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Tu ne cede malis

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Les recomiendo que revisen el informe del IJM sobre el populismo para estar prevenidos y no ceder ante los nuevos males que nos acechan.

Muchos de ustedes ya conocerán esta frase completa: “Tu ne cede malis, sed contra audentior ito”, que proviene de la Eneida y significa: “Jamás cedas ante el mal, sino combátelo con mayor audacia”. Es el motto (lema) del Mises Institute, recordando que nuestro economista austriaco lo tomó de joven.

Y lo encuentro apropiado para cerrar este año 2017 con un balance reflexivo, como seguramente verán estos días en otros Análisis de nuestra web (yo escribo en la víspera de Navidad). Hace poco asistía en el Instituto Juan de Mariana a una mesa redonda en la que Juan Ramón Rallo y María Blanco glosaban el último Informe sobre “Mitos y realidades del populismo”, en conexión por internet con su autor, Eduardo Fernandez Luiña, profesor de la Universidad Francisco Marroquín. Cierto que los males contemporáneos de Mises fueron mucho más nocivos que estos movimientos populistas de los que enseguida hablaré: conoció esa infausta revolución bolchevique (justo conmemoramos su centenario), que sumió a tantos países de Europa y de todo el mundo en una crisis moral y económica de la que todavía no se han repuesto (ni siquiera muchos de los que consiguieron derribar el Muro en 1989); vio cómo al terminar la Primera Guerra Mundial se desmembraba el Imperio Austro-Húngaro en el que había nacido; o sufrió la persecución nazi, confirmando que todos los socialismos son igual de perjudiciales.

Los tiempos cambian, y un siglo después la lucha de clases proletaria se ha convertido en un nuevo discurso dialéctico basado en la ideología de género o esa democracia asamblearia que defienden los movimientos populistas en Europa o América: cualquier grupito vociferante se considera con mayor legitimidad que las instituciones legislativas o judiciales (que hemos conseguido levantar con tanto esfuerzo).

Hay que reconocer que han afinado su estilo persuasivo, jugando a presentar como buenas algunas ideas moralmente letales. También nos engañan con un razonamiento pseudocientífico a veces difícil de desenmascarar: por ejemplo, esa imposición del género como una realidad incontestable. Éste es un tema de actualidad en Madrid, donde el Gobierno regional ha aprobado una Ley de Protección Integral contra la LGTBitofobia (sic) y supuesta discriminación por razones de orientación sexual. Pues bien, leía hace poco un interesantísimo informe del Colegio de Pediatras norteamericano en el que se documenta con rotundas estadísticas cómo “la sexualidad es un rasgo biológico objetivo”, urgiendo a educadores y legisladores a rechazar todas las políticas que condicionan a los niños, haciéndoles creer en una falsa y dañina ideología de género. El asunto es más grave que una simple opinión discutible, porque el objetivo de esos poderosos lobbies LGTB persigue incluso la generalización de bloqueadores hormonales en los niños aparentemente inseguros de su “género” durante la pubertad (el informe demuestra que hasta un 98% de niños con género confuso y hasta un 88% de niñas con género confuso aceptan finalmente su sexo biológico).

Sin embargo, las primeras actuaciones de esta Ley se han dirigido contra los que no aceptan esa imposición ideológica y científicamente insostenible, multando por ejemplo al director de un colegio por expresar lo que acabo de escribirles arriba (seguramente yo mismo estaré conculcando tales políticas antidiscriminatorias…). Porque cualquier desacuerdo con ese feminismo imperialista que nos rodea es tachado de intolerante y retrógrado, y va calando sin darnos cuenta en los políticos, medios de comunicación y la sociedad en general.

Sed contra audentior ito: combátelo con mayor audacia. Es lo que nos proponía Fernández Luiña en su videoconferencia, y sobre lo que estuvimos conversando un buen rato en el debate posterior. Pareciera que los defensores de la Libertad nos sentimos algo apocados en comparación con los movimientos populistas, y se discutió sobre la conveniencia de mejorar nuestras tácticas para la difusión del pensamiento liberal: ¿mayor presencia en los medios de comunicación?, ¿focalizarse en la educación y la generación de ideas o convocar movilizaciones? Particularmente sugestiva me pareció esta propuesta: ¿no deberíamos aprovechar nosotros también las estrategias populistas -de las que habla Eduardo Fernández en su estudio- para defender con más éxito nuestro ideario? Lo dejo a su consideración para estos días.

En cualquier caso les recomiendo que revisen el informe del IJM para estar prevenidos y no ceder ante los nuevos males que nos acechan. En el párrafo final podrán leer, evocando a Thomas Jefferson: “los liberales definitivamente sí debemos estar en alerta y denunciar el mínimo atisbo liberticida que exista en la acción política de las organizaciones citadas y no citadas en este trabajo. Antes declarábamos que «el precio de la libertad es la eterna vigilancia». Repetimos, hoy más que nunca, que nos toca vigilar”. Y me ha recordado el discurso con el que el profesor Pedro Schwartz cerraba la última reunión Mont Pelerin (y su Presidencia en ella): “Is there no hope? Of course there is. We have the best ideas to win the battle against the traitorous clerisy. The battle of ideas is as crucial as it was in 1947, when Hayek founded the Mont Pelerin Society. Not only in the media and the social networks, but also in the Universities, the learned journals, the films, the novels, the theatre. We Montpelerinians have our work cut out. Never forget: truth will prevail if the seekers for truth do not falter”.

¡Feliz 2017!

3 Comentarios

  1. La verdad es que existen hoy
    La verdad es que existen hoy en día esos movimientos populistas y obviamente los liberales no están a favor de esos extremismos. ¿Puede que sí de algún otro? no lo sé sinceramente. Simpatizo con el liberalismo pero me preocupan cosas. Hoy en día la gente no está luchando precisamente para depender una de otra y así llevarse bien. Puede sonar contra-intuitivo, pero es precisamente cuando las personas dependen unas de otras (dependencia bilateral) cuando no se dan las hostilidades. Desde tiempos inmemoriales se busca esta independencia, ya sea por parte del proletariado o por parte de los nacionales. Yo sinceramente creo que hay que buscar una «dependencia bilateral que incluya libertad». ¿Cómo se consigue esto? es lo más difícil quizás, porque incluso en debates tan mediáticos como los que se dan de género se ve como no se pone de acuerdo la gente sobre quien depende de quien y/o no debe.
    No hay que confundir la libertad con la independencia ni esta con la autosuficiencia, porque sino ya empezamos por el mal camino. Veo un poco contradictorio el abogar por la globalización a la vez de abogar por la libertad de asociación. Quizás es que soy corto de entendederas pero no me cuadra.
    Al menos creo que un acto de humildad sería reconocer que hoy en día la gente busca más la independencia que nunca y esto creo que no es muy compatible con la interdependencia que necesita el mercado y cualquier tipo de cooperación.
    Ya lo dije ayer en otro artículo, toda dependencia no es mala, pero puede que la dependencia bilateral esté más cerca de propósito a seguir. ¿Dónde queda la libertad entre agentes interdependientes entonces? pues con respecto a lo externo o a sus contribuciones a tal interdependencia.
    También existe la opción de no-cooperar, evidentemente, pero también habría que hacer una reflexión humilde y no intentar exigir que los demás cooperen contigo. Lo que me decía Paco Capella el otro día, solo que no le acabé de entender muy bien porque yo cuando «busco» cooperación no voy en plan no-cooperar y sin embargo me veo que estoy rodeado de este tipo de sociedades. Será que tendré que buscar afines, sin importar el coste, aunque puede que lo que me preocupe es la «ley de rendimientos decrecientes» más que la «ley de ventajas comparativas».

  2. Perdón, he reeleido lo que he
    Perdón, he reeleido lo que he puesto y quería matizar. TODA dependencia NO es buena. Evidentemente. Como tampoco es necesario cooperar constantemente. Pero luego no pueden ser hipócritas y tildar de que fallan ciertos tipos de cooperaciones. Si la gente al cooperar contigo se salta contratos por ejemplo no puedes decir que es por la dependencia o que no tiene nada que ver con esta, precisamente es porque quizás depende de tu dinero sólo, no de ti y quizás no de una manera tan fuerte como tú de la otra parte.
    Para el mantenimiento de la cooperación debe de existir interdependencia, lo mismo que una mínima igualdad. ¿Igualdad para qué entonces? para tomar decisiones o aceptar un bien como medio de cambio por ejemplo. Un punto en común, que demuestra la necesidad de cierta igualdad al cooperar.
    Es el «como» se llega a la igualdad lo que puede estar mal y de hecho, así es por parte de algunas ideologías. Ni la extrema izquierda ni la extrema derecha se han dado nunca ni siquiera en el gráfico de Nolan. Como el extremo arriba o el extremo abajo. Se puede tender a extremos, pero eso es otro cantar…
    ¿No es acaso el liberalismo clásico casi de «extrema arriba»?
    Tu ne cedes malis, tenía razón Mises. El problema está cuando no parece estar bien definido lo que es el bien y el mal a veces.
    Para que algo sea bueno, debe serlo para cualquier persona al menos, por aquello de: no hagas lo que no quieres que te hagan.
    Al final parece ser entonces que el bien y el mal estarían basados más en un coste y beneficio como diría David Friedman.
    Si una determinada acción genera más beneficio que pérdida, estaría bien pues. Si el bien y el mal no están basados en utilitatismos, lo deben de estar en iusnaturalismos. ¿Nos adentramos en Socrates y Platón pues para definir lo que es el bien y el mal? ¿No era Platón el más totalitario donde los haya?

    Algunos darán con más preguntas, como si nunca acabaran, otros me temo que se darán con contradicciones, como si nunca acabaran.


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