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¿Zonas libres de armas? ¡Zonas libres del Gobierno!

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"Un hombre con un arma puede controlar a cien sin ellas", Lenin.

"Uno de los más estúpidos errores que podríamos cometer sería permitir a los ciudadanos conquistados del Este poder tener armas", Adolf Hitler.

"Es falso enfrentar no-violencia con autodefensa. La protección de uno mismo y de su hogar siempre ha sido reconocida a través de los tiempos por la ley común",Martin Luther King.

 "Si alguien tiene un arma e intenta matarte, sería razonable dispararle con la tuya", Dalai Lama.

A propósito de las masacres escolares en EEUU, en mi artículo anterior habíamos establecido una serie de hechos objetivos, a saber:

  • EEUU está lejos de ser el país con más criminalidad por armas del mundo.
  • Países con muy alto nivel de posesión de armas per capita como Suiza, Finlandia o Nueva Zelanda disfrutan de tasas de criminalidad muy bajas.
  • Aumentar el control de armas en un área determinada tiende a incrementar el crimen.
  • Mayor número de armas en un área dada no se correlaciona con mayor crimen (la población de EEUU tiene en la actualidad el mayor número de permisos de armas de su historia, siendo la tasa de homicidios la mitad que hace 20 años)
  • Los criminales armados en EEUU muestran cierta predilección por las "zonas libres de armas", como las escolares.
  • Quienes agreden son las personas, no los objetos. Igual que los bolígrafos no comenten faltas de ortografía ni las cerillas incendios.
  • Cuando hay prohibición de armas, éstas se emplean sobre todo para agredir; cuando hay libertad de armas, se usan sobre todo para defenderse.

Así pues, el verdadero debate es si debe desarmarse a los inocentes, puesto que cuando las armas están fuera de la ley, sólo las poseen quienes son expertos en saltársela: los criminales. Por ello, el control de armas hace su trabajo -el de los criminales- más seguro. Más vale, dice el refrán, un arma en la mano que un policía al teléfono. Desde que Reino Unido prohibió las armas en 1997, Inglaterra y Gales ya van camino de cuadruplicar la violencia con armas de EEUU. La antaño pacífica ciudad de Washington DC aprobó en 1976 la más restrictiva ley de armas de todo EEUU: hoy, con cifras récord, es también su capital del crimen. En el lado contrario, los estados americanos que han flexibilizado el acceso a las armas entre 1977 y 1999 han visto caer un sorprendente 78% de media las muertes por armas de fuego. Las correlaciones son tan fuertes y persistentes que no hay lugar para la casualidad.

Frente a los campus universitarios americanos que anuncian que son zonas libres de armas, el de la Colorado State University es una excepción gracias a una victoria en los tribunales de inocentes cansados de vivir atemorizados. Desde 2003, en este campus, los inocentes pueden ir armados, y los criminales lo saben. Cuando por cierto en 2007 sucedió la masacre en el desarmado campus de Virginia Tech, los estudiantes de Colorado State se movilizaron para no perder su derecho a protegerse. ¿Por qué desde que pudieron ir armados los universitarios de Colorado la violencia en este campus ha descendido apreciablemente? Preguntémonoslo.

Si usted fuera criminal y supiera que en la comunidad "A" los ciudadanos no pueden llevar armas y en la comunidad "B" sí pueden, ¿dónde robaría y asaltaría? Por desgracia, los criminales no son tan estúpidos. Por eso usted jamás pondría un cartel que anuncie que en su casa no hay ningún arma ni alarma pero en las colindantes sí. Una población desarmada es por definición una población indefensa. Según los estudios de Rossi y Wright con criminales convictos americanos, el 60% de éstos teme más encontrarse una víctima armada que a la policía. El político demócrata Joseph Morrissey es el tipo de persona que quiere control de armas; en 2003 perdió su licencia y se le impuso una dura multa por amenazar asesinar con su arma a un hombre. Morrissey prefiere víctimas desarmadas. No olvidemos que en EEUU los usos defensivos de las armas vienen a quintuplicar los usos agresivos. Heinrich Himmler dijo que "los ciudadanos ordinarios no necesitan armas"; Himmer fue el jefe de la SS nazis encargadas de masacrar a millones de personas.

En el fondo no se trata de una cuestión ideológica entre derecha o izquierda, sino una entre libertad o coacción, protección o indefensión. El propio progresista Jeffrey Goldberg, tras un análisis honesto y sin prejuicios de la cuestión, se muestra más que escéptico sobre los controles de armas.

Ya uno de los primeros grandes defensores de las sociedades libres, Aristóteles, prevenía contra las tentaciones políticas de desarmar al pueblo. En la misma línea se pronunciaron Cicerón, Maquiavelo, el británico John Locke o el francés Montesquieu, artífice intelectual de la democracia moderna. Igualmente, es imposible leer al padre del Derecho Penal contemporáneo, Cesare Beccaria, sin advertir que creía firmemente que el control de armas beneficiaba a los criminales. George Orwell, que nos advirtió contra las tiranías en su célebre novela 1984, afirmaba: "La era en la que un arma es algo caro y de difícil acceso es una era de despotismo; la era en la que un arma es algo accesible es una era en la que la gente común tiene una oportunidad".

El derecho constitucional a las armas en EEUU

La raigambre de la posesión de armas en EEUU se debe a la raigambre del espíritu revolucionario por la libertad en este país. A finales del siglo XVIII, las aún colonias británicas en América protagonizaron una de las más importantes revoluciones por la libertad de la historia. Una vez independizadas, elaboraron un sistema político y jurídico que hiciera lo más perdurable posible un orden de libertad lejos de la tiranía británica padecida. Así, se dieron una Constitución con la que los ciudadanos se protegían del Gobierno y una Carta de Derechos que garantizaba los derechos naturales de los ciudadanos evitando que el Gobierno interfiriera a costa de agredir la libertad natural de cada individuo. Es el deber de un patriota proteger a un país de su Gobierno, decía el revolucionario Thomas Paine. La segunda enmienda de la Constitución americana aprobada en 1791 garantizaba el derecho de ir armado a cada individuo. ¿Por qué? Esencialmente como salvaguardia de eventual protección contra su propio Gobierno. De tal modo, los ciudadanos podrían libre y voluntariamente unirse en milicias para combatir tentaciones totalitarias de su Gobierno, mientras éste no tenía –al menos durante largas décadas- potestad para obligarles a formar parte de un ejército nacional o algo semejante (no existía la conscripción o servicio militar obligatorio). En la línea de clásicos como Aristóteles, revolucionarios americanos como Thomas Jefferson, George Washington, Samuel Adams o Benjamin Franklin entendieron además el acceso a las armas como un derecho humano fundamental en cualquier sociedad libre y justa: el de la autodefensa y la protección contra agresores, criminales y tiranos.

Quien está a favor del control de armas no está en contra de las armas, porque las armas se necesitarán para desarmar forzosamente a la gente. Se precisarán las armas del ejército, policía y agentes gubernamentales para quitárselas a la sociedad civil. Control de armas significa, y sólo significa, un monopolio central de las armas en manos de la élite del Gobierno. Esto es, control de armas significa violencia.

"Cuando la resolución de esclavizar América fue oficializada por Gran Bretaña, el Parlamento británico ordenó que nuestro pueblo se desarmara; éste es el mejor y más efectivo modo de esclavizar; pero no lo hicieron de forma abierta, sino encubiertamente", George Mason (1725-1796), Convención de la Constitución de Virginia.

"Los americanos tienen el derecho y la ventaja de estar armados, a diferencia de los ciudadanos de otros países cuyos gobiernos tienen miedo de confiar en ciudadanos con armas", James Madison (1751-1836).

"Nunca se elaborará nuestra Constitución para evitar que los ciudadanos pacíficos de Estados Unidos puedan llevar armas", Samuel Adams (1722-1802).

"Las leyes que prohíben llevar armas sólo desarman a aquéllos que no tienen intención de cometer crímenes. Tales leyes hacen las cosas mucho peor para los agredidos y mejor para los agresores; éstas sirven más para promover que para prevenir homicidios, para que un hombre desarmado sea atacado con mayor probabilidad por uno armado", Thomas Jefferson citando al criminólogo y jurista Cesare Beccaria.

Si observamos la historia, por desgracia muy sangrienta, del último siglo, podemos advertir que la revolucionaria idea de la libertad de armas como resistencia a la dictadura y la opresión parece tener fundamento. El tristemente poco conocido genocidio armenio de 1915 a 1917 por el Imperio Otomano, con un millón y medio de víctimas, partió con el control de armas de los armenios desde 1911. Los exterminios masivos en la Unión Soviética contaron con la ley de control de armas de 1929. Hitler impuso la prohibición de armas a los judíos en 1938, China a su población en 1935. En 1956, Camboya penalizó la posesión de armas; en los años 70 el sanguinario Pol Pot aniquiló a más de dos millones de personas. En 1959, Fidel Castro inició la dictadura cubana instando al desarme de los ciudadanos en un célebre discurso. Guatemala inició matanzas de indios mayas en 1964 tras pasar una ley antiarmas. Uganda hizo lo mismo en 1970, y en menos de una década acabó con decenas de miles de cristianos.

El pacifista Gandhi recuerda en diversos pasajes de su Autobiografía que el control de armas en la India fue clave para oprimir a su pueblo. Una sociedad civil armada es uno de los mayores obstáculos contra la opresión. Quizás un buen ejemplo sea Suiza, paraíso de paz y libertad, probablemente gracias a que los inocentes pueden armarse y protegerse.

Mientras, en EEUU los datos muestran que las mujeres cada vez son más portadoras de armas. Aquéllos que defienden que se las desarme no pueden llamarse defensores de los derechos de las mujeres.

Por qué tendemos erróneamente a pensar que EEUU es el país con más criminalidad podría en parte deberse a su cultura cinematográfica llena de títulos de acción. A diferencia radical de los films de ambientación norteamericana, hay otros donde queda expresamente remarcado que las armas son propiedad reservada de los agentes gubernamentales. Por ejemplo, La Lista de Schindler. Y es que el control de armas no es una cuestión de armas, sino una cuestión de control.

Sin prohibición de armas no hay cámaras de gas. En realidad, no puede haber una auténtica y real prohibición de armas si no se comienza por prohibírselas a la policía, militares y otros agentes de la élite del Estado.

Afirmar que el hombre es malvado por naturaleza es el mejor argumento para que las potenciales víctimas puedan defenderse y armarse. Afirmar que el hombre es bueno por naturaleza es el mejor argumento para que podamos armarnos.

A propósito de nombres propios, a Martin Luther King le fue negada en 1958 la posesión de un arma, lo cual fue un acto de racismo. Sin embargo, Luther King se rebeló contra la ley y siempre tenía un arma en casa para defenderse él y a los suyos. Uno de los grandes logros de los negros en EEUU fue la aprobación de la 14ª enmienda en la Constitución que, entre otros, reconocía el derecho de los negros a ir armados. Los americanos parecen haber olvidado que la Asociación del Rifle siempre combatió al Ku Klux Klan, una organización racista abominable, defensora a ultranza desde sus orígenes de la prohibición de armas. Con ello, querían negros cumplidores de la ley sin armas e indefensos para masacrarlos. De hecho, toda la ideología del control de armas en EEUU va inextricablemente en sus orígenes unida al racismo y la xenofobia. Durante todo el siglo XIX los estados sureños más racistas como Alabama y Mississippi usaron la ley para impedir con altísimos impuestos el acceso a las armas a los ciudadanos pobres, que incluía a los negros. Según los análisis económicos de John Lott, un arma es el medio de protección más asequible para las personas de bajos ingresos.

La criminalidad del Gobierno

Desde que en 1917 EEUU se embarcó definitivamente en una política exterior intervencionista y militarista, el belicismo de su Gobierno no ha hecho sino aumentar a un ritmo tan trepidante como tenebroso. El gasto actual del Gobierno estadounidense es más del doble que el de todos los países europeos combinados y más que el de los 19 países siguientes en gasto militar juntos. El día posterior a ganar sus segundas presidenciales, Obama ordenó bombardear Yemen, y los civiles asesinados por todos los presidentes americanos del último siglo se cuentan por decenas de miles. Son, simplemente, daños colaterales.

Esos gobiernos que se plantean prohibir las armas a la población civil son ellos mismos asesinos encantados con el debate sobre el control de armas entre los civiles, lo que sirve como distracción perfecta para que nadie tristemente se haga la necesaria pregunta de: ¿Por qué no prohibimos las armas más bien al Gobierno? ¿Qué especial derecho le asiste a un integrante del Gobierno para manejar un arma, pero no a Pedro o María? ¿No presumíamos de vivir en regímenes con igualdad ante la ley? El control de armas perpetúa la desigualdad ante la ley.

El Gobierno dice erigirse en nuestro protector. Pero, como diría Cicerón, ¿quién nos protegerá de nuestros protectores? Nosotros mismos, el pueblo.

La gente debería no ya olvidar –la información selectiva siempre juega a favor del Gobierno y sus acólitos-, sino conocer la masacre de Waco, en Texas, de 1993 en la que la agencia gubernamental del FBI mató a 76 hombres, mujeres y niños abrasándoles en un infierno de llamas. ¿Cuál fue su crimen? Ninguno, simplemente eran adventistas que tenían armas como protección, y de hecho nunca se probó que tuvieran intención de usarlas agresivamente. La vergüenza del impune totalitarismo gubernamental llegó a que jamás ningún responsable público por esa matanza fue investigado. Y como todo militarismo intervencionista siempre tiene consecuencias indeseadas (que se lo pregunten a la CIA que entrenó en los 80 a Bin Laden), como represalia contra su Gobierno por Waco un ciudadano acabó en 1995 con la vida de 168 personas de un edificio federal en el atentado de Oklahoma.

¿Hablamos de la Operación Fast and Furious del Gobierno americano en 2011? Con la excusa de perseguir a bandas criminales mejicanas, el Gobierno americano facilitó la venta masiva de armas a esas bandas, para luego según la versión oficial –cuál será la real- perderles la pista. Igual que en el control y prohibición de las drogas o el alcohol, el control político de las armas corrompe. Y el control y la prohibición absolutas, parafraseando a Lord Acton, corrompen absolutamente.

No debemos en cualquier caso olvidar que la mejor defensa y protección comienza por armarse intelectualmente en las ideas de la libertad y la paz y que, en resumidas cuentas, quienes agreden y matan al final son obviamente los individuos con sus comportamientos y acciones. Y no se me ocurren acciones más mortales que aquéllas que provienen de los individuos del Gobierno.

¿Zonas libres de armas? Mejor zonas libres del Gobierno

@AdolfoDLozano / david_europa@hotmail.com

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