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Un diagnóstico sobre Europa

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En esta semana de resaca de Elecciones Europeas (y de fútbol) vuelvo a escribirles un Comentario con ese motivo, aunque esta vez referido al presente y al futuro. Y lo hago a propósito de unas conferencias magistrales que impartió a comienzos de mes Jaime Mayor Oreja en la Universidad Europea. Allí expresaba a los estudiantes varias consideraciones en torno al título: Crisis en Europa. Crisis en España. Cabeza de lista por el PP en la anterior legislatura, Jaime Mayor conoce bien el Parlamento Europeo (donde ha trabajado durante diez años y en el que ha sido Vicepresidente), a lo que se añade su actividad política en nuestro país: hablamos por tanto de alguien con un conocimiento directo sobre las instituciones públicas.

Luego veremos algunas muestras de esta experiencia práctica. Porque antes recordaré una idea central que repitió a lo largo de su conferencia: la necesidad de fundamentar cualquier proyecto político sobre la base de unos principios morales, unos valores, que descansen en la realidad antropológica del ser humano y su proyección social. En su diagnóstico, expresaba una preocupación por la profundidad de la crisis que vivimos: es mayor que un episodio económico o financiero (del que se termina saliendo, antes o después). Alcanza también lo político y lo institucional, porque se trata de una crisis global, que afecta a la persona en su totalidad.

Como manifestaciones concretas habló del relativismo moral, focalizado en la búsqueda del propio interés como único objetivo vital; el haber estado viviendo por encima de nuestras posibilidades: públicas y privadas; o el olvido de ciertos valores ejemplares, como son la decencia o la austeridad.

Mayor Oreja utilizó varias veces una interesante imagen para comparar la Europa continental, la insular y las penínsulas como la nuestra: decía que la cultura peninsular tiende a la exageración, cosa muy evidente en España (frente a las islas, por ejemplo, que tienden a la supervivencia). Esto se manifestaría en una crisis específica del concepto de nación, representada tanto por las derivas secesionistas como por el insoportable ambiente de corrupción política y económica que nos rodea. La nación sería en su análisis un "ámbito reforzado de solidaridad", y expresado por hábitos concretos de colaboración. Lamentablemente, lo que vemos es todo lo contrario, una ruptura de esa solidaridad manifestada por la tensión ideológica o territorial (que se alimenta, además, con una triste herencia histórica que algunos se empeñan en desenterrar).

A Europa la describía como una "unión inacabada", también afectada por esa crisis de valores. Nos hemos quedado, a su juicio, en las formas de poder, en las instituciones; dándole un exagerado peso a lo económico. Se ha perdido el sentido de la obligación y de la responsabilidad, por el señuelo de los derechos. Del mismo modo, consideraba un serio problema la pérdida del sentido de la verdad y la mentira: los políticos viven esclavos de las encuestas de opinión; olvidan sus convicciones sometidos al "qué dirán". El problema es que no existe una solución sencilla y a corto plazo: en otras declaraciones anteriores, Jaime Mayor insinuaba que su retiro de la primera línea política en parte se había debido a la escasa respuesta al intento de crear un "observatorio de valores" en su grupo. Y es que "a medida que han pasado los años" dice haber sentido "más necesidad de ir a este gran debate" de carácter cultural que se va a desarrollar en Europa durante la próxima década.

A Europa le faltaría un proyecto político de valores compartidos: adolece de la misma enfermedad referida, un relativismo agravado por la falta de cohesión interior. Y sin ella, tampoco puede haberla en lo exterior; de manera que otro problema añadido son las fronteras y la periferia de Europa. "No nos esperan tiempos fáciles", concluía en aquella ocasión.

En cuanto a los resultados de las elecciones, Mayor Oreja expresó a los estudiantes su preocupación por los nuevos partidos emergentes antieuropeos (sobre todo, el UKIP británico); por el que denominaba "grupo del desorden", del italiano Beppe Grillo y demás movimientos antisistema; o por el crecimiento del Frente Nacional francés. A su juicio, con el cambio en el Parlamento Europeo va a aparecer "un nuevo mapa político más complicado que el anterior".

Hoy, con los representantes elegidos, podemos confirmar ese diagnóstico, como seguramente habrán estado leyendo y escuchando estos días en los medios: el Movimiento 5 Estrellas de Grillo es la segunda fuerza más votada en Italia; y parece que tanto los euroescépticos de Gran Bretaña como el Frente Nacional de Le Pen han ganado las elecciones en sus respectivos países (es que termino de redactar estas líneas el domingo 25). Veremos cómo queda la composición final del Parlamento y la votación para elegir al nuevo Presidente de la Comisión: son muchos los eurodiputados que llegan desde los 28 países de la Unión, donde además hay un buen montón de pequeños partidos de la más variopinta ideología. Sin irnos demasiado lejos, en Holanda destacaré la elección de un partido animalista: parece que les importa más defender los supuestos derechos de los animales que los nuestros…

Beware, Europa!

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