hombres –que venden lo mismo más caro- que a mujeres ¿Es así? A no ser, claro, que los empresarios sean tan machistas que no les importe arruinarse por la causa, pero en tal caso se crearía una evidente presión selectiva en el mercado contra el sexismo que lo haría desaparecer en poco tiempo.

      Admito que puedo estar ciego y no ver un cristo a tres pasos, pero la descripción que me haces resulta inconsistente y tiene que ser falsa por narices.

  3. Siempre me ha llamado la
    Siempre me ha llamado la atención que las apretadas filas feministas no suelen protestar por la discriminación de la mujer en la cultura musulmana-

  4. Los idealistas de izquierda
    Los idealistas de izquierda aspiran el poder para conseguir equidad, prosperidad y paz. Pero sucede que el poder es como el sol en el crepúsculo de un hermoso, colorido y sosiego atardecer. Viene la noche, y la rapiña de la corrupción y la ignorancia de la burocracia; lo obscurece todo.

  5. Jose Dominguez Sigo desde
    Jose Dominguez Sigo desde hace tiempo tus artículos y los valoro como lúcidos y didácticos. . Por eso al leerte hoy, me preocupa enormemente cuando dices _… «un empresario liberal que se preciara de serlo no podría conformarse con cumplir los contratos voluntariamente firmados, sino que tendría, para no seguir contribuyendo a la relegación social que padece el sexo femenino, que contratar a un número, cuanto menos, similar de mujeres que de hombres…»
    Creo olvidas la función empresarial en un ámbito de libertad ¿Intentas aplicar la nefasta idea intervencionista llamada » función social de la empresa» Porque una empresa ya tiene demasiados costes de contratación laboral como para incurrir en el suicidio económico de completar su nomina, ya no con la elemental logica de los mas capacitados (varones o mujeres), sino siguiendo los preceptos políticos socialistas de la igualdad de genero. Es tan impracticable esta idea de la igualdad de genero y no del conocimiento al talento, tanto en la nomina de trabajadores de una empresa como en la representación legislativa de un gobierno. De esto ultimo se ha dado cuenta hasta un obnubilado izquierdista como el ínclito Krugman cuando publicó su no tan conocido ensayo: A country is not a company (un país no es una empresa)

    Cuida tus conceptos como divulgador de la libertad, porque ya para confundirlos están los economistas cortesanos de siempre.

    • Hola, César.
      Hola, César.

      Creo, o prefiero pensar, que José Domínguez tiene los conceptos bastante claros y la aparente neutralidad o desapasionamiento con que plantea el tema es sólo un recurso retórico. Al menos podemos concederle el beneficio de la duda, ¿no?

      Aprecio enormemente tu VºBº. Gracias

    • Hola Berdonio
      Hola Berdonio
      A menudo debemos agradecer mas a un comentarista que al autor . Eso me ocurre con tus muy interesantes y talentosos puntos de vista. Un abrazo

    • Hola, César. Gracias por tu
      Hola, César. Gracias por tu comentario. Se trataba de una crítica al liberalismo integral. De hecho, en el siguiente párrafo, me pegunto si esa visión del liberalismo, al menos así entendida, no resulta peligrosa.

    • Gracias, Berdonio.
      Gracias, Berdonio. Efectivamente, era pura retórica. Pretendía, de hecho, criticar esa visión del liberalismo.

      Un cordial saludo.


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